«Un vaso de vino me vendra bien», penso Emma, nerviosa, mientras encendia un cigarrillo y lo observaba por encima de la mesa.

– Me alegro de volver a verte -dijo Johan.

– ?Si?

No pudo contener la sonrisa.

El se la devolvio. Se le marcaron los hoyuelos de la risa. Increiblemente atractivos. Los ojos castanos de Johan la dejaban paralizada. Intentaba no mirarlo demasiado.

– Si te parece, no hablamos de los asesinatos. Al menos, por un rato. Quiero saber mas de ti -pidio el periodista.

– De acuerdo.

Hablaron de ellos. Le hizo muchas preguntas, tanto acerca de ella como de sus hijos. A Emma le parecio que estaba realmente interesado.

Ella le pregunto sobre su trabajo. Por que se hizo periodista.

– Cuando estudiaba en el instituto, normalmente estaba cabreado por todo -respondio-. Sobre todo, por las injusticias sociales. Las tenia muy cerca, en la barriada donde creci, sin ir mas lejos. El tren atravesaba la zona y la dividia en dos partes. A un lado estaba la zona de chales para la gente de pasta. Al otro no habia mas que bloques de casas, con las fachadas llenas de pintadas y los cristales de las ventanas del sotano rotos. Alli vivian sobre todo drogadictos y parados. Eran como dos mundos separados, una locura en realidad. En el ultimo ciclo de la escuela basica nos juntabamos los jovenes de toda la barriada en la misma escuela, y aquello me hizo ver las cosas.

– ?Que paso entonces?

– Tuve companeros que venian de la zona de los bloques de viviendas. Y comprendi que no todos teniamos las mismas oportunidades. Unos cuantos empezamos a hacer un periodico en la escuela, en el que escribiamos articulos sobre las injusticias. Asi fue como empezo. Con pasion e idealismo, y ya me ves ahora: un triste reportero de sucesos -dijo sonriente al tiempo que meneaba la cabeza-. Cuando empece la carrera de periodismo, queria ser periodista de prensa escrita, me imagino que como la mayoria. Pero me asignaron unas practicas en TV y ahi sigo. Y tu, ?por que te hiciste maestra?

– Yo no senti el mismo entusiasmo que tu, por desgracia. Fue lo de siempre. Mis padres eran maestros. Seguramente lo hice por agradarles. A mi la escuela siempre me ha gustado. Y, ademas, me encantan los ninos -anadio, y el recuerdo de sus hijos acudio a su mente como una acusacion por estar donde no debiera haber estado de ninguna manera.

Johan noto que se le ensombrecia el rostro y cambio enseguida de tema:

– ?Que piensas del ultimo asesinato?

– Es una locura total. ?Como puede ocurrir aqui una cosa asi? En la pequena isla de Gotland. No entiendo nada. Primero Helena, y ahora esto…

– ?Conocias a Frida Lindh?

– No. Solo llevaba un ano viviendo aqui, ?no? Aunque me parece que su cara me suena.

– Trabajaba en una peluqueria en Ostercentrum. Puede que la hayas visto alli.

– En eso tienes razon. He ido a ese salon un par de veces, a cortar el pelo a los ninos.

– ?Sabes si Helena y ella se conocian?

– Ni idea. Me pregunto si es una casualidad que justo ellas dos hayan sido asesinadas o si hay alguna relacion. He pensado mucho en Helena. Le he dado vueltas a todo, tratando de comprender que puede haber detras. Quien puede haberlo hecho. Estuve en Estocolmo en el entierro y alli me encontre con un monton de personas que conocian a Helena. Sus padres, sus hermanos y sus amigos. Los padres de Per, por supuesto, estaban tambien en la ceremonia. Nadie pensaba, ni por asomo, que el pudiera ser el asesino. Luego nos hemos reunido todos los que estabamos en la fiesta aquella tarde en casa de Helena y Per. No se nos ocurre ninguna explicacion. Yo he pensado mucho en ello. Me pregunto si habria conocido a algun hombre nuevo del que nadie sabe nada. Alguien con quien hubiera iniciado una relacion, que despues resultara que estaba loco y… -susurro mientras picoteaba con el tenedor entre los restos de comida que quedaban en su plato-. Tal vez intento romper la relacion, porque se diera cuenta de que amaba a Per, y entonces al otro le dio un ataque de celos

– Si -asintio Johan-. Por supuesto, es una posibilidad. ?Sabes si le era infiel a Per?

– Si, lo fue. Al menos una vez, hace varios anos. Conocio a alguien en una fiesta, y acabaron en la cama. Estuvieron liados unas semanas. Entonces tenia dudas respecto a lo suyo con Per. Ya no sabia lo que sentia. Le parecia que lo suyo con Per se habia convertido en algo rutinario. Estuvo totalmente colada por ese otro. No hacia mas que hablar de el, decia que era como una droga a la que se habia enganchado. Llego incluso a faltar al trabajo alguna vez para encontrarse con el. No era propio de ella.

– ?Como se llamaba?

– No lo se. No queria decirlo. A mi me parecia ridiculo. No queria decir nada de quien era, ni a que se dedicaba, donde vivia…

– ?Por que?

– Ni idea. Por supuesto, yo trate de convencerla para que me lo dijera, pero todo fue inutil. «Lo sabras en su momento», contestaba.

– ?Que paso despues?

– Un dia me conto que se habia acabado. No se lo que paso ni por que. Solo me dijo que habia terminado y que se quedaba con Per.

– ?Cuando fue eso?

– No se, hace unos cuantos anos. ?Cuanto puede hacer…? Tres, cuatro anos tal vez.

– ?No hablo nunca de el despues?

– No. Con el tiempo lo olvide. Hasta ahora.

– Eso habria que comprobarlo -dijo Johan-. Alguien mas tiene que saberlo. ?Hablaste de ello con alguno de sus amigos cuando estuviste en Estocolmo?

– No, claro que no. Ni lo pense.

Emma miro el reloj. Las dos y media. Notaba ya el efecto del vino, pero dio un trago mas y le sostuvo la mirada.

– Tengo que tomar el autobus a la hora, para no llegar tarde a buscar a mis hijos despues de las actividades extraescolares.

– Puedo llevarte. Solo he bebido un vaso de vino.

Cruzaron la ciudad en silencio. Emma se echo hacia atras en el asiento y cerro los ojos; hacia tiempo que no se sentia tan bien.

Abrio los ojos y se quedo mirandole.

«Dios mio, me estoy enamorando de el -penso-. Esto es una locura.» Pero al mismo tiempo no podia dejar de disfrutar del momento. Con el se relajaba. Hacia tiempo que no se sentia tan alegre y habladora. Contemplo su mano en torno al volante. Bastante morena, viril. Unas cortas y limpias.

Johan se volvio y la miro.

– ?En que piensas?

Se ruborizo.

– En nada.

Fue consciente de su propia amplia sonrisa.

Sin previo aviso, el se desvio de la carretera principal, que iba hacia Roma, y entro en un camino de guijarros. Detuvo el coche junto a la linde del bosque. No se sintio particularmente sorprendida, ni asustada. Solo noto un leve cosquilleo en el estomago.

Johan no dijo nada. Solo se inclino hacia delante y la beso. Le devolvio el beso. A Johan le sorprendio la intensidad de aquel beso. Le acaricio el pelo, los brazos, las piernas. Emma sintio como se le humedecia la entrepierna. «Solo un poco mas -penso mientras su lengua se enredaba en un tierno combate con la de el-. Un poco mas.» Cuando la mano del hombre iba deslizandose por debajo de su jersey, lo aparto.

– Mira, tenemos que dejarlo. Esto no puede ser.

– Un poco mas -suplico.

Emma fue tajante. La cordura empezaba a volver a su cerebro.

El resto del viaje hasta Roma lo hicieron en silencio. Cuando llegaron a la escuela, el periodista se volvio hacia

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