– No.
– ?Has notado algo mas en el trabajo? ?Alguien que haya mostrado algun interes especial por Frida?
– No. Sin duda era popular, pero no adverti nada especial. Aunque puedo preguntarselo a Malin, que tambien trabaja aqui.
– Con ella ya hemos hablado. ?Tienes algun empleado mas?
– No, somos solo nosotras tres. Bueno, eramos.
En aquel momento sono un timbre en el salon. Ya habia pasado el tiempo del secador y la peluquera se levanto.
– Tendras que disculparme, pero ahora tengo que trabajar. ?Querias algo mas?
– No. Si te acuerdas de algo, no dudes en llamarme. Aqui tienes mi tarjeta.
– ?Hay motivos para que Malin y yo nos sintamos amenazadas? ?Crees que alguno de nuestros clientes es el asesino?
– Por lo que sabemos hasta ahora, no hay nada que apunte en esa direccion. Aunque nunca esta de mas prestar especial atencion a las personas que se muevan por aqui cerca. Si veis o escuchais algo sospechoso, no teneis mas que llamar.
Sentado en su despacho, Knutas cargaba la pipa. Estaba repasando de nuevo lo que sabia de los dos asesinatos. Habia, sobre todo, dos cuestiones que no podia quitarse de la cabeza. Las armas de los crimenes y las bragas.
Helena Hillerstrom fue asesinada con el hacha de su familia. El autor del crimen la robo de la caseta, tal como afirmaba Bergdal. ?Como era posible que hubiera estado tan cerca de Helena? Tenia que llevar un tiempo espiandola. Si no era algun conocido suyo, claro, alguno de los que participaron en la fiesta, por ejemplo.
A Frida Lindh la mataron con un cuchillo. ?Por que decidio el asesino utilizar distintos tipos de arma? Quiza porque no queria andar por la ciudad con un hacha escondida dentro de la cazadora. Un cuchillo era mucho mas facil de llevar. Podia ser asi de sencillo. Probablemente la estaba esperando junto al cementerio. Lo cual significaba que sabia donde vivia. ?Seria alguien a quien ella conocia? Aquel hombre misterioso del bar en Munkkallaren no habia dado senales de vida.
El barman lo recordaba muy bien, pero no creia haberle visto antes por alli. Ni tampoco despues de aquella tarde. Los interrogatorios del resto de los empleados que trabajaron el viernes por la tarde no habian aportado nada. Si el asesino la habia estado siguiendo durante algun tiempo y decidio matarla, ?por que eligio aquel momento? Corrio un gran riesgo al actuar en la ciudad, donde era muy facil que lo vieran. Ademas, el riesgo de que el cuerpo fuera descubierto muy pronto era evidente.
Y encima, lo de las bragas. Knutas habia analizado todos los casos similares ocurridos en Suecia, e incluso en el extranjero. En todos ellos, cuando el criminal habia hecho algo parecido, tambien violo a la victima o cometio otros abusos sexuales. No sabria si Frida Lindh habia sido violada hasta que no recibiese el informe preliminar de la autopsia, pero nada hacia suponer que hubiera sido asi.
Un grupo de especialistas de la policia nacional estaba trabajando para reunir datos sobre casos anteriores de asesinos que habian actuado de manera parecida. Sus colaboradores mas cercanos, Wittberg, Norrby, Jacobsson y Sohlman, estaban ocupadisimos haciendo interrogatorios y resumiendo los que ya habian realizado. La seccion de medicina legal de Solna tenia que presentar un informe preliminar sobre Frida Lindh, y con respecto a los analisis del SKL, no podian hacer otra cosa sino esperar su respuesta. Todo estaba en marcha. Sin embargo, le corroia la impaciencia. Lo mirara como lo mirase, siempre llegaba a la misma conclusion: habia muchos detalles que apuntaban a que las victimas conocian a su verdugo. Tambien era lo mas frecuente en los casos de asesinato. Frida tenia un grupo reducido de amistades en Gotland. Cierto que mucha gente la conocia, pero no habia tenido muchas amistades. No era en absoluto improbable que hubiera encontrado a su asesino en el salon de peluqueria.
En el caso de Helena Hillerstrom tampoco eran muchas las personas con quienes se relacionaba en Gotland, ademas de los familiares. En resumidas cuentas, no eran mas que los asistentes a la fiesta. De nuevo fue el rostro de Kristian Nordstrom el que acudio a su mente. Aunque ya habian interrogado a Nordstrom, Knutas queria hablar con el de nuevo. Decidio ir hasta su casa. Sin avisar.
Eran las cuatro de la tarde. El calor propio del verano por fin habia llegado, y de verdad. Tenian veintiocho grados y el viento estaba en calma. Su Merca estaba aparcado en su recuadro habitual fuera de las dependencias policiales, y Knutas advirtio con indignacion que le estaba dando el sol de lleno. Cuando abrio la puerta del coche fue como entrar en un horno. Lanzo la chaqueta a la parte trasera y se quemo en el asiento cuando se sento. El coche no tenia aire acondicionado. Bajo la ventanilla. Eso fue un alivio. Pero los vaqueros se le pegaban a las piernas. «Tenia que haberme puesto pantalones cortos», penso. El calor le irritaba y le impedia pensar con claridad. Torcio hacia arriba por la calle Norra Hansegatan y unos minutos despues se encontraba ya fuera de la ciudad. En direccion norte hacia Brissund, a diez kilometros de Visby.
Cuando llego a la direccion de Kristian Nordstrom, quedo impresionado por la maravillosa vista.
La moderna casa de madera se elevaba sola y majestuosa sobre una roca alta con vistas sobre el mar y al antiguo pueblo pesquero de Brissund. La casa estaba construida en forma de semicirculo siguiendo la forma de la roca, y era como si la construccion trepase por la pared de la roca. Unos enormes ventanales se abrian en toda la fachada, y una amplisima terraza de madera miraba al mar. Un jeep Cherokee de color verde oscuro estaba aparcado fuera. Knutas estaba sudando. Salio del coche, busco la pipa y se la puso en la boca sin encenderla. Se dirigio hacia la puerta, pintada de azul. «Como en Grecia», penso, y llamo al timbre. Hacia mucho tiempo que no salia al extranjero. Oyo el sonido del timbre en el interior de la casa. Espero. Nada. Volvio a llamar. Espero. Chupo la pipa. Decidio dar una vuelta alrededor de la casa. El mar estaba en calma. El sol abrasaba. El aire zumbaba. Entorno los ojos hacia el sol haciendo visera con la mano. Miles de puntos muy concentrados caian desde el cielo como un enjambre gigante. Era casi insoportable. Miro hacia abajo, al suelo, y se dio cuenta de que eran mariquitas. Los diminutos insectos rojos con sus puntitos negros brillaban en el cesped de delante de la casa. En cada brizna de hierba habia una mariquita. Que curioso. Volvio a mirar hacia el sol. Parecia como un remolino de nieve en invierno. Si, eso era. Un remolino de mariquitas. Subio a la terraza por la parte trasera. La casa parecia vacia y deshabitada. Echo una ojeada al interior a traves de uno de los ventanales que llegaba hasta el suelo.
– ?Puedo ayudar en algo?
Estuvo a punto de dejar caer la pipa sobre las tablas recien enlucidas de la terraza. Kristian Nordstrom aparecio detras de una esquina.
– Hola -saludo Knutas tendiendole la mano-. Me gustaria charlar un poco contigo.
– Claro. ?Vamos dentro?
Knutas siguio al apuesto joven hasta el interior de la casa. En el vestibulo hacia fresco.
– ?Quieres beber algo? -le pregunto Kristian Nordstrom.
– Un vaso de agua me sentaria bien. Hace un calor tremendo ahi fuera.
– Yo necesito algo mas fuerte.
Se sirvio una cerveza Carlsberg para el y lleno un gran vaso de agua con hielo para el comisario. Se sentaron cada uno en uno de los dos sillones de piel que habia dispuestos junto a una de las ventanas panoramicas. Knutas saco su viejo bloc de notas, gastado por el uso, y un boligrafo.
– Ya se que lo has contado antes, pero ?conocias bien a Helena Hillerstrom?
– Si. Nos conociamos desde la adolescencia. A mi Helena siempre me cayo bien.
– ?Teniais mucho trato?
– En el instituto formabamos una pandilla y siempre ibamos juntos. Tanto dentro como fuera de la escuela. Muchos de los que estabamos en la fiesta de Pentecostes formabamos parte de esa pandilla. Estudiabamos juntos, ibamos al cine, nos veiamos despues de las clases y por las tardes los fines de semana. Si, nos relacionamos mucho durante aquellos anos.
– ?Hubo entre Helena y tu algo mas que simple amistad?
La respuesta llego muy rapida. «Tal vez demasiado rapida», penso el comisario.
– No. Como ya he dicho, me parecia guapa, pero nunca hubo nada entre nosotros. Cuando yo estaba libre, ella salia con algun chico y al reves. No estuvimos nunca libres al mismo tiempo.
– ?Que sentias por ella?
Kristian le miro directamente a los ojos cuando contesto. Con cierta irritacion en el tono de voz,