en la calle Hornsgatan y Frida Lindh vivia con su familia en la calle Brannkyrkagatan. No tenian amigos comunes, pero si tenian una cosa: las dos eran clientes de Friskis & Svettis. Tienen un gimnasio en Hornstull, que ambas frecuentaban. Helena Hillerstrom solia acudir los jueves y los sabados, mientras que Frida Lindh normalmente iba los lunes y los miercoles, incluso algun que otro sabado. Puede que se conocieran alli. Hemos hablado con el personal del gimnasio y les hemos mostrado fotos de las victimas; han reconocido a las dos. Hemos interrogado a todos los monitores, hombres y mujeres. Por ahora no se ha detectado nada extrano. Ninguno tiene relacion alguna con Gotland, como no sea que la mayoria ha estado aqui de vacaciones, claro.

– Pues no es gran cosa que digamos -comento Sohlman con sequedad.

– No obstante, creemos que el asesino puede estar en Estocolmo y que en la capital es donde podemos encontrar alguna relacion -prosiguio Kihlgard imperturbable-. Gunilla Olsson tambien fue varias veces a Estocolmo durante la primavera. Una tienda del casco antiguo, Gamla Stan, vendia sus piezas de ceramica.

– Admitamos la hipotesis de que el asesino viva en Estocolmo -intervino Karin Jacobsson-. Aun asi, la cuestion es: ?por que mato a estas mujeres en Gotland?

– Sea por lo que fuere -respondio Knutas-, tenemos que indagar mas al respecto. He pensado viajar manana a Estocolmo. La policia nacional y la de Estocolmo ya estan en ello, pero quiero ir alli personalmente. Al menos, un par de dias. Propongo que Karin me acompane.

– Conforme -asintio ella.

– Bien. Kihlgard, tu te quedaras aqui al frente mientras tanto. Alguien tiene que investigar lo que hicieron Jan Hagman y Kristian Nordstrom durante el fin de semana. ?Se ha investigado su pasado y que relaciones tienen en Estocolmo? Tenemos que profundizar en esas cuestiones. Inmediatamente. Norrby y Wittberg pueden ocuparse de eso. No me fio un pelo del tal Hagman. Tambien quiero que vuelvan a investigarse las circunstancias que rodearon la muerte de su mujer. Ahi puede haber gato encerrado. Tendremos que trabajar veinticuatro horas al dia. No podemos permitir que el asesino vuelva a actuar.

DOMINGO 24 DE JUNIO

Al dia siguiente, Knutas y Jacobsson salieron hacia Estocolmo. Tomaron un taxi desde el aeropuerto hasta la comisaria de Kungsholmen. El sol era abrasador, con casi treinta grados de temperatura. Cuando se acercaban a Norrtull, el trafico se intensifico. El aire vibraba por el calor y la contaminacion de los tubos de escape. A Knutas le impresionaba la increible situacion del transito cada vez que visitaba la capital. Aunque era un domingo de verano, los coches avanzaban a paso de tortuga.

Cruzaron el puente de Sankt Eriksbron, atravesaron la glorieta de Fridhemsplan colapsada por el trafico y con innumerables semaforos en rojo, y giraron por la calle Hantverkargatan hacia la plaza de Kungsholmstorg.

Kungsholmen era imponente, siempre se lo habia parecido. Con los edificios de Landstingshuset (la diputacion provincial), Stadshuset (el ayuntamiento) y Radhuset (la sede de los juzgados). Recordo que alguien le habia contado que Radhuset fue edificada por el arquitecto que quedo segundo en el concurso convocado para decidir quien iba a construir el ayuntamiento de Estocolmo, a principios del siglo XX. El ganador fue Ragnar Ostberg, seguido de Carl Westman; en lugar del ayuntamiento, Westman pudo construir Radhuset en la calle Scheelegatan. Al comisario, el edificio le parecia, por lo menos, tan elegante como el del ayuntamiento. Detras se encontraba la comisaria central de la policia. Iban a mantener una reunion en las antiguas dependencias policiales, en un hermoso edificio amarillo rodeado por el verdor de un parque.

«Menuda diferencia, comparado con nuestra nave de chapa», penso Knutas mientras subian resoplando la suntuosa escalinata de piedra, bajo un sol de justicia. Se habia quitado la chaqueta y miraba con envidia las piernas desnudas de Karin. «?Quien pudiera llevar falda!»

Las dependencias policiales estaban tranquilas un domingo de verano como aquel. No habia sino algunas personas, pocas, trabajando en algunos despachos. Se notaba que habian comenzado las vacaciones.

Se reunieron en una sala con vistas al parque con el jefe de policia y un grupo de la policia nacional

Tras la reunion almorzaron en un agradable restaurante que se encontraba enfrente de la sede de los juzgados, Radhuset. Luego, se desplazaron en coche junto con el comisario de la policia judicial, Kurt Fogestam, hasta la zona del barrio de Sodermalm en que vivio Helena. El edificio estaba casi al final de la calle Hornsgatan, muy cerca del agua y de las antiguas piscinas de Liljeholmsbadet, unas piletas publicas flotantes, construidas sobre pontones dentro del lago. Amenazadas de cierre muchas veces, aun seguian alli.

En la esquina de las calles Hornsgatan y Langholmsgatan esta¬ban los locales de Friskis & Svettis. «Asi que aqui es donde venia a mantenerse en forma», penso Knutas. Quiza encontro alli a su asesino.

El apartamento estaba en el ultimo piso del edificio. Como no cabian todos en el angosto ascensor, Karin Jacobsson se ofrecio a subir por la escalera, lo cual supuso un notable alivio para los orondos caballeros. El edificio estaba bastante deslucido. Detras de una puerta sonaba musica pop a todo volumen. Tras otra, las notas debiles de algun piano. «?Que hace esta gente en casa en un dia tan maravilloso de verano como este?», se pregunto Karin.

Per Bergdal, todavia de baja por enfermedad, les abrio la puerta tras un par de llamadas. Les costo reconocerle. Estaba bronceado y con muy buen aspecto. Los saludo serio.

– Adelante.

El apartamento contrastaba radicalmente con la cochambrosa entrada del edificio. Era amplio y luminoso, con los techos altos y un suelo de parquet que brillaba con la luz del sol. Desde la ventana, en diagonal, se podia ver el resplandor de las aguas de la bahia de Arstaviken. La cocina, amplia y moderna, estaba comunicada con el cuarto de estar. El frigorifico, el congelador y la campana extractora, de acero inoxidable. Las paredes estaban alicatadas con azulejos decorativos. «Soberbia coctelera», advirtio Knutas. Una barra alargada, con taburetes altos a ambos lados, separaba la cocina del cuarto de estar, amueblado con sillones de piel y una mesa cuyo tablero era un colorido mosaico. Un elegante equipo de musica, de una marca exclusiva, ocupaba una de las paredes cortas. En la misma pared, encima, habia una bella estanteria de abedul repleta de CD. Desde luego, Per Bergdal tenia gustos caros.

– Voy a ir directamente al grano -empezo Knutas-. Como sabras, ya han sido asesinadas tres mujeres en Gotland. En los tres casos, la actuacion ha sido similar. Creemos que se trata del mismo asesino. Estamos aqui para buscar los puntos de contacto que pueda haber entre Helena y la segunda victima, Frida Lindh. Frida Lindh vivio aqui, en Sodermalm, concretamente en la calle Brannkyrkagatan, hasta hace un ano, cuando ella y su familia se trasladaron a Visby. Su marido es de Gotland. Tanto Frida como Helena frecuentaban el local que Friskis & Svettis tiene aqui en Hornstull. Nos preguntamos si llegaron a conocerse alli. O si fue donde se encontraron con su asesino.

Knutas hizo una pausa y miro con atencion a Per Bergdal. Parecia conmocionado.

– ?Quieres decir que el asesino esta aqui, en Estocolmo?

– Si, es una posibilidad. ?Sabes a que personas solia ver Helena cuando iba al gimnasio?

– Bueno… -respondio como dudando-. La mayoria de las veces iba con un par de amigas que viven aqui cerca. No se si solia juntarse con otras. No recuerdo a nadie en especial. Si que a veces hablaba de gente a la cual habia visto. Gente con quien habia hablado. De forma ocasional llego a encontrarse con algun antiguo companero de trabajo, pero nadie con quien empezara a relacionarse, no lo creo. Podeis preguntarselo a las amigas con las que hacia ejercicio. A lo mejor lo saben…

– Si, eso haremos. ?Habias oido antes de ahora el nombre de Frida Lindh?

– No.

– ?Ocurrio algo mas antes de la muerte de Helena? Algo en lo que quiza hayas reparado despues…

– Apenas he hecho otra cosa que pensar en Helena y en quien pudo haberla asesinado, pero no se me ocurre nada. Solo quiero que lo detengais. Para que esta horrible pesadilla se acabe de una vez.

– Hacemos todo lo que podemos -declaro Knutas.

– Hay una cosa que tengo que ensenaros, la encontre ayer en el desvan. Un momento.

Per Bergdal se levanto, para volver enseguida con una caja de carton. Abrio la tapa y saco un monton de papeles.

– No se si esto tendra ya algun interes para vosotros, pero, en cualquier caso, yo tenia razon en este

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