miro en el dormitorio. Alli estaba, acostado. Boca abajo, abrazado a una almohada. Tenia los ojos cerrados como si estuviese dormido. Se echo a su lado y lo abrazo. Respondio directamente. la abrazo y le lleno la cara de besos.

– Te quiero -susurro Emma-. Si, nosotros dos.

Tenia ante si, sobre la mesa, un sinfin de notas escritas a mano. En algunas incluso habia pintado figuras. Johan habia escrito todo lo que sabia acerca de los tres asesinatos. Y empezo a montar el rompecabezas. Primero, Helena. La fiesta. La pelea. El asesinato en la playa. El hacha. Kristian. Per, el novio.

Siguio de la misma manera con las otras. Cuando termino, coloco los papeles en tres montones. «?Que nexo comun existe entre estos tres montones?», se pregunto. Frida Lindh estuvo con un hombre la noche que salio con sus amigas. ?Por que no se habia dado a conocer? Eso podia significar que tenia algo que ver con su asesinato. Salvo que hubiera viajado al extranjero, claro.

En un papel escribio: «Frida + hombre 30-35.» Luego, el hombre se esfumo. Desaparecio como por arte de magia. La vecina de Gunilla Olsson con quien habia hablado menciono la presencia de un hombre en la casa de Gunilla. Tenia tambien unos 30-35 anos y era atractivo. En otro papel escribio: «Gunilla + hombre 30-35.»

En cuanto a Helena, al parecer se habia divertido con Kristian en la fiesta, la noche antes de que la asesinaran. Kristian tenia treinta y cinco anos y buen aspecto.

En un papel escribio: «Helena + hombre 35 = Kristian.»

La policia habia interrogado ya varias veces a Kristian, de modo que sin duda tenia una coartada para la noche del crimen; de lo contrario, lo habrian detenido. Sin embargo, era el mas sospechoso. ?Seria el hombre que aparecio en Munkkallaren la noche en que Frida Lindh fue asesinada? ?Como era posible entonces que ninguno de los camareros ni de los clientes lo reconocieran? Tenian que haberlo reconocido. Cierto que trabajaba mucho en el extranjero, pero aun asi… Aunque, desde luego, pudo disfrazarse. Ahora bien, ?que motivo podia tener para hacer eso?

Se levanto y empezo a preparar la que iba a ser su tercera cafetera aquella noche. Eran las doce menos cuarto. Bostezo. Se esforzo por enfocar las cosas de alguna otra manera. Si prescindia de Kristian, ?que quedaba entonces? Los jefazos de la policia local estaban en Estocolmo. ?Que significaba aquello? Probablemente seguian alguna pista nueva que el desconocia. Habia tratado de sonsacarle algo a Knutas antes de que se fuera, sin resultado.

Emma tampoco habia podido recordar nada mas relativo a Helena. A pesar de que se conocian desde la escuela.

El deseo se adueno de el.

Emma. Su imagen la ultima vez que se vieron… La luz filtrandose a traves de sus cabellos cuando estaba sentada en el sillon, palida, al lado de la ventana. Su manera de ser lo tenia hechizado. La fuerza que habia en ella le asustaba y al propio tiempo lo atraia.

Penso en llamarla, pero se dio cuenta de que era muy tarde.

Apoyo la cabeza sobre los montones de papeles y se quedo dormido.

Los jovenes abandonaron la fiesta cuando estaba en lo mejor. Habian reservado el restaurante de la playa en Nisseviken para aquella noche y la pista de baile estaba llena de jovenes vestidos de fiesta. La musica sonaba a tope. En la barra, las copas se servian una tras de otra. El ambiente era de absoluto desenfreno. Era la noche del domingo, la ultima de un fin de semana destinado a la juerga.

Carolina sonreia a Petter, que la llevaba cogida de la mano y tiraba de ella hacia la playa.

– Loco…, ?que haces?

Petter se dirigia hacia las casetas de la playa que se alquilaban como casitas de veraneo durante la temporada turistica.

– Ven, ven aqui -le dijo besandola en el cuello.

Los dos estaban bebidos. Y alegres. Dentro de un par de dias se iban a separar. Carolina se iria a Estados Unidos para estudiar y a el le aguardaban once largos meses de servicio militar en Boden. Se trataba de aprovechar el tiempo que les quedaba.

Iban dando tumbos por la playa. Petter llevaba a la joven delante de el al tiempo que la iba besando en la nuca. Sus manos se aventuraron bajo el vestido, mientras que sus cuerpos enlazados seguian adelante, alejandose de la playa y de la gente.

Eran cerca de las tres de la madrugada. Ya habia amanecido casi del todo y como seguramente muchas parejas irian a la playa, se trataba de encontrar un rincon apartado. Cuando se alejaron hacia el rompeolas descubrieron una caseta de pescador solitaria un poco mas alla.

– Vamos alli.

– Estas loco, esta demasiado lejos para ir andando -protesto Carolina-. A lo mejor hay alguien alli…

– ?Vamos a comprobarlo!

Tomo a Carolina de la mano y aligeraron el paso sobre las piedras del borde de la playa.

Comprobaron que la caseta estaba abandonada. Parecia que llevaba mucho tiempo sin ser utilizada.

– Perfecto. Vamos a entrar -decidio Petter.

Un candado oxidado era lo unico que se lo impedia.

– ?Tienes una horquilla?

– ?Estas seguro?

– Claro, aqui podremos estar tranquilos el tiempo que queramos.

– ?Y si viene alguien?

– ?Bah! Esto esta completamente cerrado. Seguro que por aqui no ha venido nadie desde hace anos -repuso Petter mientras trabajaba freneticamente para abrir la cerradura con la horquilla.

Carolina se puso de puntillas e intento mirar dentro a traves de la unica ventana que habia en la parte de atras. Una cortina de color azul oscuro protegia de miradas indiscretas. «Esto nos viene de perlas», penso ella muy animada. La excitacion de Petter era contagiosa. Aquello parecia realmente emocionante. Hacer el amor en una vieja caseta de pescadores abandonada…

– Ya esta.

La puerta se abrio con un chirrido. Echaron un vistazo. La caseta constaba de un solo cuarto. Habia un banco de cocina de madera, una mesa desvencijada y una silla. Las paredes amarilleaban de puro sucias, y estaban frias. Un viejo calendario del supermercado ICA colgaba de un clavo. Olia a humedad y a cerrado.

Encantados, extendieron la cazadora con capucha de Petter en el suelo.

Ya llevaban dormidos unas horas cuando Carolina se desperto porque tenia ganas de hacer pis. Al principio no tenia ni idea de donde se encontraba. Luego recordo. Si, claro. La fiesta. La caseta. Se libero de los brazos del chico y consiguio, no sin dificultades, levantarse. Se sentia mal.

Salio de la caseta dando traspies y orino. Despues se lavo en el mar claro y frio.

Ahora despertaria a Petter. Se pregunto como iban a volver a casa. Estaban lejos, en una zona despoblada. Temblando de frio, volvio a entrar en el chamizo. Petter estaba tendido en el suelo con una manta vieja encima.

Cubria la mesa un hule rojo con manchas secas de cafe. Habia un termo en el suelo. Pese a que el cobertizo parecia en desuso, Carolina tuvo la sensacion de que alguien habia estado alli recientemente.

Tenia frio despues de su rapida ablucion. La manta que cubria a Petter parecia ligera. Al mismo tiempo, tenia ganas de acostarse un rato mas, para intentar dormir un poco, a ver si se le pasaba el malestar que sentia. Miro a su alrededor buscando algo mas con que taparse y se dio cuenta de que el banco tenia una tapa que se podia abrir. La levanto. Alli habia un hatillo con ropas o, mejor dicho, varios hatillos.

Saco uno de aquellos andrajos y lo miro. Era un jersey y tenia grandes manchas de lo que parecia ser sangre seca. Empezo a sacar la ropa con cuidado. Una falda, un top, unos vaqueros tambien con sangre seca, un sujetador roto, una correa de perro… Empezo a sentirse mareada. Zarandeo a Petter hasta que se desperto.

– ?Mira, mira en el banco! -le apremio.

Petter se levanto muerto de sueno y observo toda aquella ropa.

– ?No me jodas!

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