repetirlos uno por uno», se dijo irritado.
Le rugia el estomago. Era hora de marcharse.
– Bueno, pues es todo por ahora. ?Conservaba aun Helena su dormitorio aqui en la casa?
– Si, en el piso de arriba.
– ?Podemos echarle un vistazo?
– Si, claro. La policia ya lo ha inspeccionado, pero por supuesto, podeis verlo si quereis.
Hans Hillerstrom los guio por la soberbia escalera. El piso superior tenia los techos tan altos como el de abajo. Cruzaron un distribuidor amplio y luminoso, despues una sala de estar desde donde Knutas atisbo un balcon, y fuera, el destello del mar. Habia chimeneas por todas partes.
El dormitorio de Helena era espacioso; con ventanas altas que daban al jardin. Se notaba que hacia tiempo que no se utilizaba. Habia una cama antigua de madera de cabezal alto colocada en un rincon; al lado, una mesita de noche. Junto a una de las ventanas habia un escritorio, tipo secreter, un sillon giratorio antiguo y algunas estanterias con libros.
Han Hillerstrom les dejo trabajar tranquilos y cerro la puerta. Revisaron los cajones, las estanterias y los armarios sin encontrar nada de interes. De pronto, Karin silbo. Detras de una fotografia de la casa de veraneo de Gotland, el papel estaba despegado. Al separarlo, aparecio otra fotografia.
– Mira esto.
En ella se veia a un hombre en un barco de gran calado, un transbordador de pasajeros. Probablemente el transbordador de Gotland.
Estaba en cubierta, con el viento alborotandole el pelo y el cielo azul a sus espaldas. Sonreia feliz al fotografo, con una mano metida en el bolsillo del pantalon. Era Jan Hagman, casi veinte anos mas joven y con otros tantos kilos menos que la ultima vez que lo vieron.
– Mira -dijo Karin-. Solo alguien que se acaba de enamorar puede mostrar una cara de entusiasmo tan ridicula. Seguro que fue Helena quien tomo la foto.
– Nos quedaremos con ella -decidio Knutas-. Venga, vamonos.
Fue un alivio abandonar aquella casa deprimente y salir al verdor del pleno verano. Los jardines ofrecian un espectaculo magnifico, algunos ninos jugaban en la calle, fuera de la casa, y en un jardin, algo mas alla, estaban preparando una barbacoa.
– La historia con Hagman hay que investigarla con mas detenimiento. Tendremos que comprobar de nuevo su coartada. No ha dicho ni media palabra del aborto. ?Por que se lo callo? Aunque, ?por que iba a querer matar a Helena? La queria, segun parece. ?Y por que tantos anos despues? ?Habra tenido un acceso de celos? ?La veia con su nuevo novio y se volvio loco?
– Parece inverosimil -admitio Karin-. Y ya han pasado casi veinte anos desde que tuvieron aquella historia. Por otra parte, ?por que matar ahora a su mujer? ?Por que no lo hizo entonces, en todo caso?
– Si, eso me pregunto yo tambien. ?Y que tiene eso que ver con la muerte de Frida Lindh? ?Y con la de Gunilla Olsson?
– No tiene por que estar relacionado con Hagman -reflexiono Karin-. Puede que nos estemos equivocando. Todas las victimas tienen relacion con Estocolmo. El asesino, de hecho, podria estar tan ricamente aqui en algun sitio.
– Tal vez tengas razon -admitio Knutas-. Bueno, ya son mas de las siete y mi estomago aulla clamando a gritos. Manana hablaremos con los padres de Frida Lindh y echaremos un vistazo a la tienda del casco antiguo, esa Gamla Stan, donde vendian la ceramica de Gunilla Olsson. Ahora lo que necesito es un trago fuerte y un buen plato de comida. ?Que opinas?
– Suena bien -sonrio Karin Jacobsson dandole un golpecito en el hombro.
Wittberg llamo a la puerta del despacho de Kihlgard y entro sin aliento agitando un papel.
– Hemos hecho una lista con las personas allegadas a la victima que padecian asma. Mira -dijo dejando el papel sobre el escritorio de Kihlgard-, aqui estan los nombres y apellidos de todas las que tienen asma o padecen otras molestias de tipo alergico.
Kihlgard leyo la relacion, en la que aparecian veinte nombres. Tanto Kristian Nordstrom como Jan Hagman figuraban en ella.
– Hmm -murmuro mirando a Wittberg-. Veo que Nordstrom es asmatico. Knutas acaba de informarme de que mantuvo relaciones sexuales con Helena Hillerstrom.
– ?No fastidies! ?Recientemente?
– No, hace unos anos. Quiero que dos de vosotros vayais a casa de Hagman y otros dos a casa de Nordstrom. Sin previo aviso. Quiero pillarlos por sorpresa. Los interrogais alli mismo. Ocupate de hacerte con un inhalador de asma. De cada uno de ellos.
Estaban sentados uno ante la otra a la mesa de la cocina. Las tazas del cafe sobre la mesa. Los ninos seguian en el campo, en casa de sus primos. Olle habia vuelto a Roma, a casa, para hablar con Emma. Habia inquietud en sus ojos mientras observaba a su esposa al otro lado de la mesa. Al mismo tiempo, no podia ocultar su frustracion.
– ?Que te pasa? -le pregunto.
– No lo se.
El alzo la voz:
– Llevas ya varias semanas muy extrana, Emma. Desde que murio Helena. ?Que te pasa?
– No lo se -repitio impasible.
– ?Joder! No puedes quedarte ahi y decir solo que no lo sabes -gruno cabreado-. No quieres abrazos, ni mimos, no mantenemos relaciones intimas desde hace un monton de tiempo. Trato de ayudarte hablando de Helena, pero tampoco es eso lo que quieres. Pasas de mi y de los ninos; te largas a la ciudad y dejas a mi madre al cuidado de los pequenos cada dos por tres. ?Se puede saber que estas haciendo? ?Hay otro hombre?
– No -contesto con presteza ocultando la cara entre las manos.
– ?Y que cojones quieres que piense? -grito Olle-. No eres la unica que sufre, ?sabes? Tambien yo conocia a Helena. A mi tambien me parece horrible lo que ha pasado. Y estoy conmocionado, por supuesto, pero tu no piensas mas que en ti misma.
De repente, Emma estallo.
– ?Pues vale! -grito-. Entonces mandamos esto a la mierda y nos separamos. ?Al fin y al cabo, ya no tenemos nada en comun!
Se levanto corriendo, desaparecio en el cuarto de bano y cerro la puerta.
– ?Nada en comun! -trono Olle-. Por todos los demonios, ?tenemos dos hijos! ?Dos hijos pequenosl ?Tambien te importan un bledo? ?Tampoco significan nada para ti?
Emma se sento sobre la tapa del inodoro y abrio al grifo del lavabo al maximo para no oir las acusaciones de su marido. Se apreto con fuerza los dedos contra los oidos. No sabia que pensar. ?Que iba a hacer? Era impensable contarle lo de Johan. De momento, no. No podia ser. Pero, al mismo tiempo que estaba enfadada con Olle, la atormentaba la mala conciencia. Estaba presa en una trampa. Al cabo de unos minutos, cerro el grifo. Se volvio a sentar en la tapa del retrete. Permanecio alli sentada un buen rato. Su vida era un caos. Alguien habia matado a su mejor amiga. El asesino podia ser incluso algun conocido suyo. No era la primera vez que lo pensaba, pero le parecia demasiado espantoso como para que fuese cierto.
?Que sabia de las personas que la rodeaban? ?Que oscuros secretos se escondian tras las puertas de cada casa? El asesino habia hecho anicos su habitual tranquilidad.
?A que podia aferrarse?
Siguio pensando. Si, habia una sola persona en el mundo en la que confiaba plenamente. Olle. Si habia alguien que siempre se habia sacrificado por ella, era su esposo. Que siempre tenia tiempo para escucharla, que se levantaba a media noche para prepararle un te cuando habia tenido alguna pesadilla, que se ocupo de ella cuando estuvo embarazada. Que limpio sus vomitos cuando tuvo gastroenteritis y le seco la frente cuando dio a luz a sus hijos. Que la amo cuando lloraba y moqueaba, cuando tuvo la varicela o cuando sufria molestias con la menstruacion. Ese era Olle. ?Que diablos estaba haciendo?
Se levanto decidida y se lavo la cara. El silencio al otro lado de la puerta era total. La abrio sin ruido.
No estaba alli. Entro en el cuarto de estar. Tampoco. La casa estaba sumida en el silencio. Subio la escalera y