Creyo que se iba a ahogar. Le faltaba el aire y pataleaba desesperado bajo sus manos. Todo se volvio negro. A lo lejos oyo una de las voces.

– Dejalo ya. Sueltalo. No puede respirar.

Lo soltaron y oyo como desaparecian.

Permanecio un rato tendido con los ojos cerrados, por si se arrepentian y regresaban. Cuando por fin se atrevio a incorporarse, no sabia cuanto tiempo habia estado tirado en aquel hoyo. Los calzoncillos y el pantalon estaban alli al lado. Se vistio rapidamente.

Cuando metio la mano en el bolsillo de los pantalones, descubrio que el billete de diez coronas habia desaparecido.

Los padres de Helena Hillerstrom vivian en una zona residencial para gente acomodada, en Stocksund, al norte de Estocolmo. Karin Jacobsson y Anders Knutas habian decidido desplazarse hasta alli personalmente y hablar con ellos. Hans y Agneta Hillerstrom estaban en casa y el padre les dijo por telefono que serian bienvenidos.

Ninguno de los dos habia estado antes en Stocksund y admiraron aquellas casas enormes rodeadas de amplios jardines. Pasaron por la bahia de Vartan, con sus aguas resplandecientes. Los vecinos de Danderyd, bien vestidos, daban una vuelta por el paseo maritimo. La casa de los Hillerstrom, de principios de siglo, se encontraba en una colina y estaba rodeada de un jardin enorme. Vislumbraron parte del edificio a traves del seto alto de lilas. Les abrio el padre de Helena. Un hombre alto, desgarbado, con poco pelo, aspecto saludable y muchas arrugas en el rostro bronceado y serio.

– Buenos dias -saludo algo formal-. Pasad.

Entraron en el vestibulo, que tenia un techo de imponente altura. Unas columnas enmarcaban la suntuosa escalera de madera que conducia al piso superior.

Karin suspiro para sus adentros. «?Que casa!»

Desde el vestibulo pudieron vislumbrar parte del salon y varias salitas de estar con grandes ventanales corridos que daban al jardin. Enseguida aparecio Agneta Hillerstrom, tambien alta y delgada, con el cabello de color gris acero y un corte estilo paje que le sentaba muy bien.

Se sentaron en unos comodos sofas en el salon. Sobre la mesa habia unas tacitas de cafe y una bandeja con pastas. «Son pastas de coco -constato Knutas metiendose una en la boca-. Que curioso, este tipo de pastas, de alguna manera, no encaja en este ambiente. Son las pastas que soliamos hacer los gemelos y yo para el cumpleanos de ellos. A los ninos les encantaban…»

– Sabemos que ya habeis hablado con la policia en varias ocasiones, pero queria hablar con vosotros personalmente. Yo dirijo la investigacion en Gotland. Por el momento, no tenemos ningun sospechoso, pero en el curso de la investigacion han ido apareciendo ciertos datos que quiero discutir con vosotros. ?Os parece bien?

– Claro -respondieron los dos a la vez, mirandole con curiosidad.

Knutas carraspeo.

– Bueno, sin rodeos: hemos averiguado que vuestra hija mantuvo una relacion amorosa con uno de sus profesores en el instituto. Un profesor de gimnasia que se llama Jan Hagman. ?Conociais el tema?

Fue el hombre quien contesto, con un tono de voz que parecia resignado:

– Si, lo sabiamos. Helena nos lo conto pasado un tiempo. Porque se quedo embarazada de ese canalla. Solo tenia diecisiete anos.

A Hans Hillerstrom se le endurecio la expresion; se frotaba las manos.

– ?Embarazada? -repitio Knutas, con las cejas enarcadas-. Eso no lo sabiamos.

– El asunto se silencio. Aborto, claro. Nosotros le prohibimos que volviera a verlo. Hablamos con el director y Hagman tuvo que despedirse. Consiguio trabajo en otra escuela, en algun sitio por Sudret. El tipo estaba casado y tenia dos hijos. El muy cerdo tuvo el valor de llamarnos a casa. Decia que amaba a Helena. Que dege-nerado… Le doblaba la edad. Estaba dispuesto a abandonar a su familia y hacerse cargo de Helena y del nino. Lo amenace de muerte si volvia a intentar ponerse en contacto con ella.

– ?Que ocurrio con Helena? -intervino Karin.

– Estuvo muy deprimida al principio. Se habia enamorado de aquel idiota y se enfurecio con nosotros porque no le dejabamos verlo. Creia que no la comprendiamos. El aborto tampoco fue una experiencia agradable. Estuvo triste mucho tiempo despues de aquello. Hicimos un viaje a las Antillas para que se alejase de todo. En otono, de todos modos, empezo el tercer curso. Tuvo altibajos al principio, pero se recupero bastante rapido. Helena siempre estuvo rodeada de amigos, y seguro que eso fue muy importante -concluyo pensativo.

Siguio una larga pausa. Tanto Knutas como Jacobsson se sentian abrumados; la historia era muy dolorosa. En una de las paredes colgaba un retrato grande de Helena con el marco dorado, una fotografia de cuando termino el bachillerato. Aparecia sonriente, y el cabello largo y oscuro le enmarcaba el rostro. A Knutas se le partio el alma cuando la miro. Era tremendo que sus dias hubieran terminado como lo hicieron. Rompio el silencio.

– ?Como era la relacion que manteniais con vuestra hija?

– No exenta totalmente de problemas -contesto Hans Hillerstrom-. Cuando fue adulta, dejo de hablar con nosotros de cosas importantes. Se volvio mas cerrada. No con los demas, solo con nosotros. No entendiamos por que.

– ?Tratasteis de averiguar a que se debia?

– No, directamente no. Pensamos que se le pasaria con el tiempo.

– Por lo que se, seguisteis yendo en verano a vuestra casa de Gotland y aun teneis familiares en la isla. ?Sabeis si Helena en alguna ocasion volvio a ver a Jan Hagman?

– No, que nosotros sepamos -contesto Hans-. No volvimos a hablar nunca mas del tema.

Entonces, por primera vez, hablo la madre:

– Yo intente hablar con ella varias veces. De como se encontraba y de como se sentia. Me dijo que lo habia superado. Ella misma comprendio que era imposible proseguir aquella relacion. En cuanto al nino, me dijo que le parecia acertado del todo lo del aborto. Desde luego, no habria podido hacerse cargo del pequeno. Ni hubiese querido tampoco. Lo veia mas como algo malo que tenia que quitarse de encima. Como una enfermedad.

Le temblaban los labios.

– ?Como era la relacion de Helena y Per? -pregunto Karin.

– Era buena. Llevaban juntos bastantes anos y yo tenia la impresion de que estaba profundamente enamorado de ella. Que fuera sospechoso del asesinato al principio fue muy duro para nosotros. Creo que Helena lo era todo para el. Se habrian casado, seguro…, si no hubiera ocurrido esto -dijo la madre con voz ahogada.

– ?Sabeis si alguna vez, durante el tiempo que estuvo con Per, tuvo alguna otra relacion? ?Si pasaron alguna crisis en algun momento? Al fin y al cabo, estuvieron muchos anos juntos.

– No, no se nada de eso. Siempre decian que les iba muy bien, cuando se lo preguntabamos. ?No es cierto?

Agneta Hillerstrom miro a su marido como interrogandole.

– Si, no oi nunca que tuvieran ningun problema -confirmo el.

– Hemos comprobado algunas coincidencias entre la segunda victima, Frida Lindh, y Helena. Entre otras, que las dos acudian a los locales de Friskis & Svettis en Hornstull. ?Habeis oido hablar de alguna persona a la que conociera alli?

Ambos negaron con la cabeza.

– ?Por que no habeis mencionado antes la historia con Jan Hagman? -pregunto Knutas.

– No creiamos que tuviera importancia -contesto el padre-. Fue hace tanto tiempo… ?Creeis que Hagman puede ser el asesino de Helena?

– No podemos descartar nada. Y cuanto tenga que ver con Helena es de sumo interes para la policia. ?Hay algo mas del pasado de Helena que no hayais contado?

– No -nego Hans Hillerstrom-. No creo.

– ?Y algo mas reciente, tampoco?

– No.

El comisario se preguntaba como diantres se habrian realizado los interrogatorios anteriores del matrimonio Hillerstrom. ?Como era posible que nada de aquello se hubiera sabido desde el principio? Decidio discutirlo mas tarde con Karin. «Como todos los interrogatorios hayan sido asi de incompletos, nos veremos obligados a

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