considerado su igual como para hacerla participe de aquello. Pero ahora tendria que responder. No podia continuar tratandola asi, sin respeto.
Coloco los sobres en el asiento del acompanante cuando se metio en el coche. Le llevo unos segundos atinar con la llave del encendido pero, tras respirar hondo un par de veces, la cosa funciono. Era consciente de que no deberia conducir, pero como en tantas otras ocasiones, acallo su conciencia e inicio la marcha.
Casi le parecia bonita, ahora que la veia tan quieta y que no gritaba, que no reclamaba nada ni tomaba nada. Extendio el brazo y le toco la frente. Al rozarla, el agua se puso en movimiento y los rasgos de la cara de la pequena se volvieron difusos bajo las ondas de la superficie.
Alla abajo, junto a la puerta, parecia que su padre estuviese despidiendose de la visita. El sonido de pasos se acercaba. Su padre comprenderia. Tambien a el lo habian dejado fuera. Ella tambien le habia arrebatado cosas a el.
Paso los dedos por el agua, haciendo formas y ondas. Las manos y los pies de la nina descansaban sobre el fondo. Solo las rodillas y una parte de la frente sobresalian de la superficie del agua.
Ya oia a su padre al otro lado de la puerta del bano. No levanto la vista. De repente, era como si no pudiera dejar de mirarla. Le gustaba asi. Por primera vez, la pequena le gustaba. Apreto mas aun la mejilla contra la banera. Aguzo el oido y espero a que su padre comprendiera que ya se habian librado de ella. Habian recuperado a su madre, tanto el como su padre. El se pondria contento, estaba seguro de ello.
Entonces noto que alguien lo apartaba de la banera de un tiron. Atonito, alzo la vista. Su padre tenia el rostro tan distorsionado a causa de tantos sentimientos que el no supo como interpretarlos. Pero alegre no estaba.
– ?Que has hecho? -A su padre se le quebro la voz y saco a Alice de la banera. Sin saber que hacer, sostuvo aquel cuerpo exanime en el regazo hasta que lo deposito en la alfombra del bano con sumo cuidado-. ?Que has hecho? -repitio sin mirarlo.
– Ella se llevo a mi madre. -Noto que las explicaciones se le atascaban en la garganta y que no podian salir. No comprendia nada. Creyo que a su padre le gustaria.
El padre no respondio. Solo lo miro fugazmente con una expresion de incredulidad en la cara. Luego se inclino y empezo a presionar ligeramente con los dedos el pecho del bebe. Le tapaba la nariz, le soplaba con cuidado en la boca y volvia a presionarle el pecho.
– ?Por que haces eso, papa? -El mismo oyo como lloriqueaba. A su madre no le gustaba que lloriquease. Se abrazo las piernas flexionadas y pego la espalda a la banera. ?Por que lo miraba su padre de aquel modo tan raro? No parecia solo enfadado, parecia que le tuviese miedo.
Su padre continuaba soplando en la boca de Alice, pero sus pies y sus manos seguian tan inmoviles en la alfombra como cuando descansaban sobre el fondo de la banera. A veces hacian un leve movimiento brusco cuando su padre le apretaba el pecho con los dedos, pero eran los movimientos de su padre, no los de Alice.
Pero la cuarta vez que su padre dejo de soplar para presionar, le temblo una mano. Luego se oyo una tos y enseguida, el llanto. Aquel llanto familiar, chillon, exigente. Ya habia dejado de gustarle otra vez.
Se oyeron en la escalera los pasos de su madre que bajaba del piso de arriba. Su padre abrazo a Alice y se le empapo la camisa. La pequena seguia llorando a gritos, tanto que vibraban las paredes del bano, y el deseaba que terminara de una vez y que estuviera tan callada y tan buenecita como antes de que su padre empezara a hacerle todo aquello.
Mientras su madre se acercaba, su padre se sento en cuclillas delante de el. Tenia los ojos desorbitados y temerosos cuando, con la cara muy cerca y en voz baja, le dijo:«No hablaremos de esto nunca mas. Y si vuelves a hacerlo, te echare de aqui tan rapido que no oiras ni la puerta al cerrarse, ??entendido?! No vuelvas a tocarla».
– ?Que pasa? -La voz de su madre en la puerta-. En cuanto va una y se echa un rato a descansar y a relajarse, estalla un episodio de pura histeria. ?Que le pasa a la nina? ?Le ha hecho algo? -pregunto volviendose hacia el, que seguia sentado en el suelo.
Durante unos segundos, la unica respuesta que se oyo fue el llanto de Alice. Luego su padre se levanto con ella en brazos y le dijo:
– No, es solo que he tardado un poco en taparla con la toalla al sacarla de la banera. Lo que esta es mas bien irritada.
– ?Seguro que no le ha hecho nada? -Su madre lo miraba fijamente, pero el bajo la cabeza y fingio estar entretenido tironeando de los flecos de la alfombra.
– Bueno, me ha estado ayudando. Lo ha hecho fenomenal con ella. -Con el rabillo del ojo, vio que su padre le lanzaba una mirada de advertencia.
Su madre parecio dispuesta a dejarse convencer. Extendio los brazos con impaciencia y, al cabo de unos segundos de vacilacion, su padre le entrego a Alice. Cuando se fue con paso lento para calmar a la nina, el y su padre se miraron. Los dos guardaron silencio, pero en los ojos de su padre vio que pensaba hacer lo que habia dicho: jamas hablarian de lo ocurrido.
– ?Kenneth! -Se le quebro la voz al intentar llamar a su marido.
Nadie respondio. ?Habrian sido figuraciones suyas? No, estaba segura de haber oido que la puerta se abria y luego se cerraba de nuevo.
– ?Hola?
Seguian sin responder. Lisbet intento incorporarse, pero se le habian mermado las fuerzas a tal velocidad los ultimos dias que fue incapaz. La fuerza que le quedaba la reservaba para las horas que Kenneth pasaba en casa. Y todo para convencerlo de que se encontraba mejor de lo que en realidad estaba y asi poder estar en casa algo mas de tiempo. No tener que aguantar el olor a hospital y la sensacion de las sabanas rasposas en la piel. Conocia tan bien a Kenneth. La llevaria como un rayo al hospital si supiera lo mal que se encontraba. Y lo haria porque aun se aferraba convulsamente a cualquier atisbo de esperanza.
Pero a ella el cuerpo le decia que el final ya estaba cerca. Se le habian terminado las reservas y la enfermedad habia tomado el mando. Habia vencido. Y nada deseaba mas que morir en casa, tapada con su propio edredon y con la cabeza descansando en su propia almohada. Y con Kenneth durmiendo a su lado por la noche. Muchas veces se quedaba despierta escuchando, intentando memorizar el sonido de su respiracion. Sabia lo incomodo que estaba en aquella destartalada cama hinchable. Pero no era capaz de decirle que se fuera a dormir arriba. Quiza fuese una actitud egoista, pero lo queria demasiado como para tenerlo lejos el tiempo que le quedaba.
– ?Kenneth? -Lo llamo una tercera vez. Acababa de convencerse de que se lo habia imaginado todo cuando oyo el ruido familiar del tablon suelto de la entrada, que protestaba ruidosamente siempre que alguien lo pisaba.
»?Hola? -Empezaba a asustarse. Miro a su alrededor en busca del telefono, que Kenneth siempre se acordaba de dejarle cerca, pero ultimamente se levantaba tan cansado que a veces se le olvidaba. Como hoy.
»?Hay alguien ahi? -Se agarro al borde de la cama y trato de incorporarse de nuevo. Se sentia como el protagonista de una de sus novelas favoritas, La metamorfosis, de Franz Kafka, en la que Gregor Samsa se convierte en un escarabajo y es incapaz de darse la vuelta cuando se queda boca arriba, y asi permanece tumbado sin poder hacer nada.
Ya se oian pasos en el recibidor. Pasos cautelosos, pero que se acercaban cada vez mas. Lisbet noto que el panico le hormigueaba por dentro. ?Quien seria aquella persona, que no respondia a sus preguntas? Porque a Kenneth no se le ocurriria bromear con ella de aquel modo, claro. Jamas habia recurrido a bromas pesadas ni a sorpresas inesperadas, ?como iba a hacerlo ahora?
Los pasos no se oian muy lejos. Clavo la mirada en la vieja puerta de madera que ella misma habia lijado y pintado hacia ya lo que a ella le parecia toda una vida. Al principio no se movia y volvio a pensar que tal vez el cerebro le estuviese jugando una mala pasada, que quiza el cancer se hubiese extendido y ya no pudiera pensar con claridad y percibir la realidad tal y como era.
Pero, al cabo de unos minutos, la puerta empezo a moverse despacio hacia dentro. Habia alguien al otro lado