hermanas, pura y simplemente. Y amigas.
– Tengo en el congelador una tarrina de Ben & Jerry’s Chocolate Fudge Brownie. ?Lo traigo?
– ?Y ahora lo dices? -pregunto Anna con expresion ofendida-. Venga aqui el helado ahora mismo, si no quieres que deje de ser tu hermana.
Erik exhalo un suspiro cuando vio entrar el coche de Louise en el aparcamiento de la oficina. No solia presentarse alli y el que ahora lo hiciera no presagiaba nada bueno. Ademas, no hacia mucho que habia llamado preguntando por el. Kenneth se lo comunico en cuanto el volvio de una breve salida a la tienda. Por una vez, su colega no tuvo que mentir.
Se preguntaba por que tenia tanto interes en localizarlo. ?Se habria enterado de su aventura con Cecilia? No, saber que el se acostaba con otra no era para ella motivo suficiente como para sentarse en el coche y salir a la calle con la nevada. De repente, se quedo helado. ?Sabria Louise que Cecilia estaba embarazada? ?Habria roto Cecilia el acuerdo al que habian llegado y que ella misma habia propuesto? ?Acaso el deseo de perjudicarlo y de vengarse de el pudo mas que el de recibir una mensualidad para ella y para su hijo?
Vio a Louise salir del coche. La idea de que Cecilia lo hubiese descubierto lo tenia paralizado. No habia que subestimar a las mujeres. Cuanto mas lo pensaba, mas verosimil le parecia que su amante hubiese renunciado al dinero por el placer de destrozar su vida.
Louise entro en el local. Parecia alterada. Cuando se le acerco, noto el olor pestilente a vino flotando como una niebla densa a su alrededor.
– ?Estas en tu sano juicio? ?Has cogido el coche borracha? -mascullo Erik. Vio con el rabillo del ojo que Kenneth fingia estar concentrado en la pantalla del ordenador, pero por mucho que Erik quisiera, no podia evitar oir lo que dijeran.
– Y a ti que te importa -balbucio ella-. De todos modos, yo conduzco mejor borracha que tu sobrio. -Louise perdio el equilibrio y Erik miro el reloj. Las tres de la tarde y su mujer ya estaba completamente borracha.
– ?Que quieres? -Lo unico que queria era acabar cuanto antes. Si Louise iba a destrozar su mundo, cuanto antes mejor. El siempre habia sido un hombre de accion, nunca habia rehuido las situaciones desagradables.
Sin embargo, en lugar de estallar en acusaciones contra Cecilia y decirle que sabia lo del nino, mandarlo al cuerno y decirle que pensaba quitarle todo lo que poseia, Louise metio la mano en el bolsillo del abrigo y saco algo blanco. Cinco sobres blancos. Erik los reconocio enseguida.
– ?Has estado en mi despacho? ?Husmeando en mis cosas?
– ?Pues claro que si, que punetas! Tu nunca me cuentas nada. Ni siquiera que alguien te ha estado enviando cartas amenazadoras. ?Te has creido que soy idiota? ?Crees que no se que se trata de las mismas cartas de las que hablan en el periodico? Las que le han estado enviando a Christian. Y, por si fuera poco, ahora Magnus esta muerto. -Le salia la ira por las orejas-. ?Por que no me las has ensenado? ?Un enfermo nos amenaza y a ti no te parece que yo tenga derecho a saberlo? ?Yo, que me paso los dias sola en casa, sin proteccion!
Erik lanzo una mirada a Kenneth, irritado ante la idea de que el colega pudiera oir como Louise lo ponia en evidencia. Al ver su expresion, se quedo de piedra. Kenneth habia dejado de mirar la pantalla. Miraba perplejo los cinco sobres blancos que Louise habia arrojado sobre el escritorio. Estaba palido. Miro a Erik un instante y luego volvio la cara de nuevo. Pero ya era tarde. Erik se habia dado cuenta.
– ?Tu tambien has recibido cartas como estas?
Louise se sobresalto al oir la pregunta de Erik y miro a Kenneth. En un principio, parecia que no lo hubiese oido, continuo observando detenidamente una hoja de calculo complejisima con los gastos y los ingresos. Pero Erik no pensaba dejarlo en paz.
– Kenneth, te he hecho una pregunta. -La voz imperativa de Erik. La misma que habia usado siempre, a lo largo de todos los anos, desde que se conocian. Y Kenneth reacciono del mismo modo que cuando eran ninos. Aun seguia siendo el blando, el que iba detras y se sometia a la autoridad de Erik y a su necesidad de liderazgo. Hizo girar lentamente la silla, hasta que quedo de cara a Erik y Louise. Cruzo las manos sobre las rodillas y respondio en voz baja:
– He recibido cuatro. Tres en el buzon y una que me encontre en la mesa de la cocina.
Louise se puso blanca. Habia encontrado mas combustible para la ira que sentia contra Erik.
– Pero ?que es esto? ?Christian, tu y Kenneth? ?Que habeis hecho? ?Y Magnus? ?El tambien recibia cartas? - Miro acusadora a su marido, luego a Kenneth y de nuevo a Erik.
El silencio duro unos instantes. Kenneth miraba inquisitivo a Erik, que nego despacio con la cabeza.
– No, que yo sepa. Magnus nunca dijo nada al respecto, pero eso no tiene por que significar nada. ?Tu sabes algo? -Dirigio la pregunta a Kenneth, que tambien nego sin pronunciar palabra.
– No. Si Magnus se lo hubiese contado a alguien, habria sido a Christian.
– ?Cuando recibiste la primera? -El cerebro de Erik empezaba a procesar la informacion; le daba vueltas y mas vueltas, tratando de hallar una solucion y de recobrar de nuevo el control.
– No estoy seguro. Pero bueno, fue antes de Navidad. O sea, en diciembre.
Erik alargo el brazo y cogio las cartas, que estaban en la mesa. Louise se habia venido abajo, la ira se habia esfumado. Se quedo alli, delante de su marido, viendo como ordenaba las cartas por la fecha del matasellos. La primera quedo debajo, asi que la cogio y entorno los ojos para descifrar la fecha.
– Quince de diciembre.
– Pues yo creo que coincide con mi primera carta -dijo Kenneth antes de bajar la vista de nuevo.
– ?Tienes las cartas todavia? ?Puedes comprobar la fecha del matasellos de las que te llegaron por correo? - pregunto Erik con aquel tono tan eficaz de ejecutivo.
Kenneth asintio y respiro hondo.
– Cuando dejaron la cuarta en la mesa de la cocina, al lado habian puesto un cuchillo.
– ?Y no lo habias dejado alli tu mismo? -pregunto Louise, que ya articulaba bien. El miedo la habia despejado y habia disipado la bruma que le invadia el cerebro.
– No, se que todo estaba recogido y la mesa limpia cuando me fui a la cama.
– ?La puerta no estaba cerrada con llave? -La voz de Erik seguia sonando fria y formal.
– No, creo que no. No siempre me acuerdo de echar la llave.
– Pues a mi, por lo menos, solo me han llegado por correo -constato repasando los sobres. Luego recordo algo que habia leido en el articulo sobre Christian.
»Christian fue el primero en empezar a recibir las amenazas. Empezaron a llegarle hace un ano y medio. A ti y a mi no empezaron a llegarnos hasta hara unos tres meses. Asi que, imaginate, ?y si todo esto tiene que ver con el? ?Y si el era el objetivo del remitente de las cartas y nosotros nos hemos visto involucrados en este enredo solo porque daba la casualidad de que lo conociamos? -Erik hablaba ahora un tanto alterado-. Pues que se prepare si sabe algo y no nos ha dicho nada, si nos deja a mi y a mi familia a merced de un loco sin avisarnos.
– Bueno, el no sabe que tambien nosotros hemos estado recibiendo estas cartas -objeto Kenneth. Erik hubo de admitir que tenia razon.
– No, pero ahora se va a enterar, desde luego. -Erik recogio los sobres y los junto pulcramente golpeandolos contra la mesa.
– ?Piensas hablar con el? -Kenneth parecia angustiado y Erik suspiro. A veces no soportaba aquel temor que su colega tenia a los conflictos. Siempre fue igual. Kenneth seguia la corriente, nunca decia que no, siempre decia que si. Claro que esa actitud habia servido a sus intereses. Solo podia haber uno al mando. Hasta ahora habia sido el, y asi seguiria siendo.
– Pues claro que pienso hablar con el. Y con la Policia. Deberia haberlo hecho hace mucho, pero hasta que no lei lo de las cartas de Christian no empece a tomarmelo en serio.
– A buenas horas -mascullo Louise. Erik la miro con encono.
– Es que no quiero que Lisbet se altere. -Kenneth levanto la barbilla con un destello rebelde en la mirada.
– Alguien entro en tu casa, dejo una carta en la mesa de la cocina y puso un cuchillo al lado. Si yo fuera tu, estaria mucho mas preocupado por eso que por inquietar a Lisbet. Se pasa la mayor parte del tiempo sola en casa. Imaginate que esa persona consigue entrar mientras tu estas fuera.
Erik comprendio que a Kenneth ya se le habia pasado por la cabeza aquella posibilidad y, mientras se irritaba al pensar en la abulia de su colega, trataba de obviar el hecho de que tampoco el habia denunciado las amenazas, precisamente.