con cara totalmente inexpresiva. Sin embargo, murmuraba algo como para si mismo. Gosta se le acerco para oir lo que decia.

– No los merezco. No los merezco.

Gosta le cogio el brazo con cuidado.

– Anda, ve y vistete y despues hablamos. -Con suavidad y determinacion, lo empujo a la habitacion de al lado, que, segun habia visto al pasar, era la del matrimonio.

Christian se dejo conducir hasta alli, y se sento en la cama, al parecer sin la menor intencion de vestirse. Gosta miro a su alrededor y encontro una bata colgada de una percha detras de la puerta. Se la dio a Christian, que se la puso con movimientos lentos y torpes.

– Voy a ver a Sanna y a los ninos. Luego podemos sentarnos a hablar en la cocina.

Christian asintio. Tenia la mirada hueca y los ojos como cubiertos por una pelicula vidriosa. Gosta lo dejo sentado en la cama y fue a hablar con Martin, que seguia en la habitacion de los ninos.

– ?Que es lo que esta pasando aqui, eh?

Martin meneo la cabeza.

– Esto es una locura. Debe de haberlo hecho un perturbado. Y ademas, ?que significa eso?, «no los mereces». ?A quien? ?A los ninos?

– Eso es lo que tenemos que averiguar. Patrik y Paula llegaran en cualquier momento. ?Puedes bajar tu a recibirlos? Y llama a un medico. Creo que los ninos estan bien, pero tanto Sanna como Christian sufren los efectos de una conmocion terrible. Sera mejor que los vea un experto. Estaba pensando ayudar a Sanna a lavar a los ninos. Si no, les arrancara la piel.

– Tambien tenemos que llamar a los tecnicos.

– Exacto, dile a Patrik que se ponga en contacto con Torbjorn en cuanto llegue, para que manden al equipo. Y ademas, hemos de procurar no seguir pisandolo todo.

– Por lo menos hemos conseguido salvar la pared -observo Martin.

– Si, menuda suerte.

Bajaron juntos la escalera y Gosta logro localizar enseguida la puerta que conducia al sotano. Una bombilla desnuda iluminaba la escalera, que empezo a bajar despacio. Como la mayoria de los sotanos, tambien el de la familia Thydell estaba lleno de todo tipo de trastos: cajas de carton, juguetes viejos, cajas donde se leia «adornos navidenos», herramientas que no parecian usarse muy a menudo y una estanteria con cosas de pintura, latas, frascos, brochas y bayetas. Gosta cogio un frasco medio lleno de disolvente, pero en el preciso instante en que los dedos asieron el recipiente, atisbo algo con el rabillo del ojo. En el suelo habia una bayeta. Impregnada de pintura roja.

Leyo rapidamente la etiqueta de las latas que habia en la estanteria. Ninguna era de pintura roja. Pero Gosta estaba seguro, la de la bayeta tenia el mismo tono que la del dormitorio de los ninos. Era probable que quien hubiera usado la pintura para escribir en la pared se hubiese manchado y hubiese bajado al sotano para limpiarse. Observo el frasco que tenia en la mano. Mierda, quiza hubiera huellas que no debia destruir. Pero necesitaba el contenido. Habia que lavar a los ninos antes de sacarlos de la banera. Una botella vacia de coca-cola vino a darle la solucion. Sin cambiarse de mano el frasco de disolvente, vertio el contenido en la botella de refresco. Luego dejo el frasco en la estanteria. Con un poco de suerte, quiza no hubiese borrado todas las huellas. Y pudiera ser que la bayeta tambien les dijese algo.

Con la botella en la mano, subio de nuevo al piso de arriba. Patrik y Paula aun no habian llegado, pero ya no podian andar muy lejos.

Sanna seguia restregando a los ninos cuando el entro en el bano. Los pequenos lloraban desesperados y Gosta se acuclillo junto a la banera y dijo con dulzura:

– No conseguiras quitarles la pintura solo con jabon, habra que usar disolvente. -Le mostro la botella que habia cogido del sotano. Ella paro y se lo quedo mirando perpleja. Gosta cogio una toalla de un gancho que habia junto al lavabo y vertio en la felpa un chorro del liquido. Sanna lo observaba. El policia le mostro la toalla y luego le cogio el brazo al mayor de los hijos de Sanna. Seria imposible calmarlos ahora, asi que tendria que apresurarse.

– Mira, ya va desapareciendo la pintura. -Pese a que el nino se retorcia como una lombriz, Gosta se las arreglaba bastante bien-. Quedaran limpios, lo quitaremos todo, ya veras.

Se dio cuenta de que se dirigia a Sanna como si estuviera hablando con un nino, pero parecia funcionar, porque se la veia cada vez mas ausente.

– Ya esta, ya tenemos listo al primero. -Gosta dejo la toalla, cogio la ducha y lavo al nino para eliminar los restos de disolvente. El pequeno pateaba desesperadamente mientras Gosta lo sacaba de la banera, pero Sanna reacciono y cogio enseguida un albornoz en el que envolverlo. Luego, se lo sento en el regazo y empezo a mecerlo.

– Muy bien, chiquitin, ahora te toca a ti.

El mas pequeno comprendio que si dejaba que el policia lo lavara, no tardaria en salir de la banera y verse en las rodillas de su madre. De modo que dejo de llorar y se quedo totalmente quieto mientras Gosta volvia a mojar la toalla en el disolvente y empezaba a limpiarlo. Pocos minutos mas tarde, con la piel de un leve color rosaceo, el hermano menor se acurrucaba en el regazo de su madre, envuelto de pies a cabeza en una gran toalla de bano.

Gosta oyo voces en el piso de abajo y luego unos pasos en la escalera. En la puerta del bano aparecio Patrik.

– ?Que ha pasado? -pregunto sin resuello-. ?Estan todos bien? Martin me dijo que los ninos no han sufrido ningun dano. -Patrik no apartaba la vista de la banera, que estaba llena de agua de color rosa.

– Si, los ninos estan bien, solo algo conmocionados. Como los padres. -Gosta se levanto y se acerco a Patrik. Le expuso brevemente lo que habia ocurrido.

– Esto no es normal, desde luego. ?Quien es capaz de algo asi?

– Es lo que dijimos Martin y yo. Aqui hay algo raro, por asi decirlo. Y creo que Christian sabe mas de lo que nos ha contado. -Le refirio lo que le habia oido murmurar.

– Si, yo llevo un tiempo con la misma sensacion. ?Donde esta?

– En el dormitorio.

– Pues vamos a ver si esta en condiciones de hablar.

– A mi me parece que si.

A Patrik le sono el telefono en el bolsillo. Respondio enseguida y Gosta lo vio dar un respingo.

– Pero ?que me dices? ?Podrias repetir eso? -Miraba con estupefaccion a Gosta, que en vano intentaba oir lo que decian al otro lado de la linea-. Vale, entendido. Estamos en casa de los Thydell, aqui tambien se han producido unos sucesos muy extranos, pero lo resolveremos.

Colgo el telefono.

– Kenneth Bengtsson esta ingresado en el hospital de Uddevalla. Salio a correr esta manana y alguien le habia tendido una trampa, una cuerda que atravesaba el sendero y que lo hizo tropezar y caer sobre un lecho de fragmentos de cristal.

– Maldita sea -susurro Gosta. Y, por segunda vez aquella manana, anadio-: ?Que esta pasando aqui, en realidad?

Erik miraba fijamente el telefono movil. Kenneth iba camino del hospital. Siempre tan cumplidor, al parecer habia convencido al personal de la ambulancia de que lo llamasen para comunicarle que aquella manana no iria a la oficina.

Alguien le habia tendido una trampa en el circuito por el que solia correr. Erik ni siquiera se planteo que fuese un error, algun tipo de juego que se les hubiese ido de las manos. Kenneth siempre hacia el mismo recorrido cuando salia a correr. Todas las mananas, exactamente el mismo trayecto. Todos lo sabian y cualquiera podria haberlo averiguado. De modo que, sin atisbo de duda, era obvio que alguien queria hacerle dano.

Quiza deberia poner sus barbas a remojar. A lo largo de los anos, habia asumido un sinfin de riesgos y habia fastidiado a muchas personas. Pero jamas habria podido prever aquello, ni el panico que ahora sentia.

Se volvio hacia la pantalla y entro en la pagina web del banco. Tenia que comprobar sus posibilidades. No paraba de darle vueltas a todo, pero trato de centrarse en las cantidades que habia en cada cuenta y en canalizar el miedo hacia un plan, una via de escape. Se permitio reflexionar un instante en quien estaria detras de aquellas

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