Miro el reloj y penso que tenia ganas de volver a casa. Habia algo en el ultimo dibujo que le habia revuelto el estomago. No podia decir exactamente que, pero la habia alterado profundamente.

Erica se levanto como pudo. Decidio saltarse la cita con Goran. Se llevaria una desilusion, pero ya se verian en otro momento.

Se paso todo el camino de regreso a Fjallbacka pensando. Las imagenes le pasaban veloces por la retina. El monigote grande, Christian, y el pequeno, yo. Tuvo el presentimiento de que aquel «yo» era la clave de todo aquello. Y solo una persona podia desvelar la identidad de aquel «yo». Manana, a primera hora, iria a hablar con Christian. Esta vez no tendria mas remedio que responder.

– Vaya, que extrano. Precisamente iba a llamarte. -La voz de Pedersen sono tan seca y correcta como siempre. Pero Patrik sabia que bajo aquella pantalla, el forense tenia sentido del humor. Lo habia oido bromear en mas de una ocasion, aunque no con frecuencia.

– ?Ah, si? Y yo que pensaba meteros un poco de prisa. Necesitamos algun resultado. Lo que sea que pueda ayudarnos a avanzar un poco.

– Bueno, pues no se lo util que sera. Pero hice lo posible por adelantar las autopsias de vuestro caso. Acabamos con Magnus Kjellner ayer, bastante tarde, y ahora mismo he terminado con Lisbet Bengtsson.

Patrik se imaginaba a Pedersen sentado mientras hablaba por telefono, con la bata llena de sangre y con el auricular en la mano enguantada.

– ?Que habeis encontrado?

– En primer lugar, lo evidente, que a Kjellner lo asesinaron. Bastaba la simple inspeccion ocular del cadaver, pero nunca se sabe. A lo largo de los anos me he encontrado con una serie de casos en que las victimas presentaban heridas post mortem, pero la causa de la muerte era totalmente natural.

– Ya, pero no era este el caso, ?no?

– No, desde luego. La victima presentaba una serie de cortes en el pecho y el estomago, infligidas con un objeto afilado, seguramente un cuchillo. Eso fue, sin duda, lo que le causo la muerte. Le atacaron de frente y presentaba heridas defensivas en las manos y bajo los brazos.

– ?Algun dato sobre el tipo de cuchillo?

– La verdad, no quisiera especular, pero a juzgar por las heridas, diria que se trata de un cuchillo de hoja lisa. Y… -el forense hizo una pausa de efecto- diria que se trata de algun tipo de navaja de pesca -declaro Pedersen satisfecho.

– ?Como puedes saberlo? -pregunto Patrik-. Debe de haber miles de modelos de navaja.

– Si, y en realidad, no puedo decir que se trate de una navaja de pesca, pero si que la habian utilizado para limpiar pescado.

– De acuerdo, pero ?como has podido averiguarlo? -La impaciencia lo corroia por dentro y Patrik habria preferido que Pedersen no hubiese tenido aquella inclinacion por los efectos dramaticos. El forense contaba con toda su atencion.

– Porque encontre escamas de pescado -respondio Pedersen.

– ?Como? ?Donde? ?Como podian quedar escamas, si el cuerpo llevaba tanto tiempo en el agua? -Patrik noto que se le aceleraba el pulso. Tenia tantas ganas de conseguir algo, cualquier cosa que les diera una pista con la que seguir adelante.

– La mayor parte habra desaparecido en el agua, seguramente, pero encontre algunas hundidas en las heridas. Las he mandado analizar, por si se puede establecer la clase de pescado. Espero que os sea de utilidad.

– Si, claro, seguro que si -dijo Patrik, aunque comprendio que aquella informacion no tendria mucho sentido. A fin de cuentas, se encontraban en Fjallbacka, un pueblo donde las escamas de pescado no eran nada extraordinario.

– ?Algo mas sobre Kjellner?

– Nada de particular. -Pedersen parecio desilusionado al ver que Patrik no mostraba mas entusiasmo por su hallazgo-. Lo apunalaron y murio, seguramente en el acto. Debio de sangrar una barbaridad. Dejaria el lugar del crimen como un matadero. Aclarar esa parte es trabajo vuestro. Te enviare el informe por fax, como siempre.

– ?Y Lisbet? ?Que has averiguado sobre ella?

– Murio de muerte natural.

– ?Estas seguro?

– Practique la autopsia muy a conciencia. -Pedersen parecia ofendido y Patrik se apresuro a anadir:

– O sea, lo que estas diciendo es que no la asesinaron, ?verdad?

– Correcto -respondio Pedersen, aun con un resto de frialdad-. Para ser sincero, es un milagro que viviera tanto tiempo. El cancer se habia extendido por casi todos los organos vitales. Lisbet Bengtsson estaba muy enferma. Sencillamente, se murio.

– Asi que Kenneth estaba equivocado -dijo Patrik como hablando consigo mismo.

– ?Como?

– No, nada. Estaba pensando en voz alta. Gracias por darle prioridad a esto. En estos momentos, necesitamos toda la ayuda posible.

– ?Tan mal esta la cosa? -pregunto Pedersen.

– Si, tu lo has dicho, tan mal esta.

Alice y el tenian algo en comun. Les encantaba el verano. A el, porque no tenia que ir al colegio y no tenia que aguantar a sus torturadores. A Alice, porque podia nadar en el mar. Pasaba en el agua todo el tiempo que podia. Nadaba hacia el fondo y hacia la orilla y daba volteretas. Toda la torpeza que aquel cuerpo desmanado desplegaba en tierra, desaparecia en el instante en que se adentraba en el agua. Alli se movia sin dificultad y suavemente.

Su madre era capaz de contemplarla durante horas. Aplaudir sus cabriolas en el agua y animarla a que practicara. La llamaba «su sirena».

Pero a Alice no le interesaba el entusiasmo de su madre. En cambio, lo buscaba a el con la mirada y le gritaba:

– ?Mirame! -Se tiraba desde la roca y cuando volvia a salir a la superficie, le sonreia-. ?Me has visto? ?Has visto lo que he hecho? -preguntaba con el ansia en la voz y con una expresion hambrienta en la mirada. Pero el no se dignaba responder. Levantaba brevemente la vista del libro que estuviera leyendo sentado en la toalla, sobre las rocas. Ignoraba lo que Alice queria de el.

Su madre solia responder por el, tras lanzarle una mirada de enojo mezclado con no poco desconcierto. Ella tampoco lo comprendia. Ella, que dedicaba a Alice todo su tiempo y todo su amor.

– ?Yo si te he visto, carino! ?Que bien! -le respondia. Pero era como si Alice no oyese la voz de su madre, sino que volvia a gritarle a el:

– ?Mira ahora! ?Mira lo que hago! -Y se iba nadando a crol hacia el horizonte. Adelantaba los brazos con movimientos ritmicos y bien coordinados.

Su madre se puso de pie llena de preocupacion:

– Alice, carino, no te alejes mas. -Se hizo sombra con la mano sobre los ojos.

– Se esta alejando demasiado. ?Ve a buscarla!

El intento hacer como Alice y fingir que no la oia. Siguio pasando paginas despacio, concentrado en las palabras y en las letras negras sobre el papel blanco. Entonces, sintio un dolor ardiente en el cuero cabelludo. Su madre le habia agarrado un buen mechon de pelo y tiraba con todas sus fuerzas. El se levanto en el acto y entonces ella lo solto.

– Ve a buscar a tu hermana. Mueve esa mole de grasa y procura que vuelva a la orilla.

Rememoro un instante la sensacion de la mano de su madre cogiendole la suya el dia que nadaron juntos, como lo solto y el se hundio en el agua. A partir de aquel dia, dejo de gustarle banarse en el mar. Habia algo aterrador en el agua. Existian bajo la superficie cosas que el no veia, de las que no se fiaba.

Вы читаете La sombra de la sirena
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату