minutos para hablar de lo que harian despues.
– Nada, ?no? -dijo Paula, que lo habia oido hablar mientras iba cogiendo patatas.
– Por ahora, no. No hay mucha gente que viva en esa zona en invierno, asi que no es de extranar que el resultado sea tan pobre.
– ?Y como ha ido la cosa en Badholmen?
– Ya se han llevado el cadaver -explico Patrik dando otro mordisco a la hamburguesa-. Asi que Torbjorn y sus hombres terminaran dentro de nada. Me prometio que me llamaria si encontraba algo.
– ?Y que hacemos ahora?
Antes de empezar a comer repasaron las copias de los documentos que les habian entregado en los servicios sociales. Todo parecia encajar con lo que Sanna le habia contado a Erica.
– Seguir adelante. Sabemos que a Christian lo dieron en adopcion muy poco despues, a una pareja apellidada Lissander, aqui en Trollhattan.
– ?Tu crees que viviran aqui todavia? -pregunto Paula.
Patrik se limpio las manos a conciencia, hojeo los documentos hasta dar con el que buscaba y memorizo unos datos. Luego, marco el numero del servicio de informacion telefonica.
– Hola, queria saber si viven en Trollhattan unas personas llamadas Ragnar e Irene Lissander. De acuerdo, gracias. -Se le ilumino la cara y asintio, confirmandole a Paula que tenia buenas noticias-. ?Podrias mandarme la direccion en un
– Asi que siguen viviendo aqui, ?eh? -Paula seguia comiendo patatas fritas.
– Eso parece. ?Y si vamos alli y hablamos con ellos? ?Tu que dices?
Patrik se levanto y miro a Paula impaciente.
– ?No deberiamos llamar primero?
– No, quiero ver como reaccionan sin que esten avisados. Debe existir una razon para que Christian recuperase el apellido de su madre biologica, y para que nunca le hablara a nadie de su existencia, ni siquiera a su mujer.
– Puede que no viviera con ellos mucho tiempo.
– Si, claro, pudiera ser, pero aun asi, yo no creo… -Patrik trataba de expresar por que tenia la firme sensacion de que aquella era una pista que valia la pena seguir-. Por ejemplo, no se cambio el apellido hasta los dieciocho anos. ?Por que tan tarde? Y, ademas, ?por que llevar el nombre de unas personas con las que no habia vivido tanto tiempo?
– Si, claro, en eso tienes razon -dijo Paula, aunque sin mucha conviccion.
Como quiera que fuese, iban a enterarse muy pronto. No pasarian muchos minutos antes de que apareciese y encajase en su lugar una de las piezas que faltaban en el rompecabezas de Christian Thydell. O de Christian Lissander.
Erica dudaba, telefono en mano. ?Debia llamar o no? Pero finalmente decidio que la noticia no tardaria en hacerse publica y que seria mucho mejor que Gaby se enterase por ella.
– Hola, soy Erica.
Cerro los ojos mientras Gaby la abrumaba con su habitual verborrea incontenible hasta que la interrumpio en medio del torrente.
– Gaby, Christian esta muerto.
Se hizo el silencio en el auricular. Luego oyo jadear a Gaby.
– ?Que? ?Como? -balbucio-. ?Ha sido la misma persona que…?
– No lo se. -Erica volvio a cerrar los ojos. Las palabras que iba a pronunciar eran terribles e irrevocables-: Lo encontraron esta manana, colgado de una cuerda. La Policia no sabe mas por ahora. Ignoran si lo hizo el mismo o si… -Dejo la frase inacabada.
– ?Colgado? -Gaby volvia a jadear-. ?No puede ser!
Erica guardo silencio un instante. Sabia que la informacion debia asentarse despacio antes de convertirse en realidad. Ella misma lo experimento asi cuando Patrik le dio la noticia.
– Te llamare si me entero de algo mas -aseguro Erica-. Pero te agradeceria que mantuvieras al margen a los medios tanto tiempo como sea posible. Su familia ya esta sufriendo bastante.
– Por supuesto, por supuesto -dijo Gaby, y parecio que lo decia de verdad-. Pero mantenme al corriente de las novedades.
– Te lo prometo -dijo Erica antes de colgar. Sabia que, aunque Gaby se abstuviera de llamar a la prensa, la noticia de la muerte de Christian no tardaria en ocupar las primeras paginas de los diarios. Se habia convertido en un personaje celebre de la noche a la manana y los periodicos comprendieron enseguida que su nombre venderia muchos ejemplares. Su muerte dominaria todas las noticias de los proximos dias, de eso estaba segura. Pobre Sanna, pobres ninos.
Erica apenas fue capaz de mirarlos el rato que estuvo con ellos en casa de la hermana de Sanna. Estuvieron jugando en el suelo con una montana de piezas de lego. Un juego sin tristeza, alegre, tan solo interrumpido por la rina habitual entre hermanos. No parecian ya afectados por la experiencia del dia anterior, pero quiza la llevasen dentro. Quiza se les hubiese quebrado algo por dentro, aunque no se les notase por fuera. Y ahora habian perdido a su padre. ?Como afectaria aquello a sus vidas?
Ella se habia quedado todo el rato sentada en el sofa, sin moverse. Y al final se obligo a mirarlos, a ver como las dos cabezas discutian, muy juntas, donde debia ir la sirena de la ambulancia. Tan parecidos a Christian y tambien a Sanna. Ellos serian lo unico que quedase de Christian. Ellos y el libro.
Erica tuvo entonces el impulso de leer la historia una vez mas, como un homenaje a Christian. Primero fue a ver a Maja, que estaba durmiendo. Con el jaleo de la manana, no habia llevado a la pequena a la guarderia. Le acaricio la melena rubia que descansaba sobre el almohadon. Luego, fue a buscar el libro, se acomodo en el sillon y lo abrio por la primera pagina.
Enterrarian a Magnus dentro de dos dias. Dentro de dos dias quedaria bajo tierra. En un agujero.
Cia no habia salido desde que recibio la noticia del hallazgo del cadaver. No soportaba que la gente se la quedase mirando, no soportaba las miradas que, con un toque de compasion, se preguntaban que habria hecho Magnus para merecer aquella muerte. Ni las especulaciones de que tal vez hubiese buscado la desgracia por su propia mano.
Sabia lo que decian, llevaba muchos anos oyendo ese tipo de habladurias. No era de las que contribuian activamente, desde luego, pero si escuchaba sin protestar.
«No hay humo sin fuego.»
«A saber como pueden permitirse ir a Tailandia, seguro que trabaja sin cotizar.»
«Pues si que ha empezado a ponerse camisetas escotadas, asi, de repente, ?a quien querra impresionar?»
Cotilleos aislados, tomados fuera de contexto y ensamblados hasta formar una mezcla de realidad e invencion. Hasta que al final cobraban carta de naturaleza.
Bien imaginaba ella que historias contarian en el pueblo. Pero mientras pudiera quedarse en casa, no le importaba. Apenas era capaz de pensar en el video que Ludvig le habia ensenado a los policias el dia anterior. No mintio cuando dijo que no sabia nada de aquella grabacion. Pero, al mismo tiempo, la hizo recapacitar porque, claro que, de vez en cuando, habia tenido la impresion de que habia algo que Magnus no le contaba. ?O seria una construccion mental posterior, ahora que se habia removido todo de la forma mas desconcertante? Pero creia recordar que, en ocasiones, una honda melancolia hacia presa en su marido, por lo general tan alegre. Lo abatia como una sombra, como un eclipse de sol. Alguna vez incluso le pregunto. Si, claro que lo recordaba. Le acaricio la mejilla y le pregunto en que pensaba. Y el siempre reaccionaba igual, se iluminaba de nuevo. Ahuyentaba la sombra antes de que ella tuviese ocasion de ver demasiado.
– En ti, carino, ?que preguntas haces! -respondia el inclinandose para darle un beso.
Tambien habia llegado a suceder que ella sintiera que algo lo apesadumbraba incluso cuando no se le notaba en la cara. Pero ella siempre desechaba aquellos presentimientos. Ocurria tan rara vez y, ademas, no tenia nada concreto en lo que basarse.
Pero desde el dia anterior, no habia podido dejar de pensar en ello. En la sombra. ?Era esa sombra la causa