de que el ya no estuviera con ella? ?De donde habria salido? ?Por que Magnus no le dijo nunca una palabra? Ella habia vivido en la creencia de que se lo contaban todo, de que ella lo sabia todo de el, y viceversa. ?Y nunca fue asi? ?Y si ella no tenia ni idea de nada?

La sombra crecia cada vez mas en su conciencia. Veia la cara de Magnus ante si. No el semblante alegre, calido y carinoso a cuyo lado Cia habia tenido la fortuna de despertarse cada manana de los ultimos veinte anos, sino la cara de la grabacion de video. Aquella cara distorsionada por la desesperacion.

Cia se cubrio el rostro con las manos y se echo a llorar. Ya no estaba segura de nada. Era como si Magnus hubiera muerto por segunda vez, y Cia no podria sobrevivir a esa segunda perdida.

Patrik toco el timbre y, un instante despues, se abrio la puerta. Un hombrecillo de piel reseca asomo la cara.

– ?Si?

– Soy Patrik Hedstrom, de la Policia de Tanum. Y esta es mi colega Paula Morales.

El hombre los observaba con suma atencion.

– Pues vienen de muy lejos. ?En que puedo ayudarlos? -pregunto con cierta reserva.

– ?Es usted Ragnar Lissander?

– El mismo.

– Pues querriamos entrar y charlar un rato. A ser posible, con su mujer, si es que esta en casa -dijo Patrik. Le hablo con amabilidad, pero no cabia pensar que fuese una pregunta.

El hombre parecio dudar un instante. Luego, se aparto y los invito a pasar.

– Mi mujer no se encuentra bien y esta descansando. Pero ire a ver si puede bajar un rato.

– Estaria bien -insistio Patrik, sin saber si Ragnar Lissander pretendia que aguardasen en el recibidor mientras el subia.

– Entren y ponganse comodos, no tardaremos -dijo el hombre, como respondiendo a la pregunta que Patrik no habia formulado.

Patrik y Paula se encaminaron en la direccion que senalaba el brazo del hombre y vieron que, a la izquierda, habia una sala de estar. Echaron un vistazo mientras oian los pasos de Ragnar Lissander subiendo hacia la primera planta.

– Que aspecto mas poco acogedor -dijo Paula en un susurro.

Patrik no podia por menos de estar de acuerdo. La sala de estar parecia una sala de exposiciones mas que una casa. Todo relucia y los habitantes de la casa parecian tener debilidad por las figuritas. El sofa era de piel marron y tenia delante la consabida mesa de cristal, sobre la que no se veia una sola huella y Patrik se estremecio ante la idea del aspecto que habria tenido aquella mesa de haber estado en su casa, con Maja dejando pegotes por todas partes.

Lo mas sorprendente era que no habia en la habitacion ningun objeto personal. Ni fotografias, ni dibujos de los nietos, ni postales de amigos o familiares.

Se sento despacio en el sofa y Paula se acomodo a su lado. Oyeron voces procedentes del piso de arriba, una conversacion agitada, aunque no pudieron distinguir que decian. Al cabo de unos minutos mas de espera, oyeron pasos en la escalera y, en esta ocasion, de dos pares de zapatillas.

Ragnar Lissander aparecio en la puerta. Era el vejete por definicion, penso Patrik. Gris, encogido e invisible. No se podia decir lo mismo de la mujer que venia detras. No caminaba hacia ellos, se deslizaba, enfundada en una bata toda de volantes color melocoton. Cuando le estrecho la mano a Patrik, dejo escapar un suspiro.

– Espero sinceramente que se trate de algo lo bastante importante como para interrumpir mi descanso.

Patrik se sentia como en una pelicula muda de los anos veinte.

– Tenemos unas preguntas que hacerle -dijo sentandose otra vez.

Irene Lissander se repantigo en el sillon que habia enfrente, sin molestarse en saludar a Paula.

– En fin… Ragnar me ha dicho que vienen de… -Se volvio hacia su marido-. ?Era Tanumshede?

El hombre asintio con un murmullo y se sento en el borde del sofa, con las manos colgando entre las piernas y la vista clavada en el cristal reluciente de la mesa.

– No comprendo que quieren de nosotros -dijo Irene Lissander con altivez.

Patrik no pudo evitar mirar fugazmente a Paula, que hizo un gesto de desidia.

– Estamos investigando un asesinato -comenzo Patrik-. Y hemos dado con una pista que nos ha llevado atras en el tiempo, a un suceso que sucedio aqui, en Trollhattan, hace treinta y siete anos.

Patrik vio con el rabillo del ojo que Ragnar daba un respingo.

– En esa fecha, ustedes se convierten en padres de acogida de un nino.

– Christian -confirmo Irene dando zapatazos de impaciencia. Llevaba unas zapatillas de casa de tacon alto con el dedo descubierto. Llevaba las unas pintadas de un rojo chillon que no casaba con la bata.

– Exacto. Christian Thydell, que luego llevo su apellido. Lissander.

– Pero despues se lo volvio a cambiar -dijo Ragnar con una calma que le valio una mirada asesina de su mujer. El hombre guardo silencio y volvio a hundirse en el sofa.

– ?Lo adoptaron?

– No, desde luego que no. -Irene se aparto de la cara un mechon oscuro, claramente tenido-. Solo vivia con nosotros. Lo del nombre fue para… para que fuera mas sencillo.

Patrik se quedo estupefacto. ?Cuantos anos habia pasado Christian en aquel hogar, donde lo trataban como a un inquilino no deseado, a juzgar por la frialdad con que su madre de acogida hablaba de el?

– Ya veo. Y ?cuanto tiempo vivio con ustedes? -Patrik oyo el resonar displicente de sus propias palabras, pero Irene Lissander no se dio por enterada.

– Pues… ?cuanto tiempo fue, Ragnar? ?Cuanto tiempo estuvo el chico con nosotros? -Ragnar no respondio, de modo que Irene se volvio de nuevo hacia Patrik. A Paula no se habia dignado dedicarle una sola mirada. Patrik tuvo la sensacion de que, en el mundo de Irene, no existian las demas mujeres.

»Digo yo que se podra calcular, ?no? Tenia algo mas de tres anos cuando llego. ?Y cuantos tenia cuando se fue, Ragnar? Dieciocho, ?no? -sonrio como disculpandose-. Iba a buscar la felicidad en otro lugar. Y desde entonces no hemos sabido nada de el. ?Verdad, Ragnar?

– Si, asi fue -contesto Ragnar Lissander en voz baja-. Simplemente… se marcho.

Patrik sentia compasion por aquel pobre hombre. ?Habria sido siempre asi? Sometido y menospreciado. ?O fueron los anos compartidos con Irene lo que le mino las fuerzas?

– ?Y no tienen idea de adonde fue?

– Ni idea, ni la mas remota idea. -Irene volvia a repiquetear con el pie.

– ?A que vienen todas estas preguntas? -quiso saber Ragnar-. ?De que modo esta Christian implicado en esa investigacion de asesinato?

Patrik vacilo un instante.

– Por desgracia, debo comunicarles que lo han encontrado muerto esta manana.

Ragnar no pudo disimular la pena. Despues de todo, alguien se habia preocupado por Christian, el no lo habia considerado un simple inquilino.

– ?Como ha muerto? -pregunto con un temblor en la voz.

– Lo encontraron ahorcado. Es cuanto sabemos por ahora.

– ?Tenia familia?

– Si, dos hijos preciosos y su mujer, Sanna. Llevaba unos anos viviendo en Fjallbacka y era bibliotecario. La semana pasada se publico su primera novela, La sombra de la sirena. Ha tenido unas criticas excelentes.

– Asi que era el… -dijo Ragnar-. Lo lei en el periodico y me resulto familiar el nombre, pero el Christian de la fotografia no se parecia en absoluto al que vivio con nosotros.

– Vaya, eso si que resulta sorprendente; que aquel desastre llegara a ser algo en la vida -comento Irene con la expresion dura como una piedra.

Patrik tuvo que morderse la lengua para no replicarle. Debia portarse como un profesional y concentrarse en su objetivo. Noto que volvia a sudar en abundancia y se tiro un poco del jersey, como si le faltara el aire.

– Los primeros anos de la vida de Christian fueron terribles. ?Notaron algo en su comportamiento?

– Ya, pero era tan pequeno… Esas cosas se olvidan pronto -dijo Irene quitandole importancia con un gesto de la mano.

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