– ?Es para Christian? -dijo en voz baja.
Alice asintio y se lo puso delante otra vez.
– Se lo mandare, te lo prometo.
El atisbo de una sonrisa. Despues, se acomodo de nuevo en la silla y empezo a mover las manos otra vez. Iba a comenzar otro dibujo.
Patrik echo un vistazo al papel que Ragnar Lissander tenia en la mano. Reconocia aquel modo de dibujar.
– Ha cumplido su promesa. Le ha enviado los dibujos a Christian -dijo cuando hubieron salido de la habitacion de Alice.
– No todos. Dibuja tantos… Pero los mando a veces, para que el sepa que Alice piensa en el. A pesar de todo.
– ?Como sabia adonde enviar los dibujos? Por lo que dijeron, interrumpio todo contacto con ustedes cuando tenia dieciocho anos, ?no? -observo Paula.
– Si, y asi fue. Pero Alice deseaba tanto que Christian recibiera sus dibujos, que averigue donde se encontraba. Yo tambien tenia curiosidad, claro. En primer lugar, intente buscarlo por nuestro apellido, pero no di con el. Luego trate de localizarlo por el apellido de su madre, y encontre una direccion de Gotemburgo. Le perdi la pista un tiempo, se mudo y me devolvian las cartas, pero luego volvi a localizarlo. En la calle Rosenhillsgatan. Aunque no sabia que se habia mudado a Fjallbacka, pensaba que seguia en la ultima direccion, porque de alli nunca me devolvieron las cartas.
Ragnar se despidio de Alice y, por el pasillo de la residencia, Patrik le hablo del hombre que habia guardado las cartas para Christian. Se sentaron en una gran sala que hacia las veces de comedor y cafeteria. Era una estancia impersonal, con grandes palmeras que, como la planta de la habitacion de Alice, sufrian la falta de agua y cuidados. Todas las mesas estaban vacias.
– Lloraba mucho -explico Ragnar pasando la mano por el mantel de color claro-. Seguramente por el colico del lactante. Irene empezo a perder el interes por Christian ya durante el embarazo, asi que cuando Alice nacio y empezo a exigirle tanto tiempo, no quedo ninguno para el. Y el pobre ya venia tan falto de atencion…
– ?Y usted? -pregunto Patrik y, por la expresion de Ragnar, comprendio que habia puesto el dedo en una llaga muy dolorosa.
– ?Yo? -Ragnar se senalo con la mano-. Yo cerraba los ojos, no queria ver. Irene siempre ha llevado la voz cantante. Y yo se lo permiti. Asi era todo mas sencillo.
– ?Quiere decir que Christian no queria a su hermana? -pregunto Patrik.
– Solia quedarse mirandola cuando la teniamos en la cuna. Y yo veia que se le ensombrecia la mirada, pero jamas pense… Solo fui a abrir cuando llamaron a la puerta. -Ragnar parecia ausente y se quedo con la vista clavada en un punto lejano-. Solo me ausente unos minutos.
Paula abrio la boca para decir algo, pero volvio a cerrarla. Debia permitir que terminara a su ritmo. Se notaba lo mucho que estaba esforzandose por formular aquellas palabras. Tenia el cuerpo tenso y los hombros como encogidos.
– Irene se habia echado a descansar un rato y, para variar, me dejo a cargo de Alice. Por lo general, nunca la dejaba sola. Era tan bonita, aunque llorase sin parar… Era como si a Irene le hubieran regalado una muneca nueva con la que jugar. Una muneca que no queria prestarle a nadie.
Unos minutos de un nuevo silencio, Patrik tuvo que contenerse para no apremiar a Ragnar.
– Solo me ausente unos minutos… -repitio. Era como si se atascara. Como si fuera imposible concretar el resto con palabras.
– ?Donde estaba Christian? -pregunto Patrik con tono sereno, para animarlo.
– En el cuarto de bano. Con Alice. Se me ocurrio que podia banarla. Teniamos una sillita en la que tumbar al bebe dentro de la banera, de modo que uno tenia las manos libres para lavarlo. Acababa de ponerla en la banera, que habia llenado de agua, y alli estaba Alice.
Paula asintio. Ella tenia un invento parecido para lavar a Leo.
– Pero cuando volvi al cuarto de bano… Alice… estaba tan quieta… Tenia la cabeza sumergida en el agua. Y los ojos… abiertos de par en par.
Ragnar se mecia ligeramente en la silla y parecia obligarse a continuar, a enfrentarse a los recuerdos y a las imagenes.
– Christian estaba alli, apoyado en la banera, mirandola. -Ragnar fijo la vista en Paula y en Patrik, como si acabase de regresar al presente-. Estaba tan tranquilo, sonriendo.
– Pero usted la salvo, ?no es eso? -Patrik tenia la carne de gallina.
– Si, la salve. Consegui que empezara a respirar de nuevo. Y vi… -se aclaro la garganta-. Vi la decepcion en la mirada de Christian.
– ?Se lo conto a Irene?
– No, nunca se lo habria contado… ?No!
– Christian intento ahogar a su hermana pequena, ?y usted no le dijo nada a su mujer? -Paula lo miraba incredula.
– Tenia la sensacion de que le debia algo al chico, despues de todo lo que habia sufrido. Si se lo hubiese contado a Irene, lo habria devuelto en el acto. Y Christian no lo habria superado. Ademas, el dano ya estaba hecho -aseguro en tono suplicante-. Entonces ignoraba la gravedad de las consecuencias. Pero, con independencia de ello, yo no podia hacer nada para cambiarlas. Echar a Christian de casa no habria resuelto nada.
– De modo que hizo como si nada hubiera ocurrido, ?no es eso? -pregunto Patrik.
Ragnar suspiro y se hundio mas aun en la silla.
– Si, eso hice. Pero nunca mas lo deje solo con Alice. Nunca.
– ?Volvio a intentarlo? -pregunto Paula, que se habia quedado palida.
– No, la verdad, creo que no. Alice dejo de llorar tanto, pasaba los dias tranquilamente y no exigia tanta atencion.
– ?Cuando se dieron cuenta de que algo no iba bien? -pregunto Patrik.
– Fue poco a poco. No aprendia al mismo ritmo que otros ninos. Cuando por fin convenci a Irene de que habia que llevarla al medico… pues eso, entonces constataron que sufria algun tipo de lesion cerebral y que, intelectualmente, seria una nina el resto de su vida.
– ?Irene no llego a sospechar? -dijo Paula.
– No. El medico dijo incluso que, seguramente, Alice sufrio la lesion despues del parto, aunque no hubiese empezado a notarse hasta que no empezo a crecer.
– ?Y como evoluciono la cosa cuando fueron creciendo?
– ?De cuanto tiempo disponen? -pregunto Ragnar con una sonrisa, aunque triste-. Irene solo se preocupaba de Alice. Era la nina mas bonita que yo habia visto en mi vida, y no lo digo solo porque sea mi hija. Ya la han visto.
Patrik recordo aquellos ojos azules enormes. Desde luego, Ragnar tenia razon.
– Irene siempre ha sentido debilidad por todo lo que es hermoso. Ella tambien era hermosa de joven y creo que veia en Alice la confirmacion de ello. Dedicaba toda su atencion a nuestra hija.
– ?Y Christian? -pregunto Patrik.
– ?Christian? Era como si no existiera.
– Pues debio de ser terrible para el -observo Paula.
– Si -confirmo Ragnar-. Pero el hizo su pequena revolucion. Le gustaba mucho comer y engordaba facilmente, tendencias que, seguramente, habia heredado de su madre. Cuando se dio cuenta de que aquella aficion por la comida irritaba a Irene, empezo a comer mas aun y se puso cada vez mas gordo, solo para molestarla. Y lo conseguia. Entre ellos habia siempre una lucha permanente por la comida, una lucha de la que Christian salio vencedor.
– ?Quieres decir que Christian estaba rellenito de nino? -pregunto Patrik, intentando recrear la imagen del Christian adulto y delgado que el habia conocido, como un chico rechoncho, pero le fue imposible.
– No estaba rellenito, estaba obeso. Escandalosamente obeso.
– ?Cual era la relacion de Alice con Christian? -pregunto Paula.
Ragnar sonrio y, en esta ocasion, fue una sonrisa de verdad.
– Alice queria a Christian. Lo adoraba. Siempre iba pisandole los talones como un cachorrillo.