– ?Y como reaccionaba Christian? -pregunto Patrik.
Ragnar reflexiono un instante.
– No creo que le molestara, simplemente, no le hacia mucho caso. A veces parecia sorprendido de que lo quisiera tanto. Como si no comprendiera por que.
– Y puede que asi fuera -dijo Paula-. ?Que ocurrio despues? ?Como reacciono Alice cuando Christian se marcho?
El semblante de Ragnar se ensombrecio.
– La verdad, todo ocurrio al mismo tiempo. Christian se mudo y nosotros no podiamos darle a Alice los cuidados que necesitaba.
– ?Por que no? ?Por que no podia seguir viviendo en casa?
– Habia crecido tanto, necesitaba mas ayuda de la que nosotros podiamos ofrecerle.
El estado de animo de Ragnar Lissander habia cambiado, aunque Patrik no sabia decir como.
– ?Nunca aprendio a hablar? -continuo preguntando, puesto que Alice no habia pronunciado una sola palabra mientras estuvieron alli.
– Sabe hablar, pero no quiere -explico Ragnar con expresion hermetica.
– ?Existe alguna razon para que este resentida con Christian? ?Seria capaz de hacerle dano? ?A el o a la gente de su entorno? -Patrik se la imagino de nuevo, aquella muchacha de larga melena oscura. Y las manos, que se movian sobre el folio en blanco creando dibujos propios de un nino de cinco anos.
– No, Alice nunca ha matado una mosca -aseguro Ragnar-. Por eso les he traido aqui, para que la conocieran. Jamas le haria dano a nadie. Y Alice quiere… queria a Christian.
Ragnar saco el dibujo que le habia dado Alice y lo puso encima de la mesa. Un sol enorme arriba, una parcela de cesped verde con flores en la parte inferior. Dos monigotes, uno grande y otro pequeno que sonreian cogidos de la mano.
– Ella queria a Christian -repitio Ragnar.
– Pero ?tu crees que se acuerda de el? Hace muchisimos anos que no se ven -observo Paula.
Ragnar no respondio, simplemente, senalo el dibujo. Dos monigotes. Alice y Christian.
– Si no me creen, pregunten al personal de la residencia. Alice no es la mujer que buscan. Ignoro quien querria hacerle dano a Christian. Desaparecio de nuestras vidas a la edad de dieciocho anos. Desde entonces han podido ocurrir muchas cosas, pero Alice lo queria. Y aun lo quiere.
Patrik observo a aquel hombre menudo que tenia delante. Pensaba hacer lo que le habia dicho, desde luego, pensaba hablar con el personal de la residencia. Pero tambien sabia que lo que decia el padre de Alice era verdad. Ella no era la mujer que buscaban. De modo que se encontraban otra vez en la casilla numero uno.
– Tengo algo importante que comunicaros. -Mellberg interrumpio a Patrik precisamente cuando este iba a dar cuenta de la nueva informacion-. Voy a pasar a trabajar media jornada durante un tiempo. Me he dado cuenta de que ejerzo mi liderazgo con tal maestria que ya puedo confiaros ciertas tareas. Mis conocimientos y mi experiencia son mas necesarios en otros ambitos.
Todos se quedaron mirandolo atonitos.
– Ha llegado la hora de que apueste por el principal recurso de este pueblo. La proxima generacion. Aquellos que nos traeran el futuro -dijo Mellberg metiendo los dedos por los tirantes que sujetaban el pantalon.
– ?Piensa trabajar en un centro juvenil? -le susurro Martin a Gosta, que se encogio de hombros sin mas respuesta.
– Ademas, tambien es importante dar una oportunidad a las mujeres. Y a la minoria extranjera. -Al decir esto, miro a Paula-. Si, bueno, tu y Johanna lo habeis tenido bastante dificil para organizaros con la baja maternal. Y el chico necesita un modelo masculino potente desde el principio. Asi que trabajare media jornada, la direccion me ha dado permiso, y le dedicare al muchacho el resto del tiempo.
Mellberg miro a su alrededor como si esperase una salva de aplausos, pero en torno a la mesa solo reinaban el silencio y la perplejidad. Y la mas perpleja de todos era Paula. Para ella si que era una novedad, pero cuanto mas lo pensaba, mejor le parecia. Johanna podria empezar a trabajar otra vez y ella podria combinar el trabajo con la baja maternal. Por otro lado, no podia negar que Mellberg tenia buena mano con Leo. Hasta el momento, se habia portado como un excelente canguro, salvo quiza el dia que le puso el panal con cinta adhesiva.
Patrik no pudo por menos de estar de acuerdo, una vez que se hubieron recuperado del asombro. En realidad, aquello significaba que, en lo sucesivo, Mellberg pasaria en la comisaria la mitad del tiempo. Lo que no podia considerarse perjudicial, desde luego.
– Una iniciativa excelente, Mellberg. Seria estupendo que hubiera mas personas que pensaran como tu - declaro con vehemencia-. Y, dicho esto, yo pensaba volver a la investigacion. Ha habido novedades.
Informo sobre su segundo viaje con Paula a Trollhattan, sobre la conversacion con Ragnar Lissander y su visita a Alice.
– ?No existe la menor duda de que es inocente? -pregunto Gosta.
– No. He estado hablando con el personal y tiene la capacidad de raciocinio de un nino.
– Figurate, vivir toda tu vida sabiendo que le has hecho algo asi a tu hermana -dijo Annika.
– Desde luego, y no debia de facilitarle las cosas el hecho de que su hermana sintiera adoracion por el - apunto Paula-. Debio de ser una carga insoportable para el. Si es que llego a darse cuenta de lo que habia hecho.
– Nosotros tambien tenemos algo que contar. -Gosta carraspeo un poco y miro a Martin de reojo-. Me resultaba familiar el nombre de Lissander, pero no lograba recordar en relacion a que lo habia oido. Y tampoco estaba del todo seguro. Ya no puede uno confiar en esta cafetera que tengo por cabeza -dijo senalandose la sien.
– Ya, ?y? -pregunto Patrik impaciente.
Gosta volvio a mirar a Martin de reojo.
– Pues si, resulta que cuando volviamos de ver a Kenneth Bengtsson, que, por cierto, se empena en afirmar que no sabe nada y que nunca ha oido ese apellido, empece a preguntarme por que lo asociaba a Ernst. Asi que fuimos a su casa.
– ?Que habeis ido a casa de Ernst? -pregunto Patrik-. Pero ?por que?
– Escucha a Gosta y ya veras -dijo Martin. Patrik guardo silencio.
– Pues si, vereis, le explique el problema y Ernst cayo enseguida.
– ?En que cayo? -pregunto Patrik con sumo interes.
– En donde habia oido yo el apellido Lissander -respondio Gosta-. Resulta que vivieron aqui un tiempo.
– ?Quienes? -dijo Patrik desconcertado.
– El matrimonio Lissander, Irene y Ragnar. Con los ninos, Christian y Alice.
– Pero… eso es imposible -afirmo Patrik meneando la cabeza-. Entonces ?como es que nadie reconocio a Christian? Eso no puede ser.
– Que si, que nadie lo reconocio -dijo Martin-. Al parecer, su madre adoptiva habia heredado; Christian era muy obeso de pequeno. Quitale sesenta kilos y anade veinte anos y unas gafas, seguro que resulta dificil creer que se trate de la misma persona.
– ?De que conocia Ernst a la familia? ?Y de que la conocias tu? -quiso saber Patrik.
– A Ernst le gustaba Irene. Al parecer, se liaron en una fiesta y, a partir de entonces, aprovechaba cualquier ocasion para pasar por su casa. Asi que fuimos alli mas de una vez.
– ?Donde vivian? -pregunto Paula.
– En una de las casas que hay al lado del salvamento maritimo.
– ?En Badholmen? -pregunto Patrik.
– Si, muy cerca. La casa era de la madre de Irene. Una verdadera arpia, por lo que he oido decir de ella. Madre e hija pasaron muchos anos sin hablarse, pero cuando aquella murio, Irene heredo la casa y la familia se mudo de Trollhattan.
– ?Y sabe Ernst por que volvieron a mudarse? -pregunto Paula.
– No, no tenia ni idea. Pero al parecer, fue una decision repentina.
– Ya, pues en ese caso, Ragnar no nos lo ha contado todo -dijo Patrik. Empezaba a estar harto de tantos secretos, de que todo el mundo se callase lo que sabia. Si todos hubiesen colaborado, ya hacia tiempo que habrian resuelto el caso.