de la mayor importancia que sepamos que hizo aquel dia.
– Asesinada -repitio Kaj-. ?Uf, que espanto! -exclamo con gesto compasivo.
Patrik noto que era una compasion superficial y tuvo que contener el impulso de propinarle a Kaj una bofetada, tan odiosa le resultaba aquella falsa empatia. Sin embargo, le contesto con serenidad:
– Como ya dije, no puedo entrar en detalles, pero si vio a Sara el lunes por la manana, es importante que sepamos cuando y donde. Con la mayor exactitud posible, por favor.
Kaj fruncio el ceno, reflexivo.
– Veamos, el lunes. Si, si la vi por la manana, pero no sabria decir cuando. Salio de la casa y se alejo correteando. Esa nina no sabia caminar como Dios manda; siempre andaba a saltitos como una pelota de goma.
– ?Vio adonde se dirigia? -pregunto Ernst tomando la palabra por primera vez en toda la visita.
Kaj lo miro divertido; era evidente que le parecia comico ver a su companero de la partida habitual en su papel de policia.
– No, solo la vi salir de casa. Se dio la vuelta y saludo a alguien antes de continuar, pero no vi en que direccion iba.
– ?Y no podria precisar cuando ocurrio eso exactamente? -pregunto Patrik.
– No, solo que fue hacia las nueve. No puedo determinar la hora con mas exactitud.
Patrik dudo un instante antes de proseguir.
– Por lo que he oido, Lilian Florin y usted no son buenos amigos.
Kaj resoplo ruidosamente.
– Desde luego, si, podriamos decir que asi es. No creo que haya nadie que pueda ser «buen amigo» de esa arpia.
– ?Existe alguna razon especial para su… -Patrik buscaba la expresion adecuada- enemistad?
– No se necesita ninguna razon especial para enemistarse con Lilian Florin, pero resulta que yo tengo una justificadisima. Empezo cuando compre el solar y comence a construir esta casa. Tenia objeciones sobre los planos e hizo cuanto pudo por detener las obras. Incluso convoco una pequena manifestacion de protestas, para que lo sepan -se echo a reir-. Una manifestacion de protestas en Fjallbacka. Ya les digo, para echarse a temblar.
Kaj abrio los ojos fingiendo estar asustado y luego rompio a reir, pero pronto recobro la compostura y continuo:
– Si, bueno, naturalmente logramos sofocar la pequena rebelion, aunque nos costo tiempo y dinero. Pero desde entonces no ha parado un solo dia. Y ustedes saben perfectamente hasta que extremos puede llegar. Estos anos han sido un autentico infierno -aseguro retrepandose y cruzando las piernas.
– ?No habria podido vender la casa y mudarse a otro sitio? -pregunto Patrik intentando ser discreto.
Pero la pregunta provoco un incendio en los ojos de Kaj.
– ?Mudarnos? ?Jamas en la vida! ?Nunca se me ocurriria darle esa satisfaccion! Entonces ella se sentiria… Si alguien ha de mudarse es ella. Ahora lo unico que espero es que se pronuncie el tribunal de apelacion.
– ?El tribunal de apelacion? -pregunto Patrik.
– Si, construyeron un balcon en la casa sin mirar antes la normativa. Y resulta que sobresale dos centimetros sobre mi parcela, de modo que va contra la ordenanza municipal. En cuanto salga la sentencia, tendran que derribarlo. Y espero recibirla un dia de estos. ?Sera un placer ver la cara de Lilian! -se congratulo Kaj.
– ?No cree que, en estos momentos, tienen problemas distintos a la existencia o no del balcon? -observo Patrik sin poder evitarlo.
El semblante de Kaj se ensombrecio enseguida.
– Si, claro, no soy insensible a su desgracia, pero las cosas como son: la senora Justicia no tiene ese tipo de consideraciones -anadio buscando apoyo en la mirada de Ernst, que se lo ofrecio asintiendo.
Patrik reflexiono una vez mas sobre lo idoneo de que Lundgren participase en la investigacion. Ya tenia bastantes objeciones antes de saber que era amigo de uno de los interrogados.
Se dividieron a fin de ir descartando las casas vecinas de un modo mas eficaz. Ernst refunfunaba mientras caminaba expuesto al viento frio. Su larga figura parecia acapararlo muy bien, su cuerpo destartalado se balanceaba de un lado a otro y le costaba guardar el equilibrio. Sentia el sabor agrio de la amargura en la campanilla. Una vez mas, habia tenido que agachar la cabeza ante un cachorro al que casi le doblaba la edad. A Ernst le parecia un misterio. ?Como podian pasar siempre por alto su dilatada experiencia y su habilidad? Una conspiracion: esa era la unica explicacion que se le ocurria. Resultaba un tanto confuso el motivo y quienes eran los cerebros de la maquinacion, pero eso no le preocupaba lo mas minimo. Probablemente lo veian como una amenaza, concluyo, precisamente a causa de las cualidades que el estaba seguro de poseer.
Lo de ir de casa en casa era muy aburrido y lo que queria era entrar en algun sitio caliente.
Ademas, la gente no tenia nada interesante que contar. Nadie habia visto a la nina aquella manana y nadie supo decirle nada, salvo que lo que le habia ocurrido era terrible. Y, claro, el no podia mas que convenir en que lo era. Suerte que nunca habia cometido la tonteria de tener hijos. Y de las mujeres tambien habia logrado mantenerse apartado, se dijo, evitando pensar en el hecho de que las mujeres tampoco habian mostrado nunca demasiado interes por su persona.
Miro de reojo en direccion a Hedstrom, que se encargaba de las casas situadas a la derecha de los Florin. A veces, sencillamente, sentia deseos de darle un verdadero escarmiento. Desde luego, no le habia pasado inadvertido el mohin de Hedstrom aquella manana, cuando se dio cuenta de que no le quedaba mas remedio que salir con el de servicio. A decir verdad, eso le proporciono una pizca de satisfaccion. Por lo general, Hedstrom y Molin eran como el Gordo y el Flaco, y encima se negaban a escuchar a los colegas de mas edad como el y Gosta. Claro que Gosta quiza no fuese un caso de policia paradigmatico, eso tenia que admitirlo, pero sus muchos anos en el Cuerpo merecian respeto. Y tampoco era de extranar que a uno se le quitasen las ganas de invertir las energias en el trabajo cuando se veia obligado a ejercer en aquellas condiciones. Ahora que lo pensaba, los policias mas jovenes eran los culpables de sus pocas ganas de trabajar y de que aprovechase cualquier ocasion para quitarse de en medio a la menor oportunidad. Una idea reconfortante. Naturalmente, no era culpa suya. Y no es que hubiera sentido remordimientos por ello hasta el momento, pero era un alivio haber acertado a dar con el origen del problema, la madre del cordero, por asi decirlo. Su indolencia era culpa de los cachorros. De pronto, la vida le parecio mucho, mucho mas agradable. Y llamo a la siguiente puerta.
Frida peinaba a conciencia el cabello de la muneca. Era muy importante que estuviese guapa, pues iba a una fiesta. La mesa ya estaba puesta y llena de pastelitos y cafe, tazas de plastico diminutas sobre bonitos platos de color rojo. Cierto que los pastelitos eran de mentira, pero las munecas no podian comerlos de verdad, asi que no importaba mucho.
Sara decia que jugar con munecas era una bobada. Decia que eran demasiado mayores para eso. Las munecas eran para los bebes, insistia Sara; pero Frida jugaba con ellas todo lo que queria. Sara era tan pesada a veces… Siempre tenia que mandar. Todo tenia que ser como ella queria y, si no, se enfadaba o se ponia a romper las cosas de Frida. Entonces le decian que se fuera a su casa, y mama llamaba a la mama de Sara y le hablaba medio enfadada. Pero cuando Sara era buena, a Frida le gustaba, asi que a pesar de todo, queria jugar con ella si se portaba bien y eso.
No entendia exactamente que le habia ocurrido. Mama le habia explicado que estaba muerta, que se habia ahogado en el mar, pero, entonces, ?donde estaba? En el cielo, le habia dicho mama. Pero Frida habia estado mirando al cielo mucho, mucho rato, y no habia visto a Sara.
Estaba segura de que si estuviese en el cielo, la habria saludado desde alli. Puesto que no lo hizo, era imposible que estuviera en el. La cuestion era entonces donde. Porque nadie podia desaparecer asi, sin mas, ?no? Figurate si mama pudiese desaparecer igual… El miedo se apodero de Frida. Si Sara desaparecia de aquel modo, ?podian hacerlo las mamas tambien? Se abrazo fuerte a la muneca e intento apartar aquella desagradable sensacion.
Habia otra cosa a la que no dejaba de darle vueltas. Mama le habia dicho que los senores que llamaron y les contaron lo de Sara eran policias. Frida sabia que a la policia habia que contarselo todo, que no habia que mentirles nunca. Pero ella le habia prometido a Sara que jamas le hablaria a nadie del hombre malo. Aunque, ?habia que mantener las promesas hechas a alguien que ya no estaba? Si Sara no estaba, no tenia por que