resultaba atractivo. Ya ni se acordaba. Y no es que tuviera importancia; la vida vino como vino. Ella se quedo embarazada, se casaron, Morgan nacio y despues, un dia tras otro.

Su vida marital llevaba anos muerta y hacia ya mucho tiempo que ella se habia trasladado a su propio dormitorio. Quiza hubiese algo mas aparte de eso, pero era la costumbre, lo conocido. Claro que habia pensado en el divorcio alguna que otra vez, y en una ocasion, hacia veinte anos, incluso hizo la maleta a escondidas y estuvo a punto de irse llevandose a Morgan. Pero enseguida penso que antes le prepararia la cena a Kaj y le plancharia un par de camisas y pondria una lavadora por no dejar un monton de ropa sucia, y sin saber como, se vio deshaciendo la maleta tranquilamente.

Monica fue a la cocina, donde sabia que lo encontraria. Siempre se sentaba alli cuando se enfadaba. Quiza porque asi veia el objeto mas habitual de sus iras. Ahora, en efecto, habia descorrido un poco la cortina y miraba con encono la casa del vecino.

– Hola -saludo Monica.

No obtuvo una respuesta civilizada, sino una terrible y amarga perorata.

– ?Sabes lo que ha hecho hoy esa loca? -pregunto sin aguardar respuesta, cosa que Monica tampoco pensaba hacer-. ?Me mando a la policia, los hizo venir porque me acuso de haberla agredido! Les enseno unos moretones que ella misma se habia hecho y dijo que yo la habia golpeado. ?Que me aspen si esta en sus cabales!

Monica habia entrado en la cocina con el proposito de no dejarse arrastrar por la marea de la ultima gresca de Kaj, pero aquello era mucho peor de lo que ella imaginaba y, aun en contra de su voluntad, sintio crecer la indignacion en el pecho. Sin embargo, antes debia quedarse tranquila.

– ?Y es seguro que no la agrediste, Kaj? Mira que tu tienes tendencia a descontrolarte…

Kaj la miro como si hubiese perdido el juicio.

– ?Que demonios dices? ?De verdad crees que iba a ser tan estupido como para hacerle el juego de ese modo? Por supuesto que tenia ganas de darle una tunda, pero no creeras que no se lo que ella podria hacer si me hubiese dejado llevar. Y es verdad que fui a su casa y le dije lo que pensaba, ?pero no la toque!

Monica sabia que era sincero y tambien ella empezo a mirar con odio hacia la casa del vecino. ?Si Lilian los dejase en paz!

– Bueno, ?que paso? ?Se creyo la policia sus mentiras?

– No, por suerte consiguieron averiguar no se como que mentia. Iban a hablar con Stig y creo que el echo por tierra toda la historia. Pero poco falto.

Monica se sento frente a su marido. Estaba rojo de ira y no dejaba de tamborilear nerviosamente con los dedos sobre la mesa.

– ?No crees que deberiamos abandonar y mudarnos de aqui? Asi no podemos seguir.

Era la misma suplica de tantas otras veces, ante la que su marido siempre mostraba identica determinacion.

– Ni hablar, ya te lo he dicho. Esa mujer jamas hara que me mueva de mi casa, me niego a darle tal satisfaccion.

Dio un punetazo en la mesa para subrayar sus palabras, aunque no era necesario. Monica ya habia oido antes la misma respuesta. Sabia que no valia la pena. Y, para ser sincera, tampoco ella queria darle a Lilian el laurel de la victoria. En especial, despues de todo lo que habia dicho de Morgan.

Pensar en su hijo le dio la oportunidad de cambiar de tema.

– ?Has ido a ver como esta Morgan hoy?

Kaj aparto la vista de la casa de los Florin y, disgustado, mascullo:

– No, ?deberia haberlo hecho? Ya sabes que nunca sale de la cabana.

– Ya, bueno, pense que quiza habrias ido a saludarlo y a preguntarle como esta.

Monica sabia que era utopico, pero no podia por menos de conservar la esperanza. Despues de todo, Morgan era su hijo.

– ?Y por que iba a hacerlo? -farfullo Kaj-. Si quiere compania, que venga aqui -dijo poniendose de pie-. Bueno, ?vamos a cenar hoy o no?

Sin decir nada, Monica tambien se levanto y se puso a preparar la cena. Hacia unos anos hubiera pensado que Kaj habria podido preparar la cena puesto que estaba en casa. Ahora ni se le pasaba por la cabeza. Todo era como siempre. Y asi seguiria.

13.

Fjallbacka, 1924.

No se dijeron ni una palabra durante el viaje a Fjallbacka.

Despues de tantas veladas juntos, despues de haberse susurrado al oido noche tras noche, ahora no tenian ni una sola palabra que decirse. Al contrario, estaban tensos como soldaditos de plomo, mirando al frente, cada uno perdido en sus propias cavilaciones.

Agnes sintio que el mundo se derrumbaba a su alrededor. ?De verdad se habia despertado aquella misma manana en la gran cama de su hermosa habitacion, en la flamante mansion en la que habia vivido toda su vida? ?Como era posible que ahora se viese en el tren, con una maleta en las rodillas, camino a una vida de miseria con un hombre del que ya no queria saber nada? Apenas soportaba tenerlo delante. En un momento del viaje, Anders hizo un intento de consolarla tomandole la mano, pero ella la rechazo asqueada y esperaba que no volviese a intentarlo.

Cuando, varias horas mas tarde, se detuvieron ante el barracon que seria su hogar comun, Agnes se nego a bajar del coche en un primer momento. Se quedo alli, incapaz de moverse. Paralizada ante la suciedad que la rodeaba y el griterio de los mocosos mugrientos que correteaban curiosos alrededor del coche. Simplemente, aquella no podia ser su vida. Por un instante estuvo tentada de pedirle al cochero que la llevase de nuevo a la estacion de ferrocarril, pero comprendio que era una empresa imposible. ?Adonde iria? Su padre le habia dejado mas que claro que no queria saber nada de ella, y servir en algun sitio era una idea que no habria considerado siquiera, aun sin estar embarazada. Se le habian cerrado todas las puertas, salvo la que conducia a aquella sucia y ruinosa casa.

A punto de echarse a llorar, por fin bajo del coche e hizo un mohin al notar que se le hundia el pie en el barro. Y no mejoraba la situacion el hecho de que llevase sus preciosos zapatos rojos con la punta descubierta: la humedad y el barro le mojaron las medias y los dedos. Por el rabillo del ojo vio como la gente apartaba las cortinas para permitir que sus ojos curiosos contemplasen el espectaculo. Agnes se irguio. Que mirasen hasta quedarse ciegos, pues. ?Que le importaba a ella lo que pensaran y opinaran? Simples siervos, eso es lo que eran, y seguramente no habian visto a una verdadera dama en su vida. En fin, no seria la suya una larga estancia en aquel lugar. Ya se ingeniaria el modo de salir de alli; jamas se habia visto antes en una situacion de la que no pudiese salir con sus encantos o con mentiras.

Resuelta, tomo la maleta y fue trastabillando hasta el barracon.

* * *

En la pausa matinal, Patrik y Gosta le contaron a Martin y a Annika lo que habia pasado el dia anterior. Ernst no solia aparecer antes de las nueve de la manana y Mellberg consideraba que compartir los descansos con el personal podia minar su imagen de jefe, de modo que se quedaba en su despacho.

– ?Pero esa mujer no comprende que eso es tirar piedras contra su propio tejado? -pregunto Annika-. Deberia estar mas interesada en que os concentrarais en buscar al asesino en lugar de seguir con esos lios -continuo, como un eco de lo que Patrik y Gosta se habian dicho el dia anterior.

Patrik meneo la cabeza y anadio:

– No entiendo si lo que le pasa es que no ve mas alla de sus narices o si, sencillamente, esta loca. Pero lo mejor es que lo olvidemos. Con un poco de suerte, logramos infundirle cierto temor ayer, asi que no volvera a hacerlo. ?Tenemos algo mas con lo que seguir adelante?

Nadie dijo una palabra. La ausencia de pruebas y de pistas con las que trabajar era alarmante.

– ?Cuando dijiste que tendriamos los resultados del Instituto Forense? -pregunto Annika rompiendo el tenso

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