silencio reinante.

– El lunes -respondio Patrik.

– ?La familia esta totalmente libre de sospecha? -quiso saber Gosta, que los observaba a todos sin dejar de beber cafe.

Patrik recordo de pronto el extrano tono de Erica la noche anterior, cuando el saco a relucir las coartadas de la familia. Ademas, habia algo a lo que el habia estado dandole vueltas; ahora solo faltaba saber de que se trataba…

– Por supuesto que no -contesto-. La familia siempre se encuentra entre los sospechosos, pero no hay nada concreto sobre lo que indagar.

– ?Como son sus coartadas? -pregunto Annika.

La joven se sentia por lo general bastante al margen de las investigaciones, por lo que solia agradecer los momentos en que tenia la posibilidad de enterarse de lo que pasaba con mas detalle.

– Verosimiles, pero por comprobar aun, diria yo -respondio Patrik antes de levantarse para ir a la cocina por mas cafe-. Charlotte se paso la manana acostada en la planta baja, pues tenia una crisis de migrana. Stig tambien estaba dormido, segun el mismo dice. Se habia tomado un somnifero y no tenia ni idea de lo que paso. Lilian estaba en casa cuidando del pequeno Albin y despidio y vio salir a Sara. Y Niclas estaba en el trabajo.

– Es decir, que la mayoria de ellos no tiene una coartada segura -dijo Annika secamente.

– Tienes razon -opino Gosta-. Hemos tenido muchos reparos a la hora de emplearnos duro con ellos, pero sus datos son cuestionables, de eso no cabe duda. Aparte de Niclas, nadie puede confirmar su coartada.

?Eso! Eso era lo que le habia estado corroyendo el subconsciente. Patrik empezo a caminar nervioso de un lado a otro.

– No es posible que Niclas estuviese en su trabajo. ?No lo recuerdas? -le pregunto a Martin, que lo miraba sin comprender-. No hubo forma de localizarlo aquella manana. Y tardo casi dos horas en aparecer en su casa. ?Acaso sabemos donde estuvo? ?Y por que mintio despues diciendo que estaba en el centro medico?

Martin no sabia que responder. ?Como se les habia escapado aquello?

– ?No deberiamos interrogar tambien a Morgan, al hijo del vecino? Sea verdad o no, hay una serie de denuncias presentadas contra el por merodear y fisgar por las ventanas para ver a Lilian desnuda, segun la informacion. Aunque vete tu a saber por que alguien querria ver algo asi -dijo Gosta dando otro sorbo de cafe al tiempo que los miraba maliciosamente.

– Esas denuncias son muy antiguas y, como tu insinuas, no habra mucho de verdad en ellas, especialmente despues de lo que ocurrio ayer.

Patrik oia su propia impaciencia. No estaba muy seguro de querer perder el tiempo indagando en las mentiras de Lilian, ni en las antiguas ni en las nuevas.

– Por otro lado, ya hemos constatado que no tenemos demasiado con lo que trabajar… -apunto Gosta con las palmas de las manos extendidas.

Tres pares de ojos se quedaron mirandolo atonitos, pues no era propio de el tomar la iniciativa.

Pero justo por lo insolito del hecho, tal vez deberian escucharlo. Con la intencion de apoyar lo que acababa de decir, Gosta anadio:

– Ademas, si no recuerdo mal, desde la cabana del chico se ve la casa de los Florin, de modo que quiza observo algo aquella manana.

– Tienes razon -admitio Patrik, que no pudo evitar sentirse algo estupido.

Deberia haber pensado en que Morgan podia al menos ser un testigo potencial.

– Bien, haremos lo siguiente: tu y Martin hablareis con Morgan Wiberg, yo y… -aqui guardo silencio, pero enseguida se obligo a pronunciar el nombre-, y Ernst le echaremos un vistazo mas de cerca al padre de Sara y nos veremos todos aqui a primera hora de la tarde.

– ?Y yo? ?Hay algo que yo pueda hacer? -pregunto Annika.

– Estate atenta al telefono. A estas alturas, la prensa ha debido de sacar algo ya y, si hay suerte, alguien llamara para dar informacion util.

Annika asintio y se levanto para dejar la taza en el lavaplatos. Los demas la imitaron y Patrik fue a su despacho para aguardar la llegada de Ernst. En primer lugar, tendria una conversacion con el sobre la importancia de ser puntual en el trabajo, en especial con una investigacion de asesinato en curso.

Mellberg sentia que el destino se acercaba a pasos agigantados. Solo quedaba un dia. La carta seguia en el primer cajon. No habia osado volver a mirarla. Ademas, se la sabia de memoria. Le sorprendia que los sentimientos que abrigaba fuesen tan contradictorios. Su primera reaccion habia sido de ira, desconfianza y furia. Pero poco a poco tambien empezo a abrigar una esperanza. Y dicha esperanza lo sorprendio por completo. Siempre habia considerado que su vida era casi perfecta, al menos hasta que lo trasladaron a aquel agujero. A partir de ahi, se vio obligado a admitir que le habia ido un poco cuesta arriba, pero aparte del ascenso del que se consideraba merecedor, no creia que le faltase nada. Claro que la vergonzosa historia de Irina le proporciono motivos para pensar que quiza deseara mas cosas en la vida, pero no tardo en echar al olvido aquel episodio sin importancia.

Para el siempre habia sido una cuestion de orgullo no necesitar a nadie. La unica persona con la que habia tenido una relacion intima y con la queria tener una relacion intima era su querida madre, y ella ya habia dejado este mundo. Pero aquella carta significaba que las cosas tal vez pudieran cambiar.

Sentia su respiracion pesada y dificultosa, y tambien una mezcla de miedo y de impaciente curiosidad. Por un lado, queria que aquel dia pasara cuanto antes para que la incertidumbre de hoy se viese sustituida por la certeza de manana. Sin embargo, al mismo tiempo queria que el dia pasara tan despacio que casi se detuviese.

Alguna vez considero la posibilidad de ignorarlo todo, arrojar la carta a la papelera y esperar que el problema se resolviera solo, pero sabia que no funcionaria.

Con un suspiro, puso los pies sobre la mesa y cerro los ojos. Mejor seria esperar pacientemente y ver que traia el dia de manana.

Gosta y Martin pasaron con discrecion por delante de la gran casa, deseosos de no ser vistos cuando se dirigian a la cabana. Ninguno de los dos estaba de humor para un enfrentamiento con Kaj y querian tener la oportunidad de hablar con Morgan tranquilos, sin la intervencion de los padres. Ademas, el muchacho era adulto, de modo que no habia razon para que ninguno de los progenitores estuviera presente.

Morgan tardo un rato en salir. Tanto, que ya empezaban a dudar de que estuviese en casa. No obstante, finalmente les abrio un hombre palido y rubio de unos treinta anos.

– ?Quienes son? -inquirio con voz monotona, sin que su cara mostrase la expresion que solia acompanar a aquella pregunta.

– Somos de la policia -dijo Gosta, presentandose a si mismo y despues a Martin-. Estamos haciendo preguntas por la vecindad acerca de la muerte de Sara.

– Ya -replico Morgan aun inexpresivo y sin hacer amago de apartarse para dejarlos pasar.

– ?Podemos entrar para hablar con usted? -dijo Martin, que empezaba a sentirse algo incomodo en presencia del extrano joven.

– Prefiero que no. Son las diez y yo trabajo de nueve a once y cuarto. Luego almuerzo, de once y cuarto a doce; y sigo trabajando de doce a dos y cuarto. Entonces voy a tomar cafe y galletas a casa de mis padres hasta las tres. Vuelvo al trabajo hasta las cinco. Ceno. Luego son las noticias de las seis en la dos, luego a las siete en la cuatro, luego a las siete y media en la uno y luego otra vez en la dos a las nueve. Y despues me voy a dormir.

Seguia hablando en el mismo tono uniforme y como si no hubiese respirado durante la extensa explicacion. Su voz sonaba ademas un tanto alta, chillona, y Martin intercambio una mirada fugaz con Gosta.

– Parece que tiene el horario completo -dijo Gosta-. Pero comprendera que es muy importante que hablemos con usted, asi que le agradeceriamos que se tomase unos minutos.

Morgan parecio reflexionar un instante, pero al final decidio complacerlos. Se hizo a un lado y los dejo pasar, sin ocultar que le molestaba profundamente que alterasen su rutina.

Martin se quedo perplejo al entrar. La cabana constaba de una unica y minuscula habitacion que parecia servir de oficina y dormitorio, e incluso tenia un rincon para cocinar. Estaba limpia, pulcra y ordenada salvo por un detalle. Habia montones de revistas. Entre las pilas habia formado pequenos senderos que posibilitaban el transito

Вы читаете Las Hijas del Frio
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату