Presentian las cosas. Y Monica habia aprendido a escuchar su voz interior.
Piso a fondo el acelerador de su pequeno Fiat por la carretera que bordeaba la montana y dejo atras la zona de Kullen. Cuando doblo la esquina de la carretera que conducia a Salvik, vio el coche de la policia aparcado ante su casa y constato que habia hecho bien en obedecer a su instinto. Aparco justo detras del vehiculo policial y salio del coche sin hacer ruido, aterrada ante lo que podia esperarla alli dentro. Llevaba una semana sonando exactamente aquello, que la policia llegaba a su casa y sacaba a la luz todo lo que ella tanto se habia esforzado en olvidar. Ahora ya no era un sueno, sino realidad, y Monica se acerco a la casa avanzando a pasitos temerosos, con la idea de retrasar un instante a todas luces inevitable. Entonces oyo vociferar a Morgan y echo a correr por el sendero del jardin hasta la cabana de su hijo. Este gritaba a los dos policias que aguardaban ante su puerta al tiempo que, con los brazos en jarras, intentaba impedirles la entrada.
– ?Nadie puede entrar en mi casa! ?Es mia!
– Tenemos una orden -dijo uno de los policias en un intento de razonar con el serenamente-. Tenemos que hacer nuestro trabajo, asi que dejenos entrar.
– No, lo unico que quieren es desordenarlo todo.
Morgan extendio los brazos mas aun.
– Te prometemos que tendremos cuidado y que armaremos el menor jaleo posible. Aunque si que tendremos que llevarnos algunas cosas como el ordenador, si es que tienes.
Morgan interrumpio al policia con un aullido. Con la mirada nerviosa y vacilante, su cuerpo empezo a sacudirse de forma convulsa e incontrolada.
– No, no, no, no, no -repetia.
Parecia dispuesto a defender los ordenadores con su vida, lo que, a entender de Monica, se hallaba bastante cerca de la verdad. La mujer se apresuro en direccion al pequeno grupo.
– ?Que ocurre? Quiza yo pueda hacer algo.
– Usted es… -dijo el policia que habia a su lado sin apartar la vista de Morgan.
– Soy su madre. Y vivo ahi -respondio senalando la casa.
– ?Podria explicarle a su hijo que tenemos licencia para entrar en su cabana, echar una ojeada y llevarnos el equipo informatico que tenga dentro?
Al oir la expresion «equipo informatico», Morgan empezo a menear la cabeza con violencia y a repetir:
– No, no, no, no…
Monica se le acerco tranquilamente y, con la mirada fija en los policias, le puso la mano en el hombro a su hijo y empezo a acariciarle la espalda.
– Si me dicen a que han venido, seguro que podre ayudarles.
El mas joven de los dos agacho la cabeza, pero el de mas edad, seguramente tambien mas curtido, le respondio sin vacilar:
– Nos hemos llevado a su marido para someterlo a interrogatorio y tenemos una orden de registro.
– ?Y por que, si puede saberse? Si mi pregunta no esta clara, puedo volver a formularla en otros terminos - declaro en un tono de frialdad innecesaria.
Pero no pensaba permitir que entrasen por la fuerza en la cabana de Morgan sin ofrecer una explicacion razonable.
– El nombre de su marido ha aparecido relacionado con la tenencia de pornografia infantil.
La mano con la que acariciaba a Morgan se detuvo bruscamente. Monica intento articular palabra, pero un sonido ronco fue cuanto pudo proferir.
– ?Pornografia infantil? -logro preguntar al fin aclarandose la garganta para recuperar el control sobre su propia voz-. Debe de tratarse de un error. ?Mi marido mezclado en un asunto de pornografia infantil?
Un sinfin de ideas empezaron a cruzar su mente. Cosas por las que siempre se habia preguntado, sobre las que siempre habia reflexionado… Aunque lo principal era la sensacion de alivio indecible al constatar que la policia no habia descubierto lo que ella mas temia.
Se tomo unos segundos para serenarse antes de dirigirse a Morgan.
– Escuchame con atencion. Tienes que dejarlos entrar en la cabana. Y debes permitir que se lleven los ordenadores. No te queda otra eleccion; es la policia y los asiste el derecho a hacerlo.
– Pero lo van a revolver todo. ?Y mi horario?
La voz chillona y estentorea de Morgan esta vez no resono tan monotona como de costumbre, sino con un eco de insolita carga sentimental.
– Iran con cuidado, ya te lo han dicho. Y no tienes otra opcion.
Monica subrayo su ultima frase y enseguida vio que Morgan empezaba a calmarse. Para el resultaba mas facil enfrentarse a situaciones en las que no tenia posibilidad de eleccion.
– ?Me prometen que no van a desordenarlo todo?
Los policias asintieron y Morgan empezo a apartarse despacio de la puerta.
– Y tambien tengan cuidado con el contenido de los discos duros. Hay mucho trabajo almacenado ahi.
Una vez mas, los policias asintieron y entonces el se aparto del todo para dejarlos entrar.
– ?Por que hacen esto, mama?
– No lo se -mintio Monica.
La sensacion dominante en su espiritu seguia siendo el alivio aunque, poco a poco, la realidad de lo que los policias acababan de decir llegaba a su conciencia. Una oleada de repugnancia empezo a tomar cuerpo en su estomago y a subirle hasta la garganta. Tomo a Morgan del brazo y lo condujo a la fachada principal de la casa. El se volvia constantemente a mirar hacia su cabana lleno de preocupacion.
– No te inquietes, te han prometido que tendran cuidado.
– ?Vamos a entrar en la casa grande? -pregunto Morgan-. Yo nunca entro en la casa grande a estas horas.
– No, ya lo se -respondio Monica-. Hoy haremos algo completamente distinto de lo habitual. No creo que debamos molestar a los policias mientras trabajan ahi dentro, asi que vendras conmigo a la casa de la tia Gudrun.
Morgan la miro desconcertado.
– Alli solo voy en Navidad o cuando es el cumpleanos de alguien de la familia.
– Lo se -respondio Monica paciente-. Pero hoy haremos una excepcion.
Morgan se detuvo a considerar aquello un instante hasta que, finalmente, decidio que lo que su madre le decia tenia logica.
Mientras se dirigian al coche, Monica vio de soslayo como apartaban las cortinas de la cocina de los Florin. Lilian estaba en la ventana… y sonreia.
– Bueno, Kaj. Esta historia no tiene nada de divertido -comenzo Patrik sentado frente a el.
Martin estaba a su lado y Mellberg se habia sentado en un rincon, a una distancia prudencial. Para alivio de Patrik, el comisario jefe se habia ofrecido de forma voluntaria a ocupar un papel secundario durante el interrogatorio. Patrik habria preferido que no estuviese alli, pero, despues de todo, era el jefe.
Kaj no respondio. Tenia la cabeza gacha, ofreciendoles a Martin y Patrik un primer plano de su coronilla. La cabellera habia empezado a menguar con los anos, de modo que entre los negros cabellos se atisbaba una tonsura rosacea.
– ?Puede explicarnos por que su nombre aparece en una lista de pedidos de pornografia infantil? Y no nos venga con el cuento de que debe de tratarse de un error en el nombre. Aparece tambien la direccion postal, asi que no cabe la menor duda de que usted ha hecho el pedido.
– Debe de ser alguien que quiere arruinarme -murmuro Kaj, aun con la cabeza hundida.
– ?Ah, si? -pregunto Patrik exagerando el tono inquisitivo-. Pues en ese caso, quiza podria contarnos por que alguien iba a tomarse la molestia de ponerle en este aprieto. ?Que clase de archienemigos se ha ido agenciando con el transcurso de los anos?
El interrogado no respondio. Martin dio una palmada sobre la mesa para llamar su atencion. Kaj reacciono con un respingo.
– ?No ha oido la pregunta? ?Quien o quienes tendrian interes en mandarle a la carcel?
Kaj persistia en su silencio, asi que Martin continuo:
– No es facil responder, ?verdad? Porque no hay nadie.