– No, he comido hace un rato. Pero una taza de te si que me tomaria. Pronto habra terminado de mamar, espero.

Como si hubiese entendido sus palabras, Maja solto el pecho y la miro satisfecha. Erica enderezo la espalda agradecida, la sento en la hamaquita y fue con Patrik. El estaba en la cocina, ante los fogones, preparando un chocolate con leche. Erica se le acerco por detras, se apreto contra su espalda y lo abrazo. Era una sensacion maravillosa y, de pronto, se dio cuenta del escaso contacto fisico que habian tenido desde que nacio Maja. Mas que nada por ella misma, no pudo por menos de admitir.

– ?Que tal te ha ido el dia? -pregunto y cayo en la cuenta de que tambien hacia mucho que no le preguntaba.

– Asqueroso -respondio el mientras sacaba del frigorifico la mantequilla, el queso y las huevas.

– He oido decir que fuisteis a buscar a Kaj para interrogarlo -le dijo prudente, pues ignoraba cuanto estaba dispuesto a contar Patrik al respecto.

Ella, por su parte, habia decidido no hablarle de las visitas que habia recibido durante el dia.

– Las habladurias se difunden como el fuego, supongo -comento Patrik.

– Si, supongo que si.

– ?Y que dice la gente?

– Que debe de tener algo que ver con la muerte de Sara. ?Es verdad?

– No lo se

El cansancio de Patrik se reflejaba en sus movimientos mientras se servia el chocolate caliente en una taza y se preparaba un par de bocadillos. Se sento enfrente de Erica y empezo a mojar el pan con queso y huevas en el chocolate. Tras unos minutos, continuo:

– No fuimos a buscarlo por el asesinato de Sara, sino por otra razon.

Volvio a guardar silencio. Erica sabia que no debia, pero no pudo resistir la tentacion de seguir preguntando. Por un instante, evoco el recuerdo de la mirada perdida de Charlotte.

– ?Pero hay algun indicio de que este implicado en la muerte de Sara?

Patrik mojo el segundo bocadillo en el chocolate mientras Erica procuraba no mirar. Aquella costumbre suya le parecia, como minimo, una barbarie.

– Si, algo hay, pero ya veremos. No debemos correr el riesgo de obcecarnos. Hay mas aspectos que comprobar -dijo evitando su mirada.

Erica se abstuvo de seguir preguntando. Unos grunidos de protesta procedentes de la sala de estar indicaban que Maja se habia cansado de estar sola como la una y Patrik se levanto y llevo a la cocina la hamaca donde la nina estaba recostada. La pequena emitio un gorgorito de satisfaccion agitando manos y pies mientras su padre la colocaba sobre la mesa de la cocina. Se borro el cansancio del rostro de Patrik y sus ojos reflejaron aquella luz especial que reservaba para su hijita.

– ?Donde esta la nina mas bonita de su papa? ?Ha tenido mi tesoro un buen dia? ?Es esta la nina mas linda del mundo entero? -iba preguntandole con la cara muy cerca de la de Maja.

De pronto, la cara de la pequena se contrajo, se puso muy roja y se oyeron un par de resoplidos de las regiones bajas justo antes de que una espesa pestilencia se difundiese en torno a la mesa. Erica se levanto como por un resorte para solucionar el problema.

– Ya me encargo yo -dijo Patrik.

Ella volvio a sentarse llena de gratitud

Cuando Patrik aparecio de nuevo con un bebe limpio y con el pijama puesto, Erica le hablo con gran entusiasmo del exito obtenido meciendo a Maja para que se durmiera sola.

Patrik la miro esceptico.

– ?Estuvo llorando cuarenta y cinco minutos? ?Y tu crees que eso es bueno? En el hospital nos dijeron que si lloraba habia que darle el pecho. ?De verdad crees que esta bien que llore tanto rato?

Su falta de empatia y de comprension indigno a Erica.

– Por supuesto que no es lo ideal que se pase cuarenta y cinco minutos llorando. Se supone que dentro de un par de dias llorara menos, pero, por lo demas, si tu piensas que no es buena idea, quedate en casa con ella. Claro, no eres tu el que se pasa las veinticuatro horas sentado dandole de mamar, asi que comprendo que no te parezca necesario introducir ningun cambio.

Dicho esto, se echo a llorar y subio corriendo las escaleras en direccion al dormitorio. Patrik se quedo sentado en la cocina. Se sentia como un idiota. ?Por que no se lo pensaba dos veces antes de abrir la boca?

23.

Fjallbacka, 1928.

Dos dias despues su padre llego a Fjallbacka. Agnes estaba esperando con las manos cruzadas sobre las rodillas en la pequena habitacion donde le habian dado cobijo. Al verlo entrar, constato que las habladurias eran ciertas, tenia un aspecto lamentable. Habia perdido mucho mas pelo de la coronilla y, en tanto que antes lucia una redondez saludable, ahora estaba obeso y jadeaba al respirar. El esfuerzo habia tenido su rostro de un rojo brillante, pero debajo se atisbaba un color grisaceo que se negaba a sucumbir al rojo. Parecia enfermo.

Cruzo el umbral vacilante, con una expresion de incredulidad al comprobar lo pequena y oscura que era la habitacion, pero cuando vio a Agnes, se apresuro a cruzar los pocos pasos que los separaban y la abrazo con todas sus fuerzas. Ella lo dejo hacer, pero sin corresponder al abrazo, sino con las manos aun sobre las rodillas. Su padre la habia traicionado y nada cambiaria ese hecho.

August intento que respondiese a su muestra de carino, pero abandono enseguida y la solto. Pese a todo, no pudo evitar acariciarle la mejilla. Ella se aparto como si la hubiese golpeado.

– Agnes, Agnes, mi pobre Agnes.

Su padre se sento en la silla que habia a su lado, aunque evitando tocarla. La compasion que denotaba el rostro de August le producia nauseas. A buenas horas. Cuatro anos atras si que lo necesitaba y necesitaba sus atenciones paternales. Ahora era demasiado tarde.

Se nego conscientemente a mirarlo mientras el le hablaba con voz ya emocionada, ya entrecortada.

– Agnes, comprendo que me equivoque en mi modo de actuar y que nada de lo que diga ahora cambiara esa circunstancia, pero permiteme que te ayude en esta dificil situacion. Regresa conmigo a casa y deja que te cuide. Las cosas pueden volver a ser como antes, todo puede volver a ser como antes. Es terrible lo que ha ocurrido, pero si estamos juntos, puedo ayudarte a olvidarlo.

El tono de su voz ascendia y descendia en oleadas suplicantes que se estrellaban contra la dura coraza de Agnes. Sus palabras sonaban ridiculas.

– Por favor, vuelve a casa. Tendras todo lo que quieras.

Ella vio por el rabillo del ojo que le temblaban las manos y su tono de suplica le proporciono una satisfaccion mucho mayor de lo que nunca pudo imaginar. Y desde luego que se lo habia imaginado, lo habia sonado muchas veces durante los tristes anos pasados.

Muy despacio, volvio el rostro hacia su padre August lo tomo por una respuesta positiva a sus ruegos y, ansioso, intento cogerle la mano, pero Agnes la aparto sin pestanear.

– Me marcho a America este viernes -anuncio disfrutando de la consternacion reflejada en su semblante ante tal noticia.

– A… a… America -balbucio August.

Su labio superior empezo a cubrirse de sudor. Desde luego, el hombre esperaba cualquier cosa menos aquello.

– Anders habia sacado billetes para los cuatro. Sonaba con labrar alli un futuro para la familia. Yo pienso honrar su deseo e irme sola -dijo con dramatismo histrionico, dejando de mirar a su padre y centrandose en la ventana.

Sabia que la hermosura de su perfil quedaria mas patente a contraluz y que el negro del luto realzaria la palidez que con tanto esmero habia mantenido.

La gente llevaba dos dias andando de puntillas a su alrededor y habian puesto a su disposicion aquella pequena sala con la promesa de que podia quedarse cuanto fuese necesario. Todas las habladurias que

Вы читаете Las Hijas del Frio
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату