preambulo, antes de que alguien llegase y los viese por casualidad.
– Bueno, amiguito, ya estamos aqui.
Ernst puso en marcha la grabadora con gran ceremonia.
Morgan empezaba a mirar inquieto a su alrededor. Algo le decia que la cosa no iba bien.
– Usted no es mi amigo -observo el joven como una constatacion objetiva-. Usted y yo no nos conocemos, asi que ?como vamos a ser amigos? Los amigos se conocen mutuamente. -Tras unos segundos de silencio, prosiguio-: Yo venia a recoger mis ordenadores. Vine para eso. Me dijo que ya habian terminado con ellos.
– Si, claro que fue eso lo que le dije -repuso Ernst con una sonrisa burlona-. Pero vera, resulta que le menti. Y tiene razon, no soy su amigo. En estos momentos, soy su peor enemigo.
Quiza un tanto dramatico, pero Ernst se sintio cruelmente complacido con aquella respuesta. Creia haberla oido una vez en una pelicula.
– No quiero seguir aqui por mas tiempo -aseguro Morgan mirando hacia la puerta-. Quiero recuperar mis ordenadores e irme a casa.
– Olvidelo. Tardara mucho tiempo en volver a ver su casa.
?Joder, que bueno era!, se decia. En realidad, deberia dedicarse a escribir guiones de peliculas de accion americanas. Mas que ufano, continuo:
– Vera, nosotros ya sabemos que fue usted quien se cargo a la nina. Encontramos la cazadora en su cabana y conocemos un monton de detalles tecnicos que revelan que la mato.
Aquella ultima afirmacion era totalmente falsa, pero Morgan no lo sabia. Y en aquel juego no habia reglas.
– Yo no la mate, aunque a veces habria querido hacerlo -anadio Morgan en su tono monocorde.
Ernst sintio como le saltaba el corazon en el pecho. ?Aquello iba mejor de lo que el se figuraba!
– De nada le servira andarse con esas. Tenemos otras pruebas de tipo tecnico, ya le digo, y la cazadora, y no necesitamos mas. Pero, claro, seria mejor para usted si nos contase como lo hizo. Entonces puede que no tenga que pasarse toda la vida en la carcel. Y alli no podra utilizar sus dichosos ordenadores.
Ahora si que logro conmover a aquel idiota. Parecia que el panico empezaba a arraigar en el. Pronto estaria listo para confesar, pero para mejorar aun mas su posicion, decidio utilizar un truco que habia visto en Policias de Nueva York y en las demas series policiacas norteamericanas que nunca se perdia. Lo dejaria sudando tinta a solas un rato. Si le daba la oportunidad de meditar unos minutos sobre su situacion, confesaria antes de lo previsto.
– Voy a mear. Luego seguimos.
Se dio media vuelta y se dirigio a la puerta.
Morgan empezo entonces a hablar en tono suplicante:
– Yo no lo hice. No puedo pasarme el resto de mi vida en la carcel. Yo no la mate. No se como fue a parar su cazadora a mi casa. Cuando se fue a la suya, la llevaba puesta. Por favor, no me deje aqui. Vaya a buscar a mi madre, quiero hablar con mi madre. Mi madre puede explicarlo todo, por favor…
Ernst cerro la puerta a toda prisa para que no se oyese el parloteo de aquel chiflado en el pasillo. No habia dado ni dos pasos cuando Annika lo vio y lo miro con suspicacia
– ?Que hacias ahi dentro?
– Nada, comprobar una cosa. Crei que me habia dejado la cartera en una de las salas de interrogatorios.
La joven no parecio muy convencida, pero no insistio. Un segundo despues, grito mirando por la ventana
– ?Pero que demonios…!
– ?Que pasa? -pregunto Ernst, que empezaba a sentirse nervioso.
– ?Un tio que acaba de saltar por la ventana y ahora corre como un rayo hacia la carretera!
– ?Mierda! -exclamo Ernst.
Estuvo a punto de fracturarse el hombro al lanzarse contra la primera de las puertas. Con las prisas, olvido que siempre estaba cerrada.
– ?Abrela, joder! -le grito a Annika.
Ella obedecio aterrorizada. El policia abrio la siguiente puerta de golpe y echo a correr detras de Morgan. Este miro hacia atras y corrio con mas ahinco. Entonces, Ernst vio con horror un minibus negro que se acercaba a una velocidad muy superior a la permitida.
– ?Nooooo! -grito presa del panico.
Despues, se oyo el choque y todo quedo en silencio.
Martin se preguntaba cual seria el asunto tan perentorio que Niclas y Charlotte tenian que contarle a Patrik. Esperaba que fuese algo que les diese argumentos para retirar a Niclas de la lista de sospechosos. La idea de que el padre de la nina fuese el autor del crimen le resultaba espantosa.
No entendia la actitud de Niclas. Los partes de Albin eran tan incriminatorios… Y el padre no habia logrado convencerlo de que no fue el quien le causo las lesiones al pequeno. Aun asi, algo no encajaba. Desde luego, era un sujeto bastante complejo. Al hablar con el cara a cara, daba la impresion de ser un hombre estable y seguro, pero su vida privada era un verdadero desaguisado. Aunque Martin nunca fue un angel durante su alegre vida de soltero, ahora que tenia pareja no podia comprender que nadie enganase a su esposa de aquel modo. ?Que le decia cuando llegaba a casa despues de haber estado con Jeanette? ?Como conseguia que el tono de voz fuese natural, como era capaz de mirarla a los ojos despues de haber estado revolcandose en la cama con su amante hacia tan solo unas horas? A Martin no le entraba en la cabeza.
Niclas habia dado muestras de un temperamento dificil de prever en alguien como el. El propio Martin lo habia visto en el brillo de sus ojos aquel mismo dia, cuando se presento en casa de su padre. Parecia dispuesto a matarlo y, de no haber aparecido el policia, Dios sabe que habria ocurrido.
Y aun asi, a pesar de lo paradojico de su caracter, Martin no lo creia capaz de ahogar a su hija conscientemente. Ademas, ?cual habria sido su movil?
Los pasos presurosos de Charlotte y de Niclas por el pasillo vinieron a interrumpir su razonamiento. Lleno de curiosidad, se pregunto adonde irian con tanta prisa.
Patrik aparecio en el umbral de su puerta y Martin enarco una ceja presa de la expectacion.
– Era Sara quien maltrataba a Albin -revelo Patrik al tiempo que se sentaba en la silla.
Aquella era la ultima explicacion que Martin habria imaginado
– ?Y como sabemos que es verdad? -le pregunto-. ?No puede tratarse de una tentativa de eliminar las sospechas que pesan sobre Niclas?
– Si, claro que podria ser -admitio Patrik en tono cansado-. Pero creo que dicen la verdad. Claro que debemos comprobarlo, me han proporcionado los nombres y los numeros de telefono de las personas con las que podemos ponernos en contacto. Ademas, la coartada de Niclas va a resultar autentica despues de todo. Segun el, Jeanette mintio al negar que estuviese con ella aquella manana solo para vengarse, porque el habia puesto fin a la relacion. Y sobre ese punto, tambien me inclino a creer su palabra, aunque, claro esta, debemos mantener una seria charla con Jeanette.
– ?Menuda…! -comenzo Martin.
No tuvo que terminar la frase, pues Patrik asintio corroborando su opinion.
– Si, el ser humano no esta mostrando su mejor cara a lo largo de esta investigacion -dijo meneando la cabeza con abatimiento-. Y a proposito, ?empezamos con el famoso interrogatorio?
Martin asintio, tomo su bloc y se levanto para acompanar a Patrik, que ya salia por la puerta. Sin que este se volviese, le pregunto:
– Por cierto, ?hay noticias de Pedersen? Por lo de la ceniza que habia en el jersey del bebe, quiero decir.
– No -respondio Patrik sin mirarlo-. Pero deberian darle un buen empujon al asunto y analizar el jersey y el buzo de Maja cuanto antes. Apuesto lo que quieras a que comprobaran que la ceniza tiene la misma procedencia.
– Que no sabemos cual es -observo Martin.
– Exacto, que no sabemos cual es.
Entraron en la sala de interrogatorios y se sentaron frente a Kaj. Al principio nadie dijo una palabra y Patrik hojeaba tranquilamente sus notas. Vio con satisfaccion que Kaj se retorcia las manos y que le sudaba la cara.