Bien, eso era senal de que estaba nervioso y les facilitaria la tarea. Patrik estaba bastante tranquilo, teniendo en cuenta todo lo que habian sacado en limpio despues del registro domiciliario. Si encontrasen pruebas asi en todos los casos, la vida seria mucho mas facil.
Enseguida le cambio el humor. Entre los folios que hojeaba aparecio una copia de la carta del chico que le recordo subitamente por que estaban alli y quien era el hombre que tenian enfrente. Patrik cruzo las manos con gesto resuelto. Observo a Kaj, que miraba nervioso a su alrededor.
– En realidad, no necesitamos hablar con usted. Despues del registro, tenemos suficientes pruebas como para encerrarle por mucho, mucho tiempo. Pero queremos brindarle una oportunidad para que de su version de los hechos. Porque nosotros somos asi, tios legales.
– No se de que hablan -dijo Kaj con voz tremula-. Esto es una injusticia. Yo soy inocente.
Patrik asintio como haciendose eco de sus palabras.
– ?Sabe? Me gustaria creerle. Y tal vez lo haria si no fuera por esto.
Patrik saco unas fotografias de su gruesa carpeta y se las mostro a Kaj. Con satisfaccion, comprobo que el interrogado palidecia antes de ruborizarse por completo. Luego, miro a Patrik desconcertado.
– Ya le dije que nuestros informaticos son muy buenos, ?no? Y tambien que las cosas no desaparecen solo porque le de al boton de borrar. Ha sido muy concienzudo limpiando el ordenador de forma periodica, pero no lo bastante habilidoso. Hemos recuperado todo lo que ha ido descargandose para compartir con sus amigos pederastas: fotografias, correos electronicos, archivos de video… Todo, de lo primero a lo ultimo.
Kaj abria y cerraba la boca visiblemente confuso. Daba la sensacion de que queria articular algo, pero las palabras se empenaban en morir en su garganta.
– Parece que no tiene mucho que decir, ?verdad? Por cierto, manana vienen dos colegas de Gotemburgo que tambien quieren hablar con usted. Nuestros hallazgos les resultan muy interesantes.
Kaj guardaba silencio, de modo que Patrik continuo, resuelto a alterarlo como fuese. Odiaba a aquel hombre, odiaba todo lo que representaba y cuanto habia hecho. Pero no lo dejo traslucir. Tranquilo y en tono sereno, siguio hablando con el como si estuviesen charlando sobre el tiempo y no sobre abuso de menores. Por un instante, considero la posibilidad de mencionar ya el hallazgo de la cazadora de Sara, pero finalmente decidio esperar un poco mas. De modo que se inclino ligeramente sobre la mesa, miro a Kaj a los ojos y le dijo:
– ?Ustedes piensan alguna vez en sus victimas? ?Les dedican un solo pensamiento o estan demasiado ocupados en satisfacer sus necesidades?
Patrik no esperaba ninguna respuesta y Kaj tampoco se la dio. Ante su silencio, prosiguio:
– ?Tiene idea de lo que ocurre en el interior de un muchacho que se las ve con alguien como usted? ?Se figura siquiera todo lo que destruye, todo lo que le roba?
Un leve estremecimiento de su rostro le indico que Kaj lo escuchaba. Sin apartar la mirada de su semblante, Patrik saco uno de los folios del monton y lo empujo despacio hasta ponerlo delante de Kaj. Al principio, este se nego a mirar, pero luego fue bajando la vista despacio y empezo a leer. Con la incredulidad pintada en el rostro, sus ojos volvieron a mirar a Patrik, que asintio con amargura.
– Si, es exactamente lo que parece, la carta de un suicida. Sebastian Ryden se quito la vida esta manana. Su padre se lo encontro ahorcado en el garaje. Yo estuve presente cuando bajaron su cadaver.
– Miente.
La mano de Kaj temblaba levemente al sujetar la carta. Pero Patrik se dio cuenta de que sabia que no era falso.
– ?No le quitaria un peso de encima dejar de mentir? -pregunto quedamente-. Seguro que se preocupaba por Sebastian, no me cabe la menor duda, asi que al menos hagalo por el. Ya ha visto lo que pide en la carta. El quiere que termine todo esto. Y usted puede ponerle fin.
Dijo aquellas palabras en un tono de aparente amabilidad. Patrik miro de soslayo a Martin, que estaba listo, boligrafo en mano. Claro que la grabadora zumbaba sin cesar como un abejorro, pero Martin tenia la costumbre de tomar sus propias notas.
Kaj paso la mano por la carta y abrio la boca para decir algo. Martin levanto el boligrafo, listo para escribir.
Y justo en ese momento, Annika abrio la puerta.
– ?Ha ocurrido un accidente ahi fuera! ?Rapido!
Acto seguido, la joven echo a correr por el pasillo y, tras un segundo de turbacion, Patrik y Martin fueron tras ella.
En el ultimo instante, Patrik se acordo de cerrar con llave la puerta de la sala donde dejaban a Kaj. Ya lo retomarian mas tarde. Esperaba no haber perdido definitivamente la oportunidad.
Debia admitir que lo embargaba cierta preocupacion. Solo habian pasado un par de dias, pero el no sentia que hubiesen establecido el tipico contacto entre padre e hijo. Claro, quiza debiera tener paciencia, pero la verdad era que no se sentia tan apreciado como creia merecer. No gozaba ni del respeto debido a un progenitor, ni del amor filial incondicional del que hablaban todos los padres, quiza mezclado con cierto temor saludable. El chico parecia mas bien indiferente. Se pasaba los dias tumbado en el sofa de Mellberg, comiendo cantidades ingentes de patatas fritas y jugando con el videojuego. Mellberg no comprendia a quien habia salido para ser tan perezoso. A su madre, seguramente. El, por su parte, se recordaba a si mismo a esa edad como una fuente inagotable de energia. Bien era verdad que, por mas que lo intentase, no se acordaba de ninguno de los exitos deportivos que estaba seguro de haber cosechado; de hecho, no era capaz de evocar un solo recuerdo de su juventud en ningun contexto deportivo, pero se lo atribuia al fallo de la memoria y al paso del tiempo. El se recordaba a si mismo, desde luego, como un joven musculoso y activo.
Miro el reloj. Era muy temprano. Tamborileo con los dedos sobre la mesa. Tal vez deberia marcharse a casa y compartir su tiempo con Simon sin prisas. Estaba convencido de que a el le gustaria. Bien mirado, se decia, la actitud de su hijo se debia solo a su timidez y, en su fuero interno, estaba deseando que su padre viniese a sacarlo de su cascaron despues de una ausencia de tantos anos. Naturalmente, eso era lo que le ocurria. Mellberg lanzo un suspiro de alivio. Suerte que el sabia de adolescentes pues, de lo contrario, a aquellas alturas ya habria abandonado y habria dejado que el chico continuase tirado en el sofa y se sintiese miserable. Simon no tardaria en comprender lo afortunado que era con el padre que le habia tocado en suerte.
Lleno de confianza, se puso la cazadora mientras pensaba en que tipo de actividad paterno-filial seria mas adecuada. Por raro que pareciese, aquel pueblucho dejado de la mano de Dios no tenia mucho que ofrecer a dos hombres de verdad. Si hubiesen estado en Gotemburgo, habria podido llevar a su hijo a su primera visita a un club de streaptease o haberle ensenado a jugar a la ruleta, pero alli no sabia muy bien que hacer con el. En fin, algo se le ocurriria.
Al pasar ante el despacho de Hedstrom, penso en lo desagradable que era lo que habia ocurrido con su pequena. Una prueba mas, se dijo, de lo impredecible que era todo y de que mas valia disfrutar de los hijos mientras se tenia ocasion. Precisamente por eso, nadie podria reprocharle que hoy se marchase tan temprano.
Se encamino a la recepcion silbando una cancioncilla, pero se paro en seco al ver las puertas abiertas y a sus hombres corriendo en direccion a la salida. Alli pasaba algo y, como de costumbre, nadie se habia molestado en informarlo.
– ?Que pasa? -le grito a Gosta, que, por ser mas lento que los demas, iba el ultimo.
– Han atropellado a alguien enfrente de la comisaria.
– ?Joder! -exclamo Mellberg antes de echar a correr como los otros, aunque en la medida de sus posibilidades.
Justo al otro lado de la puerta, se detuvo. Habia un gran minibus de color negro aparcado y alguien, probablemente el conductor, deambulaba sin destino de un lado para otro con las manos en la cabeza. El
– ?Ha llamado alguien a la ambulancia? -pregunto Mellberg.