que puedo ver a mis testigos?

– ?Cuando le conviene a usted? Debe darme un poco de tiempo y tendra que ser despues de que terminen las clases. No queremos disturbar la ensenanza mas de lo indispensable.

– El juicio dara comienzo el jueves. Los testigos de la defensa no creo que sean convocados antes del martes o el miercoles de la semana que viene.

– Me ocupare del asunto, senor Ruger. ?Manana por la tarde quizas?

– Estupendo.

– Le llamare.

Echo hacia atras el sillon del escritorio. Ruger le dio su tarjeta y empezo a incorporarse de su asiento.

– Edwin Ruger… si, si, creo que me acuerdo de el. Un joven prometedor. ?A que se dedica ahora?

– Esta en paro.

– Ah, ya… adios pues, senor Ruger. Si hay algo mas que pueda hacer por usted…

No lo creo, penso Ruger. Movio la cabeza y se limpio la nariz. El director Suurna se inclino sobre el interfono y llamo a la mujer malva.

– ?No tiene usted paraguas? -le pregunto mientras le guiaba por los pasillos.

– No -contesto Ruger-, pero pienso comprarme uno.

No tenia ninguna gana de explicar que, en realidad, tenia dos paraguas. Uno en casa y otro en el coche. Mientras corria por el mojado patio del instituto se preguntaba a quien diablos le habia recordado el director. A un politico que habia provocado escandalos hacia un monton de anos, penso… ?no se trataria de la misma persona?

En todo caso, tenia la esperanza por el bien de Mitter de que Suurna no cambiara de opinion y decidiera presentarse el. Nadie salvo la parte contraria iba a alegrarse de un testimonio de esa indole. Y el no tendria el coraje de detenerle.

Y a proposito de esto, ?cuantos testigos habia logrado pescar el fiscal dentro de esas paredes? Tenia la sensacion de que podian ser dos o tres si uno se tomaba la molestia.

Pero cuando estaba de nuevo en su coche viendo desaparecer la sombria silueta del instituto Bunge en el espejo retrovisor, pensaba sobre todo en un bano caliente y una buena copa de conac.

Cierto es que su esposa sostenia que, en la actualidad, no se curaban los resfriados con banos y conac, pero el habia decidido no seguir escuchandola. Durante tres dias habia tomado una misera y repugnante tableta de vitaminas para el desayuno y ello no le habia acercado ni un centimetro a la curacion.

8

?Por que no venian?

La pregunta surgio al dia siguiente, pero no antes de la noche. Las horas del dia se habian desarrollado como en un trance vidrioso, en una confusion incomprensible, pero en cuanto las ideas consiguieron asentarse… era eso lo que importunaba.

?Por que no daban senales de vida?

Paso otra noche. Y otro dia.

No ocurrio nada. Fue al trabajo, hizo su vida, regreso a casa por la tarde… recupero la fuerza con rapidez y facilidad y estaba seguro de que una confrontacion no iba a proporcionarle ningun disgusto.

Y no ocurria nada.

Despues de una semana la absurda pregunta seguia royendole. Se le ocurrio que tenia que deberse a un malentendido… que le habrian buscado, pero no le habian encontrado.

En casa o en el trabajo.

Cierto que eso era en realidad igual de absurdo, pero a pesar de ello se quedo en casa un par de dias de la semana siguiente. Pidio la baja por gastritis y no puso los pies en la calle.

Para estar localizable.

De todas formas era un descanso necesario. Permanecio en su piso durante esos dias dejando madurar los acontecimientos. Vio en seguida como casaba todo. Como toda su vida habia apuntado justamente a esto…, comprendio que debia haberse dado cuenta de ello bastante antes. Eso le hubiera ahorrado mucho. Comprendio que esa era la solucion, y ninguna otra cosa. En seguida resultaba todo tan natural que tuvo que sacudir la cabeza ante su propia ceguera.

Ella estaba muerta. El podia vivir.

Y no pasaba nada.

Ninguna voz desconocida en el telefono pidiendo hacerle unas preguntas. Ningun hombre adusto envuelto en una gabardina humeda junto a la puerta. Nada.

?A que esperaban?

De vez en cuando se quedaba de pie detras de la cortina oteando la calle para descubrir misteriosos coches aparcados. Trataba de oir el pequeno clic que le revelaria que su telefono estaba interceptado. Leia todos los periodicos que estaban a su alcance, pero en ninguna parte…, en ninguna parte podia descubrir ni sombra de explicacion.

Era incomprensible.

Al cabo de tres semanas seguia siendo igual de incomprensible, pero ya se habia acostumbrado. La situacion no era del todo desagradable. La inseguridad llevaba consigo un pequeno cosquilleo.

Ese cosquilleo.

La misma manana en que iba a dar comienzo el juicio, se levanto pronto. Estuvo un buen rato delante del espejo del cuarto de bano sonriendo a su propia imagen. Jugo con la idea de presentarse alli. Sentarse en los bancos del publico y verlo todo, atonito.

Pero penso que era ir demasiado lejos. Desafiar al destino.

?Por que desafiar algo que le resultaba tan favorable?

En el coche, camino del trabajo, se sorprendio a si mismo cantando.

Hacia tiempo que no cantaba. Capto su propia mirada en el espejo retrovisor. Habia una chispa en ella.

Y mientras estaba alli junto al semaforo en rojo, esperando, vio con el rabillo del ojo que la mujer del Volvo que estaba a su lado volvia la cabeza y le sonreia.

El trago saliva y sintio la ereccion.

9

El sueno llego de madrugada; cuando la primera luz gris empezo a despejar la oscuridad de su celda… tal vez mientras los carros del desayuno ya se oian por los pasillos.

Y el se acordaba muy bien; posiblemente tuvo lugar justo antes del momento de despertar y quiza las cosas habrian tenido su explicacion si hubiera podido tener un minuto o dos mas de sueno. Quizas habria bastado con unos segundos.

Al principio iba andando. Una marcha desesperada por una llanura infinita y desierta. Un paisaje yermo, sin pueblos, sin arboles, sin agua… solo la tierra, reseca y agrietada. Aparte de las lagartijas verdinegras que corrian de un lado a otro entre piedras y grietas, el era el unico ser vivo en ese paisaje. Estaba solo y cargaba con una mochila informe que le rozaba los hombros y se le clavaba en la cintura. Del objetivo y del sentido sabia poco, solo que era importante. Tal vez habia sabido mas al principio, pero se habia perdido por el camino.

Pero no ceder, no parar, no sentarse… solo seguir resistiendo, metro a metro, paso a paso. Y el viento

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