tiene usted que decir a eso?

– Es mentira.

– ?Mentira? ?Por que iba a mentir su vecino?

– Ha oido mal. Yo nunca amenace…

– ?Que hizo usted entonces?

Aqui intervino Ruger.

– Senor juez, mi cliente ya ha explicado que no se acuerda. No hay ninguna razon para que el fiscal le obligue a hacer especulaciones.

– Se acepta -declaro Havel-. ?Quiere el senor fiscal ser tan amable de atenerse a aquello que el acusado pueda responder?

– Desde luego -sonrio Ferrati-, pero no siempre es facil saber lo que recuerda y lo que no… Senor Mitter, ?sabia usted que su esposa tenia miedo?

– Bobadas.

– Unos dias antes de su muerte le confio a una colega… que tenia miedo de que ocurriera algo.

– No lo creo. ?De que iba a tener miedo?

– Le ruego que trate de contestar la pregunta.

– No tengo ni idea. ?Por que no preguntar a… quien cono puede haber sido?

– Porque no lo sabe. Fue un encuentro rapido, pero en todo caso a ella le dio la impresion de que era a usted a quien su esposa tenia miedo.

– Tonterias.

– Creo que debe ser el jurado el que decida lo que son tonterias y lo que no. Su colega va a testificar la semana que viene… Asi que usted no tiene ninguna explicacion de por que tenia miedo su esposa.

– Ninguna en absoluto.

– A su anterior esposa, Irene Beck…, ?solia usted pegarle?

– ?Pero que coj…!

Ruger fue mas rapido. Salto de su asiento.

– ?El fiscal esta haciendo insinuaciones!

– ?Sientese! -rugio Havel-. ?Que quiere usted decir, Ferrati?

– Irene Beck ha declarado que su ex esposo…, el acusado, le ha pegado por lo menos en dos ocasiones…

– Fue cuando estabamos divorciandonos. Yo le devolvi la bofetada… Dios mio… ella no puede decir…

– ?Confiesa usted o no que pego a su anterior esposa?

Mitter no contesto. Ruger volvio a ponerse de pie.

– Senor juez, ?por que permite que el fiscal insinue cosas que no tienen nada que ver con este juicio?

Havel tenia la cara enrojecida.

– ?Haga el favor de sentarse en su silla, senor abogado! Y usted, senor fiscal, ?tiene la bondad de explicarnos adonde quiere llegar con sus preguntas?

Ferrati sonrio de nuevo. Era evidente que sonreia siempre cuando se volvia al juez Havel.

– Solo quiero demostrar la inclinacion del acusado a utilizar la violencia.

Havel parecio reflexionar.

– Que el acusado conteste la pregunta -resolvio.

– ?Que pregunta?

– Si ha pegado a su ex esposa o no.

Mitter tardo unos segundos en contestar.

– Le he dado dos bofetadas en trece anos. Evidentemente no fue bastante.

La respuesta desencadeno bastante jaleo arriba en las gradas, pero basto una mirada de Havel para que se restableciera el orden. Durante la breve pausa, el asesor se levanto y murmuro algo al oido de Ferrati. Este asintio con la cabeza y se acerco a su vez a la barandilla del juez a preguntar algo que Mitter no llego a oir. Havel parecio dudar, pero luego hizo un gesto afirmativo.

Ferrati continuo:

– ?Ha utilizado alguna vez metodos violentos con sus alumnos, senor Mitter?

– ?Protesto! -grito Ruger empezando a mostrar su indignacion.

– ?Se rechaza la protesta! -rugio Havel-. ?Quiere contestar la pregunta?

– Nunca -dijo Mitter.

– ?No es cierto que ha sido usted amonestado por haber atacado a un alumno… en marzo de 1983, segun me han informado…?

Ferrati parecia satisfecho. Mitter guardaba silencio.

– ?Quiere usted contestar o… no se acuerda?

– He sido amonestado.

– Y sin embargo dice que no ha usado la violencia con los alumnos…

– Fui indebidamente amonestado…, inocentemente condenado, como voy a serlo ahora.

La reaccion de las gradas no se hizo esperar. En esta ocasion fue tan fuerte que Havel tuvo que empunar el mazo.

– Quiero advertir al publico que guarde silencio durante las sesiones… y al acusado que se limite a contestar las preguntas que se le hagan ?y nada mas!

En este momento a Ruger tambien le parecio oportuno incorporarse en serio.

– Senor juez, yo creo que ya basta. El fiscal se ha dedicado a hacer preguntas completamente irrelevantes durante todo el tiempo. La intencion es evidente: lo que quiere es difamar a mi cliente puesto que no tiene ninguna prueba que aportar. Y si la vista va a continuar, ?exijo que haga las preguntas que sean importantes para el juicio!

Por un momento parecio que Havel queria darle a Ruger con el mazo en la cabeza, pero luego se volvio a Ferrati:

– ?Insto al fiscal a ir al grano!

– Encantado.

Ferrati sonrio amablemente, esta vez hacia el jurado. Las dos mujeres que formaban parte de el no tardaron en ir a su encuentro.

– Senor Mitter, ?ahogo usted a su esposa?

– No.

– ?Como lo sabe?

– Porque… porque no lo hice.

– ?Quiere usted decir que usted no la mato porque usted no la mato?

Mitter se concedio dos segundos extra para pensar antes de contestar. Luego dijo, con tranquilidad y contencion:

– No, yo se que no la mate porque no la mate… de la misma manera que usted sabe que no lleva bragas de encaje justamente porque usted no las lleva… hoy.

Las gradas explotaron. Ferrati fue a sentarse. Havel golpeaba la mesa con la maza en vano. Ruger movia la cabeza mientras Mitter se ponia de pie en el banquillo con mucha dignidad y con una medida inclinacion agradecia los aplausos.

De repente se sentia de un humor excelente aunque un poco deseoso de fumar. Su siguiente replica llego tan sorprendente para el como para todos los demas.

– ?Lo confieso todo! -grito-. ?Todo con tal de que alguien me de un cigarrillo!

Cuando el juez Havel poco a poco pudo hacerse oir de nuevo, anuncio:

– ?Veinte minutos de descanso! ?Quiero ver al fiscal y al abogado en mi despacho inmediatamente!

Y con un estruendoso golpe de mazo puso de momento fin a la vista del juicio.

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