y ahora esta muerto. Lo menos que podemos hacer por el es acertar esta vez.

– He pensado en una cosa -dijo Munster-. Son tan diferentes estos asesinatos… Si es que se trata del mismo asesino, claro. Este segundo es mucho mas… profesional que el primero. Quiza Mitter fuese incluso testigo del primero. Parece menos planificado… como casual. Este es mucho mas… frio.

Van Veeteren hizo un gesto afirmativo.

– Si, asi es. Le ha cogido gusto, ha aprendido. Pero volvamos a la carta. ?Estas de acuerdo?

– Desde luego.

– Mitter escribe una carta al asesino, a la persona que sospecha que tiene algo que ver con la muerte de su esposa…

– ?Para! -dijo Munster-. ?Como sabemos que escribio realmente al asesino? ?Por que no puede haber sido una carta normal a… un conocido?

– Hemos empezado a controlar -contesto Van Veeteren colocandose un nuevo palillo en la comisura de la boca-. Pero aun no han terminado. Ninguno de sus mas allegados, la ex mujer, los hijos, sus buenos amigos, ha recibido ninguna carta. Hay algunos con los que todavia no se ha establecido contacto, Petersen y Stauff estan en ello…, pero no creo que encuentren nada.

– Pero ?no puede eso significar…?

– Si, claro, es muy posible que el asesino este justamente entre ellos, pero no creo que nos perjudique que se de cuenta de que no somos idiotas. Si luego nos damos de bruces con el dentro de unas semanas no tenemos mas que atraparle. No hay nada parecido a un asesino al que se le ha tenido en la parrilla un cierto tiempo…

Munster asintio.

– Volvamos a la carta -dijo Van Veeteren-. Digamos que es verdaderamente una carta para informar al asesino de algo. ?Preguntas, Munster!

– Si, el destinatario, claro… ?puede haber leido alguien el sobre? Pero me imagino que eso hay que excluirlo…

– Exactamente. Los atolondrados de Majorna no han visto nada. ?Ni una puta letra! Y eso que habia un tio mirando mientras escribia…

– Y ?por que?

– Yo que se. O bien vigilan la escritura de cartas por razones de seguridad o bien hay alguien que esta escribiendo alguna tesis… la relacion entre la esquizofrenia y ser zurdo… ?que mas da! Lo importante es, y atiende bien, intendente, porque esto es vital…, que Mitter consigue que un celador le de pluma, papel, sobre y un sello… se sienta en la sala de reuniones… si, se llama asi… y escribe su carta… no le lleva mas de diez minutos… le da la carta al celador que la echa al buzon a la salida, dos horas mas tarde, camino a su casa. Hasta ese momento la lleva en el bolsillo del uniforme. ?Tienes clara la imagen?

– Si, si.

– ?Que es lo que te llama la atencion?

Munster cerro los ojos. Apoyo la cabeza en la pared y reflexiono.

– No se…

– La direccion.

– ?Que quieres decir?

– ?Piensa, cono, Munster! Si no resuelves esto no apoyare nunca tu ascenso.

– Esta claro…, ?como es que sabia la direccion?

– Del asesino, si…

– ?Por la agenda?

– No. No la tenia… en el hospital en todo caso, no.

– ?Por el listin de telefonos?

– No hay ninguno en la sala de reuniones.

– ?Y no se movio de alli?

– El celador se quedo fuera vigilando. No le perdio de vista ni un segundo, no me preguntes por que. Hay puertas de cristal entre las habitaciones, se fumo dos cigarrillos, dice. Deben de ser de los de cinco minutos…

– Ya que es tan minucioso, bien podia haber echado tambien un vistazo a la carta.

Van Veeteren lanzo un grunido.

– ?Crees que no se lo he dicho? Aunque no es seguro que nos hubiera servido de algo, no parecia saber leer muy bien. Es de esos cabrones que pueden volcar un tren, pero que no saben cual de las puntas de una pluma tiene que estar hacia abajo.

Munster sonrio en cumplimiento de su deber.

– Basta de eso -continuo Van Veeteren-. Nadie ha visto lo que Mitter escribio en el sobre. No se sirvio ni de agenda ni de listin telefonico ni de nada. Eso significa…

– Que sabia la direccion de memoria. Esta claro.

– Yo llego a la misma conclusion. Aunque tengo que decir que en mi caso va un poco mas rapido. ?Cuantas direcciones te sabes tu de memoria, Munster?

Munster reflexiono.

– Venga, dilas.

– La mia.

– Bravo.

– La de mis padres…

– ?Y?

– Mi direccion de la ninez en Willby…

– Demasiado antigua.

Munster vacilo.

– La de mi hermana, en Hessen… creo.

Se hizo un silencio.

– La de aqui, claro -dijo Munster al cabo de un rato.

Van Veeteren rebusco en los bolsillos un nuevo escarbadientes, pero el aprovisionamiento debia haberse agotado.

– ?Has acabado? -pregunto.

Munster asintio.

– Tienes cuarenta y dos anos y te has aprendido cuatro direcciones de memoria. No esta mal, intendente. Yo no pude decir mas que tres. ?Que conclusion sacas de esto?

– Que escribio a alguien… muy cercano.

– ?O?

– ?A si mismo?

– Idiota -dijo Van Veeteren-. ?O?

– O a su trabajo.

Van Veeteren enlazo las manos en la nuca y se estiro en la silla del escritorio.

– El instituto Bunge. ?Quieres una cerveza?

Munster asintio de nuevo. Van Veeteren miro el reloj.

– Si me llevas a casa, puedes invitarme a una copa por el camino… en el Kraus, creo yo.

Munster se echo encima la chaqueta.

Debe de ser una prueba de simpatia, penso.

– Pero, cono, si es que es viernes -constato Van Veeteren mientras se abrian paso a codazos hacia el bar.

Con dos jarras espumeantes se incrusto en un sofa entre dos mujeres jovenes. Encendio un purito y al cabo de unos minutos habia tambien sitio para Munster.

– El Bunge o un buen amigo -retomo Van Veeteren-. Y podemos excluir a los amigos, me parece. ?Hay algun pero?

– Si -dijo Munster-. Uno por lo menos… un nombre raro.

– ?Que quieres decir?

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