en la que he pensado mucho despues. Los vi en un coche a la hora del almuerzo. Yo tuve que cruzar la ciudad en coche para verme con un cientifico en Irgenau, ellos estaban delante de mi, a la derecha, en otro coche…
– ?Esta seguro de que era su mujer?
– Al cien por cien.
– ?Y el hombre?
– ?Quiere decir como era de aspecto?
– Si.
– No lo se. El conducia. Eva iba a su lado; yo la veia de perfil cuando volvia la cabeza para hablar con el, pero de el solo veia los hombros y la nuca. Ellos estaban en la fila de la derecha, yo tenia que seguir recto… cuando el semaforo se puso verde, ellos torcieron. No tuve la menor posibilidad de seguirlos, aunque lo hubiera querido. Creo que… creo que tambien fue un shock.
– ?Un shock? ?Como podia usted saber que era cuestion de… infidelidad? ?No podia su esposa estar en aquel coche por una razon completamente inocente?
– Claro que si, eso es lo que yo me decia tambien. Pero su reaccion cuando le pregunte fue bastante… univoca.
– ?De que manera?
– Se puso completamente fuera de si. Aseguro que habia estado en casa todo el dia, que yo estaba equivocado o que mentia y queria destruir nuestra relacion. Y un monton de cosas por el estilo.
– ?Y no puede ser que tuviera razon?
– No… yo empece a dudar de lo que habia visto, como es natural…, pero al cabo de dos semanas volvio a ocurrir. Un colega mio los vio juntos en un cafe. Fue muy penoso… lo solto asi, como de pasada, como una broma, pero me temo que yo perdi la cabeza.
– ?Que dijo Eva esta vez?
– Lo mismo. Era eso lo que resultaba tan raro. Lo nego, volvio a alterarse completamente, dijo que mi colega era un mentiroso, que ella jamas habia puesto los pies en ese cafe. Todo era tan flagrante; a mi me parecia como que… era indigno de ella mentir… varias veces, ademas. Le dije que era mucho peor tener que aguantar las mentiras que la infidelidad… Lo raro es que ella parecia estar de acuerdo conmigo.
– ?Que paso luego?
– Nuestra relacion se resintio, como es natural…, ella era como una extrana, se puede decir. Yo me rompia la cabeza haciendome preguntas… haciendoselas a ella tambien, pero se negaba a hablar de ello. En cuanto yo intentaba sacar a relucir algo, se cerraba como una almeja… si, fueron unos meses horrorosos, sencillamente. Y las cosas iban a ser todavia peor. Yo nunca me hubiera esperado nada parecido. Habiamos estado casados cinco anos, nos conociamos desde hacia diez y jamas habiamos tenido problemas asi. ?Esta usted casado, comisario?
– En cierto modo.
– ?Ah!, ?si?… Bueno… Poco a poco empece a pensar que a lo mejor yo podia haberme equivocado de todas maneras. Era como si todo hubiera empezado a volverse en su favor… como si yo fuera el causante de todo puesto que fui el que la acuso. Recuerdo que pense que la situacion tenia rasgos de una verdadera
– No me subestime.
– Disculpe…
– Dijo usted que la habia sorprendido varias veces…
– Si, pero nunca de la misma manera. Vislumbre algo…, oi algunas conversaciones telefonicas…
– ?Oyo usted de que hablaban?
– No. Pero estaba bastante claro, de todas formas.
– Entiendo.
– La sorprendi tambien mintiendo en un par de ocasiones…, aseguro que habia estado en casa pese a que yo habia ido a la hora del almuerzo y no habia nadie… que habia ido al cine con una amiga. A ver una pelicula que habian dejado de echar la semana anterior…
– ?Que decia ella de eso?
– No la confronte nunca con esas mentiras, no sabia que hacer. Supongo que esperaba que ocurriera algo concluyente. La situacion resultaba tan irreal que no sabia como actuar.
– ?Hablo usted con alguien?
– No… no, por desgracia. Pense que era algo que pasaria… algo que seriamos capaces de resolver nosotros mismos poco a poco.
Van Veeteren asintio.
– ?Es un Vrejsman ese cuadro? -dijo senalando una gran acuarela que colgaba encima de la chimenea.
– Si, lo es -contesto Berger sorprendido-. ?Es usted tambien conocedor de arte, comisario?
– Si. Conozco a Rembrandt y a Vrejsman. Vrejsman es tio mio. ?Esta usted verdaderamente seguro, senor Berger?
– ?Que? No acabo de entender…
– Seguro de que era infiel. ?No puede haber sido otra cosa?
– ?Que, por ejemplo?
Van Veeteren levanto las manos.
– Yo que se. Pero lo que usted descubrio no era muy comprometedor. Nunca los encontro en la cama, que digamos.
– No crei que hiciera falta.
– Y ?por que no hablo usted de esto la otra vez con el intendente Munster?
Berger vacilo.
– No… no salio a relucir. Pensaria que no tenia ninguna importancia. Me lo sigue pareciendo, ademas.
Van Veeteren guardo silencio. Berger estaba ahora un poco irritado, se notaba claramente. Van Veeteren casi deseaba haber tenido la posibilidad de encerrarle en un calabozo esa noche y emprender la siguiente cuestion por la manana; eso hubiera facilitado el paso de una cosa a otra. Mientras pensaba en como seguir, aparecio la senora Berger diciendo que llamaban a su esposo por telefono.
El demonio protege a los suyos, penso Van Veeteren. Berger desaparecio y los diez minutos que siguieron se dedico a mirar las brasas y las languidas llamas azules mientras pensaba en sus propias infidelidades.
Eran dos en total, la ultima hacia dieciocho anos y habia sido tan catastrofica como la primera. Su matrimonio tambien habia sido una catastrofe, desde luego, pero al menos habia tenido la ventaja de no perjudicar a ningun inocente.
Quiza no fuera mala idea tocar ese asunto respecto al matrimonio de Andreas Berger y Eva Ringmar. Decidio permitirse otro whisky en espera de la proxima ronda… tenia que llevarla a cabo un poco mas rapidamente que la primera. El reloj de la repisa marcaba las nueve y media y, aunque no solia plegarse a las exigencias de lo decente, habia limites.
Encendio un cigarrillo y se metio otros cuatro en el bolsillo.
28
– ?Puede contarme algo del accidente, senor Berger? Le prometo que no le molestare mucho mas.
Berger revolvio las brasas. Se quedo un rato sentado con las manos entre las rodillas y la mirada fija en la chimenea antes de empezar.
– Fue el i de junio. Un sabado. Estabamos invitados en casa de los Molnar, un colega mio, tienen una casa arriba, junto a los lagos Maaren. Ibamos a hacer noche alli. A la hora de comer nos dimos cuenta de que Willie habia desaparecido. Tenia cuatro anos, acababa de cumplirlos… Los Molnar tenian dos hijos un poco mayores… habian estado jugando juntos en el jardin. Willie habia dicho que tenia que ir al retrete… no le encontramos hasta el domingo por la manana. Fueron unos pescadores quienes le sacaron en una caleta… se habia desplazado con las corrientes casi tres kilometros.
Callo y encendio un cigarrillo.