Para decir la verdad no sabia como lo sentia; tenia que ser algo nuevo… ella que pensaba que ya no habia nada nuevo, que ya habia experimentado todas las cabronadas habidas y por haber… lo sentia… ?horroroso?

?Era impropia la palabra miedo?, se le ocurrio de pronto. ?Demasiado debil? ?No seria algo mas fuerte?

?Panico?

Se estremecio. Se arrebujo bien en el edredon.

Si, era eso. Era una viscosa sensacion de panico. Este nuevo hombre le inspiraba panico.

Estiro la mano y encendio la lampara. Se sento contra la pared y encendio un cigarrillo. ?Que cono pasaba? Dio varias profundas caladas y trato de ordenar sus pensamientos.

Esta noche habia sido la tercera vez que se encontraban y tampoco esta vez se habian acostado…, eso ya bastaba para entender. Algo habia que funcionaba mal.

La primera vez, ella tenia la regla. Al recordarlo, se dio cuenta de que el se habia sentido mas bien aliviado.

La segunda vez habian ido al cine. No habian quedado en otra cosa.

Pero esta noche debia haber sido la decisiva. Habian tomado unas copas, habian visto un programa idiota en la tele, ella llevaba un vestido ligero y flojo y nada debajo, y estaban sentados en el sofa. Ella le habia acariciado la nuca, pero lo unico que el hizo fue quedarse petrificado… quedarse petrificado y poner una pesada mano en la rodilla de ella. Y dejarla alli posada como un pez muerto mientras bebia vino avidamente.

Luego se disculpo diciendo que no se sentia bien y fue al cuarto de bano. Se marcho poco despues de las once.

El sabado seria la cuarta vez. El iba a recogerla directamente despues del trabajo. Darian una vuelta en el coche si el tiempo no era demasiado malo y luego irian a casa de el…, estaba empenado en que se quedara a pasar la noche. Media hora despues de haberla dejado la llamo por telefono para hacer los planes…, se disculpo de nuevo por no haber estado en forma. Y ella habia aceptado, claro. Habia dicho que si.

Casi antes de colgar el auricular ya estaba arrepentida. ?Por que no le habia dicho que estaba ocupada? ?Por que era tan estupida que le decia que si a un tio que no le gustaba?

?Por que no aprendia de una puta vez?

Aplasto la colilla irritada y noto que el miedo empezaba a ceder ante la rabia. A lo mejor era una senal.

Una senal de que solo eran imaginaciones suyas. Tan peligroso no iba a ser. Habia tenido tantos hombres en su vida que malo seria que no pudiera con uno mas. Malo seria que no consiguiera llevar a ese John, que era como decia llamarse, al sitio donde queria tenerle.

Contenta con esas conclusiones, apago la luz y se dio media vuelta. Eran horas de dormir. Tenia que levantarse a las siete, estar en su puesto en la tienda a las ocho y media… como de costumbre. Justo antes de dormirse alcanzo a tomar dos decisiones, que se prometio recordar en cuanto se despertara por la manana.

Lo primero, hablaria con Johanna de todas formas. La obligaria a guardar el secreto bajo siete llaves, naturalmente, pero la pondria al corriente de la situacion.

Lo segundo, veria a ese tio el sabado, pero como se torciera lo mas minimo, se daria media vuelta inmediatamente y se acabaria todo.

Asi haria.

Una vez decidido todo esto, Liz Hennan logro por fin conciliar el sueno.

Ahora, con los pensamientos en cosas mas pedestres.

Como, por ejemplo, lo caras que eran unas zapatillas de deporte que pensaba comprar para mejorar un poco la velocidad corriendo y quemando calorias.

Lo cual, naturalmente, debe haber significado tanto una mala inversion como una vanidad inutil ya que solo le quedaban tres dias de vida.

33

– ?Donde esta Reinhart? -dijo Van Veeteren haciendo una cruz con dos palillos usados en la carpeta del escritorio.

– ?Aqui! -grito Reinhart empujando la puerta-. Me meti un momento en la subasta de libros. ?Llego tarde?

– ?Quien cono tiene tiempo de leer libros? -dijo Rooth.

– Yo -contesto Reinhart instalandose junto al radiador-. Que asco de tiempo, por cierto. No se explica que la gente se tome la molestia de salir a la calle a matarse.

– ?Salir a la calle? -dijo deBries estornudando dos veces-. Casi todos los que yo conozco se matan dentro de casa.

– Si, pero eso es porque no pueden salir -dijo Rooth-. Es natural que se enerven unos con otros cuando tienen que estar metidos en casa viendo como llueve un dia si y otro tambien.

– Anteayer dejo de llover por la tarde -dijo Heinemann.

– ?Empezamos? -pregunto Van Veeteren.

Paso revista al grupo: Munster, Reinhart, Rooth, deBries, Jung y Heinemann. Con el eran siete. Siete policias encargados del mismo caso. Eso no pasaba todos los dias.

Aunque claro que todavia era la primera semana. Los periodicos aun seguian escribiendo. El asesino psicopata… el instituto de la muerte. Y cosas por el estilo. Aunque la cantidad de texto disminuia notablemente en cada nueva edicion… seguro que podia contar con que a algunos les dedicaran a otras tareas a partir del lunes. DeBries, Jung y Heinemann… tal vez tambien Rooth.

Pero por el momento estaban todos. Hiller habia hecho algunas promesas, tanto en la television como en los periodicos. Pronto seria el momento de solicitar dinero para el proximo ano. No estaria mal tener un asesino encerrado antes de Navidad.

Y esta vez el verdadero asesino.

Rooth se sono. Reinhart parecia necesitar hacerlo tambien, pero en lugar de ello encendio la pipa. Van Veeteren movio la espalda con cuidado. El partido del martes con Munster habia dejado sus huellas, sin duda. Le dolia, sobre todo sentado. Miro de reojo a deBries y a Heinemann. Tambien tenian un aspecto bastante mustio, a causa del resfriado o de la falta de sueno… Para ser sinceros, el grupo no resultaba muy impresionante.

Nada para mostrar en una emision en directo, penso. Habia que esperar que el interior tuviera un aspecto algo mejor que la cascara.

– ?Empezamos? -repitio.

– ?Majorna primero?

Van Veeteren hizo un gesto afirmativo y deBries saco un cuaderno de la cartera.

– No hay mucho -dijo-. Hemos hablado con todos los seres vivos que hay alli, excepto con los mudos y las plantas… medicos, personal, pacientes… en total 116 personas. Aproximadamente cien no han visto nada, pero la mitad cree que lo han hecho ellos. Muchos han tenido suenos y visiones…, ?acojonante! Cuatro han confesado ser autores del crimen.

Hizo una pausa para sonarse.

– Sin embargo, hemos conseguido una imagen que seguramente es correcta. En un noventa y cinco por ciento, en todo caso. El asesino se presento en la recepcion un par de minutos despues de las cinco… pregunto por el paciente Janek Mitter… dijo que era una colega y queria visitarle. No era nada raro. Mitter ya habia recibido varias visitas anteriormente.

– ?Utilizo la palabra colega? -pregunto Van Veeteren.

– Si, de eso estan seguros… habia dos personas en la recepcion cuando aparecio…

– ?Y las dos se olvidaron de ella? -dijo Reinhart-. Bien hecho.

– Bueno, solo fue una de ellas la que dio el relevo al personal de la noche -dijo Rooth-. Hicimos bastantes preguntas acerca del tono de la voz, naturalmente, y parece mas que probable que se trataba de un hombre. Tuvo que preguntar el camino un par de veces mas y todos tienen la impresion de que habia algo raro en la voz.

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