Se coloco frente al espejo y contemplo su rostro mientras se quitaba el maquillaje.
Ya se las arreglaria. Nadie conocia como el las dotes de observacion de las personas. Si las arrugas de tu rostro eran lo bastante profundas, la gente solo se fijaba en ellas. Si la mirada fija estaba tras unas gafas, no te reconocerian si no las llevabas.
Si, por el contrario, tenias una verruga grande y fea, la gente si que se fijaba en ella, pero, aunque parezca extrano, no se daban cuenta cuando desaparecia.
Unas cosas valian para disfrazarse y otras no, pero una cosa era segura: el mejor disfraz era el que hacia que tuvieras un aspecto normal, porque lo que es normal no suele registrarse. Y el era un autentico especialista en eso. Si te ponias arrugas en los lugares adecuados, sombras en el rostro o alrededor de los ojos; si te peinabas en otra direccion, si manipulabas las cejas o dejabas que la tez y el estado del cabello denunciaran tu edad y estado de salud, el resultado solia ser arrollador.
Hoy se habia disfrazado de don cualquiera. Recordarian su edad, el dialecto y las gafas oscuras. No iban a recordar si sus labios eran delgados o carnosos, si tenia los pomulos hundidos o marcados. Asi que se sentia seguro. Por supuesto que no olvidarian lo sucedido ni algunos rasgos de su rostro, pero no iban a reconocerlo tal como era en realidad.
Ya podian poner en marcha cuantas investigaciones quisieran, al fin y al cabo no sabian nada. La casa de Ferslev y la furgoneta habian desaparecido, y tambien el desapareceria pronto. Seria la salida de un hombre normal en un barrio de villas normal de Roskilde. Un hombre en una villa de las que habia un millon en aquel pequeno pais.
Dentro de unos dias, cuando Isabel pudiera hablar, sabrian sin duda lo que ese hombre habia estado haciendo durante aquellos anos, pero seguirian sin saber quien era. Eso solo lo sabia el, y asi iba a seguir siendo. Los medios hablarian de ello. Incluso en profundidad. Advertirian a victimas potenciales de otros casos, y por eso tendria que hacer una pausa en sus actividades durante cierto tiempo. Vivir de manera ajustada con el dinero ahorrado y encontrar unas nuevas bases desde donde actuar.
Recorrio con la mirada su pulcro hogar. Pese a que su mujer lo habia cuidado y atendido, y pese a que habian gastado bastante en arreglos, era un mal momento para vender casas; eran tiempos de crisis, pero habia que venderla.
Su experiencia le decia que, si debias desaparecer, no bastaba con quemar algunos de tus puentes. Otro coche, otro banco, otro nombre, otra direccion, otros circulos de amistades. Habia que cambiarlo todo. Si preparabas una buena explicacion para que los conocidos comprendieran por que decidias desaparecer, no habia problema. Otro trabajo en un pais extranjero, mucho dinero, buen clima; todos lo entenderian. Nadie se haria preguntas.
En resumidas cuentas, nada de actuar de manera repentina e irracional.
Se coloco en la puerta abierta ante la montana de cajas de mudanza y dijo el nombre de su mujer un par de veces. Cuando al cabo de un rato vio que no daba senales de vida, dio media vuelta y se marcho.
Le venia bien. Matar a una mascota que se ha querido era algo que no le gustaba a casi nadie, y el la consideraba eso.
Pertenecia al pasado. Daba igual.
Al anochecer, cuando terminara el torneo de bolos, dejaria el cadaver en el coche, iria a Vibegarden y acabaria de una vez con todo. Su mujer y los ninos debian desaparecer.
Y cuando los cadaveres se hubieran disuelto y, al cabo de un par de semanas, lavase el deposito, todo estaria listo.
Su suegra recibiria una carta de despedida de su hija mojada en lagrimas. En la carta le diria que la mala relacion entre madre e hija habia sido una de las razones para llegar a la decision de emigrar, y que se pondria en contacto con ella en cuanto cicatrizaran las heridas.
Cuando llegara el momento inevitable en que su suegra empezara a moverse, incluso a formular sospechas, iria a verla y la obligaria a escribir su propia carta de suicidio. No seria la primera vez que suministraba somniferos a la gente.
Pero antes que nada debia destruir las cajas de mudanza, llevar el coche al taller y venderlo, y poner la casa en venta. Buscaria en internet una comoda cabana en Filipinas, iria a por Benjamin, diria a su hermana que seguiria recibiendo su dinero, y luego cruzaria Europa hasta Rumania en un viejo coche usado que podria dejar en cualquier lado, sabiendo que en poco tiempo lo habrian desguazado.
Los billetes de avion con los nuevos nombres falsos no dirian nada sobre quienes eran en realidad. No, nadie iba a fijarse en un chavalin con su padre viajando de Bucarest a Manila. Solo se habrian fijado en el trayecto inverso.
Catorce horas de vuelo, y alli estaba el futuro.
Salio al pasillo y saco su bolsa de bolos Ebonite. Dentro estaba el equipo fabricado para triunfar; habia habido muchos triunfos a lo largo de los anos. Si algo iba a echar en falta de aquella vida, seria precisamente eso.
En realidad, no le gustaba ninguno de sus companeros de equipo. Un par de ellos eran autenticos cretinos que le gustaria cambiar por otros. Todos eran hombres simples, de ideas simples y vida simple. De aspecto normal y nombres normales. Para el podrian ser cualquiera, si no fuera porque iban bien clasificados, gracias a un tanteo medio de bastante mas de doscientos veinticinco. El sonido de los diez bolos engullidos con estruendo por la maquina era el sonido del exito, y asi lo pensaban los seis.
En eso estaba el truco.
El equipo salia a la pista para conquistarla. Por eso estaba alli cada vez que aquello ocurria. Por eso y por el Papa, su amigo especial.
– Hola -saludo en la barra-. ?Estais aqui?
Como si fueran a estar en otra parte.
Todos levantaron la mano en el aire, y el las fue chocando una por una.
– ?Que bebeis? -pregunto. Era el rito de introduccion.
Como los demas, solia limitarse a agua mineral antes de un encuentro. Sus oponentes no hacian lo mismo, y por eso no ganaban.
Estuvieron un rato discutiendo las ventajas e inconvenientes del equipo rival, y tambien hablaron de lo seguros que estaban de ganar el campeonato entre distritos el dia de la Ascension.
Entonces lo dijo.
– Pues para entonces tendreis que buscar a otro en mi lugar -comunico, haciendo un gesto amplio con los brazos con aire de disculpa-. Lo siento, chicos.
Lo miraron con la acusacion de traidor clavada en los ojos. Paso un rato sin que dijeran nada. Svend masticaba el chicle con mas vigor que de costumbre. Tanto el como Birger parecian muy cabreados. No era para menos.
Fue Lars quien rompio el silencio.
– Parece algo serio, Rene. ?Que ha pasado? ?Alguna movida con la mujer? Joder, siempre lo mismo.
Se oyo un murmullo de unanimidad con ese punto de vista.
– No -objeto, y se permitio una risa breve-. No tiene que ver con ella. No, es que me han nombrado director administrativo de una instalacion solar supermoderna en Tripoli, Libia. Pero tranquilos, que volvere dentro de cinco anos: lo que dura el contrato. Y para entonces podreis meterme en el equipo de Old Boys, ?verdad?
Nadie rio, pero tampoco el lo habia esperado. Lo que habia hecho era un sacrilegio. Lo peor de lo peor que se podia hacer contra el equipo antes de una partida. Porque las cosas que te roian el cerebro estropeaban el efecto de la bola.
Pidio disculpas por elegir ese momento para decirlo, pero en su fuero interno sabia bien que no podia haber otro mejor.
Estaba saliendo ya de la hermandad. Tal como deseaba.
Ya sabia el mal trago que estaban pasando. Jugar a bolos era su evasion. A ninguno lo esperaba un puesto de director al otro lado del oceano. Ahora que habia establecido la distancia, todos se sentian como ratones en una trampa. Tambien el se habia sentido asi antes, pero de aquello hacia mucho tiempo ya.
Ahora el era el gato.