Era un giro que no se habia esperado. De modo que si que lo hacian. No era cosa que preocupase a Carl. Aquello no era de su incumbencia. Solo queria hacerse una idea de quien tenia delante.
– ?Estas fichado, Jonas? Ya sabes que puedo comprobarlo asi. -Y trato de chasquear los dedos.
El tipo sacudio la cabeza.
– ?Algun otro de aqui?
– ?Por que?
– ?Algun otro?
El hombre se contrajo un poco.
– Creo que Go Johnny, Acelerador y el Papa si.
Carl basculo la cabeza un poco hacia atras. Joder con los motes.
– ?Quienes son?
Jonas Brandes entorno los ojos mientras miraba a los hombres de la barra.
– Birger Nielsen es el calvo, es pianista de bar, por eso lo llamamos Go Johnny. Acelerador esta sentado junto a el, se llama Mikkel. Tiene un taller de reparacion de motos en Copenhague. No creo que hicieran nada especial. Creo que lo de Birger fue algo de alcohol de contrabando en un bar, y lo de Mikkel, coches robados que vendia despues. De eso hace ya bastante, ?por que?
– ?Y el tercero que has mencionado? El Papa, ?no? Ese debe de ser Svend, el de la chaqueta azul.
– Si. Es catolico. No se que fue lo que le paso. Algo en Tailandia, creo.
– ?Quien es el ultimo, entonces? El que esta hablando con tu hermano. ?No es el que va a dejar el equipo?
– Si, es Rene. Es nuestro mejor jugador, asi que vaya putada. Rene Henriksen, igual que el antiguo defensa de la seleccion; por eso lo llamamos Tres.
– Claro, porque Rene Henriksen llevaria el numero tres en la camiseta, ?verdad?
– Al menos en algun momento.
– ?Llevas alguna documentacion encima, Jonas? ?Donde aparezca tu numero de registro civil?
Obediente, saco la cartera del bolsillo y tiro del carne de conducir.
Carl escribio el numero.
– Por cierto, ?quien de vosotros tiene un Mercedes?
El hombre se alzo de hombros.
– Bueno, siempre quedamos aqui…
Carl no tenia tiempo para volver a oirlo una vez mas.
– Gracias, Jonas. Dile a Rene, por favor, que venga.
Se estuvieron mirando el uno al otro desde el momento en que se levanto de la barra hasta el momento en que se sento ante Carl.
Un hombre elegante. No es que fuera importante, pero se le veia bien cuidado y de mirada resuelta.
– Rene Henriksen -se presento, tirando de la raya del pantalon al sentarse-. Entiendo, por Lars Brande, que hay alguna investigacion en marcha. No es que me lo haya dicho, solo es una impresion. ?Tiene que ver con Svend?
Carl lo miro con detenimiento. Con algo de buena voluntad, podria ser el que buscaban. Tal vez un rostro demasiado delgado, pero podia ser que hubiera perdido con los anos la rotundez de la juventud. El pelo recien cortado dejaba las entradas al descubierto, pero las pelucas lo ocultan todo. Habia algo en su mirada que le provoco un hormigueo por todo el cuerpo. Las finas arrugas junto a los ojos no eran patas de gallo sin mas.
– ?Svend? ?Te refieres al Papa? -pregunto Carl sonriendo, aunque no tenia ganas.
El tipo arqueo las cejas.
– ?Por que preguntas si tiene que ver con Svend? -quiso saber Carl.
La expresion facial del hombre se transformo. No se puso alerta o a la defensiva, sino mas bien al contrario. Era casi la mirada avergonzada de quien se siente descubierto sin saberlo.
– Ay -explico-. Ha sido culpa mia, no deberia haber mencionado a Svend. ?Empezamos de nuevo?
– Vale. Vas a dejar el equipo. ?Te mudas de casa? -pregunto Carl.
Otra vez aquella mirada que le daba la sensacion de que su interlocutor se sentia desnudo.
– Asi es -confirmo-. Me han ofrecido un trabajo en Libia. Voy a supervisar el montaje de una enorme instalacion de energia solar en medio del desierto que va a generar electricidad mediante una sola unidad central. Es un acontecimiento revolucionario, quiza haya oido hablar de ello.
– Parece interesante. ?Como se llama la empresa?
– La verdad es que no es muy comercial -reconocio sonriendo-. De momento solo esta el numero del Registro de Sociedades. Todavia no han decidido si el nombre sera en arabe o en ingles, pero para su conocimiento le dire que la empresa actualmente se llama 773 PB 55.
Carl hizo un gesto afirmativo.
– ?Cuantos del equipo tienen un Mercedes, aparte de ti?
– ?Quien dice que tengo un Mercedes? -inquirio, sacudiendo la cabeza-. Que yo sepa, solo Svend tiene un Mercedes, pero suele venir andando. No vive tan lejos.
– ?Como sabes que Svend tiene un Mercedes? Jonas y Lars me han dado la impresion de que siempre vais con ellos en la furgoneta.
– Asi es. Pero Svend y yo solemos alternar tambien en privado. Llevamos anos haciendolo. Bueno, tendria que decir que soliamos hacerlo. Porque no he estado en su casa los ultimos dos o tres anos, ya comprendera por que; pero antes, si. Y, que yo sepa, no ha cambiado de coche recientemente. Los que tienen una pension de invalidez no pueden hacer maravillas con el dinero.
– ?Que es lo que debo «comprender» sobre ese Svend?
– Sus viajes a Tailandia, por supuesto. ?No estamos hablando de eso?
Aquello parecia una maniobra de distraccion.
– ?Que viajes? No soy del departamento de Narcoticos, si es lo que piensas.
El hombre parecio que fuera a derrumbarse, pero podia ser un gesto de cara a la galeria.
– ?Narcoticos? No, hombre -aseguro-. Joder, no quiero meterlo en un aprieto, sera cosa mia, puedo estar equivocado.
– ?Quieres ser tan amable de decirme enseguida que es lo que piensas? De lo contrario tendre que llevarte a Jefatura para interrogarte.
El hombre ladeo la cabeza.
– Santo cielo, no, gracias. Solo quiero decir que en una de esas Svend me desvelo que sus numerosos viajes a Tailandia tienen que ver con que organiza a mujeres de alli para acompanar a recien nacidos a Alemania. Ninos que son dados en adopcion a parejas sin hijos previamente escogidas. Se encarga del papeleo y dice que es una buena accion, pero creo que no se preocupa demasiado por como se consiguen los ninos. Es lo que pienso yo - explico, adelantando la cabeza-. Juega bien a los bolos, asi que no me importa jugar con el, pero desde que supe lo de los ninos, no he vuelto a su casa.
Carl miro al hombre de chaqueta azul. ?Seria una cortina de humo que Svend echaba cuando no le quedaba otro remedio? Era muy posible. «Andar cerca de la verdad, pero no demasiado cerca», ese era el lema de la mayoria de los criminales. Tal vez no fuera nunca a Tailandia. Tal vez fuera el secuestrador, que necesitaba una coartada ante sus amigos de la bolera mientras el practicaba su repugnante oficio.
– ?Sabes quien canta bien o mal en tu equipo?
El hombre se echo hacia delante con una subita carcajada.
– No cantamos mucho, no.
– ?Y tu?
– Canto bastante bien, gracias. En el pasado estuve de sacristan en la iglesia de Flong. Tambien he estado en el coro de alli. ?Quiere que le ensene?
– No, gracias. ?Y Svend? ?Canta bien?
Sacudio la cabeza.
– Ni idea. Pero ?ha venido por eso?
Carl esbozo una sonrisa ironica.
– ?Sabes si alguno de vosotros tiene una cicatriz visible?
El hombre se encogio de hombros. Carl no podia dejarlo marchar aun. No podia.