– Toma, Carl.
Carl miro el papel que le tendia su ayudante. Estaba muy arrugado y duro como la madera.
– Estaba en el fondo del agujero para el dedo pulgar -indico Assad.
Carl miro a su ayudante. Sentia vacio en el coco. ?En el agujero del dedo pulgar, habia dicho?
– Ah, si -recordo Lars Brande-. Es verdad. Rene forraba el fondo del agujero del dedo pulgar. Sus pulgares eran bastante cortos, y tenia la obsesion de que el dedo debia estar en contacto con la base. Decia que sentia mejor la bola cuando la agarraba.
Su hermano Jonas metio baza.
– Tenia muchos rituales. El aceite de menta, forrar el agujero del pulgar, el color de las bolas. Por ejemplo, era incapaz de jugar con bolas rojas. Decia que distraian su concentracion en los bolos al balancear el brazo.
– Si -anadio el pianista, que hablaba por primera vez-. Y se quedaba tres o cuatro segundos sobre una pierna antes de coger carrerilla. No deberiamos llamarlo Tres, sino la Ciguena. Mas de una vez hemos bromeado con ello.
Rieron un poco. Despues se callaron.
– Este es el de la otra bola -dijo Assad, tendiendole otro pedazo de papel-. Lo he sacado, o sea, con mucho cuidado.
Carl aliso los dos papeles sobre el mostrador del bar.
Despues alzo la vista hacia Assad. ?Que diablos iba a hacer sin el?
– Parecen recibos, Carl. Recibos de un cajero automatico.
Carl hizo un gesto afirmativo. Algunos empleados de banco iban a tener que hacer horas.
Un bono de Kvickly y dos recibos de cajero automatico del Danske Bank. Tres papelitos insignificantes.
La caza continuaba.
Capitulo 48
Respiro con tranquilidad. Asi era como mantenia activos los mecanismos de defensa del cuerpo. Si la adrenalina se metia en sus venas, el corazon latia mas deprisa, y no tenia ninguna necesidad de eso, ya manaba suficiente sangre de su cadera.
Analizo la situacion.
Lo primero, que habia escapado. No comprendia como se le habian podido acercar tanto, pero ya lo analizaria despues. Lo mas importante ahora era que no apareciera nada en el retrovisor que indicara que lo perseguian.
La cuestion era cual seria el siguiente movimiento de la Policia.
Habia miles de Mercedes como el que conducia el. Solo la cantidad de taxis reconvertidos era enorme. Pero si ponian controles en los accesos a Roskilde, seria facil detener a todos los Mercedes.
Por eso tenia que darse prisa. Llegar a casa cuanto antes. Meter el cadaver de su mujer en el portamaletas y llevarse las tres cajas de mudanza mas comprometedoras. Cerrar la casa con llave y largarse a la casa junto al fiordo.
Aquella seria su base durante las proximas semanas.
Y si debia salir al exterior, tendria que maquillarse. Solia protestar cuando ganaban trofeos y les sacaban fotos de equipo, y las mas de las veces las evitaba. Pero aun asi encontrarian fotos suyas si buscaban lo bastante. Seguro que las encontrarian.
Por eso, pasar un par de semanas aislado en Vibegarden era de todas todas una buena idea. Descomponer los cadaveres, y largo.
Tendria que dar por perdida la casa de Roskilde, y Benjamin tendria que vivir con su tia. Cuando llegara la hora ya lo recuperaria. Dos o tres anos en el archivo de la Policia, y el caso empezaria a almacenar polvo.
Habia sido previsor, y en Vibegarden tenia cosas para utilizar en un caso como aquel. Nueva documentacion, mucho dinero. No como para poder darse la vida padre, pero suficiente para vivir bien en un lugar apartado hasta empezar algo nuevo. Tampoco le vendrian mal un ano o dos de paz y tranquilidad.
Volvio a mirar por el retrovisor y echo a reir.
Le habian preguntado si sabia cantar.
– Claro que se cantaaaaar -canto, y la cabina se puso a retumbar. Penso en las reuniones comunitarias de la Iglesia Madre en Frederiks. Era cierto, todos se acordaban si alguien desafinaba. Por eso lo hacia el. Asi la gente creia que sabia algo importante de uno, pero no era cierto.
Porque en realidad tenia una voz mejor que la media.
Pero habia una cosa que debia hacer. Debia encontrar un cirujano plastico que le quitara la cicatriz que tenia tras la oreja derecha. Donde se incrusto el clavo cuando lo sorprendieron espiando a su hermanastra. ?Como diablos sabian lo de la cicatriz? ?En algun momento no la habia tapado con suficiente maquillaje? Era algo que hacia desde que el chico raro que mato una vez le pregunto como se la habia hecho. ?Como se llamaba el chico? Ya casi ni distinguia entre sus victimas.
Olvido aquello y se centro en lo sucedido en la bolera.
No iban a encontrar sus huellas dactilares en su agua mineral, si es lo que pensaban, porque las habia borrado con una servilleta mientras interrogaban a Lars Brande. Tampoco encontrarian huellas en sillas ni mesas, ya se habia cuidado bien de ello.
Sonrio para si un momento. No, habia pensado bien las cosas.
Fue entonces cuando penso en su bolsa de bolos. Fue entonces cuando penso que habria huellas dactilares en sus bolas, y que en los agujeros de las bolas para el pulgar habia metido recibos que podian llevarlos hasta su casa de Roskilde.
Respiro hondo y volvio a tomarselo con calma para no sangrar demasiado.
Chorradas, se dijo. No van a encontrar los recibos. Al menos, no enseguida.
No, habia tiempo suficiente. Tal vez encontraran su casa de Roskilde pasados uno o dos dias. De momento solo necesitaba media hora.
Torcio hacia el camino de entrada y vio al joven en el cesped delante de su casa. Llamaba a Mia a gritos.
Otro contratiempo.
Tengo que eliminarlo rapido, penso, y sopeso aparcar en una de las calles laterales.
Busco a tientas la navaja ensangrentada en la guantera y la saco.
Despues paso sin prisas ante la casa, mirando hacia el otro lado. El pavo sonaba como un gato en celo con sus gritos de anoranza. Mia ?preferia de verdad a aquel crio?
Fue entonces cuando reparo en los dos viejos que vivian enfrente mirando por la rendija de las cortinas. Tenian muchos anos a sus espaldas, pero su curiosidad seguia intacta.
En ese momento, acelero.
No podia hacer nada. Habia demasiados testigos para atacar al joven.
Tendrian que encontrar el cadaver en la casa, no habia mas remedio. Pero aquello no iba a servir de mucho. De todas formas, la Policia sospechaba de el por cosas graves: no sabia por cuales, pero desde luego, graves.
Puede que encontrasen tambien una caja de mudanzas con catalogos de casas de veraneo en venta, pero ?de que les iba a servir? Si es que no sabian nada. No existian papeles que certificasen cual de ellas habia decidido comprar hacia mucho tiempo.
No, no le parecia una amenaza real. Las escrituras de Vibegarden estaban alli, en la caja, junto con el dinero y los pasaportes. No se sentia presionado.
Bastaba que detuviera la hemorragia y no lo parasen en un control por el camino. Asi todo saldria bien.
Cogio el botiquin de primeros auxilios y se desvistio de cintura para arriba.
Las heridas eran mas profundas de lo que habia creido. Sobre todo la ultima. Y eso que habia calculado la fuerza con la que tirar del brazo del Papa, pero no la poca resistencia que opondria.
Por eso sangraba tanto. Y por eso tendria que sacrificar algo de tiempo para borrar las huellas del asiento