Capitulo 8
Si Carl habia dudado alguna vez de la palabra de Rose, desde luego ya no la ponia en duda. Apenas se habia permitido alzar su voz cansada contra el interminable proyecto que tenia Rose de descodificar el mensaje de la botella, cuando ella abrio muchisimo los ojos y le solto que joder, que estaba hasta los ovarios y que se metiera por el culo los cascos de la condenada botella.
Para cuando fue a protestar, Rose se habia echado el bolso al hombro y se habia largado. Hasta Assad se asusto, y se quedo un rato paralizado con los dientes hincados en un cuarto de pomelo.
Se quedaron un rato en silencio.
– A ver si ahora nos manda a su hermana, o sea -se oyo en camara lenta, mientras el pedazo de pomelo caia con pesadez en la mano de Assad.
– ?Donde esta tu alfombra de rezar? -gruno Carl-. Reza para que no ocurra, a ver si hay potra.
– ?A ver si hay…?
– A ver si hay suerte, Assad.
Carl senalo con la cabeza hacia el gigantesco mensaje.
– Vamos a quitar el mensaje de la puerta, ahora que ella no esta.
– ?Vamos?
Carl hizo un gesto de aprobacion con la cabeza.
– Tienes razon, Assad. ?Puedes bajarlo de ahi y colgarlo junto a ese sistema que has hecho con cordeles? Pero deja un par de metros de separacion, ?vale?
Se quedo un rato observando con cierto recogimiento el mensaje original de la botella. Pese a que para entonces habia pasado por muchas manos, y no todos habian tenido la misma actitud hacia el caracter de prueba que tenia el material, ni se le paso por la cabeza dejar de ponerse sus guantes de algodon.
El papel se quebraba con facilidad. Y cuando se estaba a solas con el en la mano, como lo estaba el, se sentia algo muy especial. Marcus lo llamaba sensacion nasal, el viejo Bak lo llamaba
Vio ante si el rostro pensativo de Rose y dejo a un lado el mensaje. Cuando ella volviera al dia siguiente iba a decirle que se tomara la semana para trabajar en el. Despues tendrian que seguir con otras cosas.
Estuvo pensando en pedir a Assad que le preparase uno de sus brebajes almibarados, pero dedujo por los grunidos procedentes del pasillo que aun no habia terminado de refunfunar por tener que andar subiendo y bajando por la escalera y moviendola cada dos por tres. Quiza debiera decirle que habia una escalera igual en un armario de la Asociacion Funeraria de la Policia, pero, hablando en plata, no le dio la gana. De todas formas iba a terminar el traslado en una hora, mas o menos.
Carl miro el viejo expediente del incendio de Rodovre. Despues de volver a leerlo una vez mas tendria que enviar la carpeta al inspector jefe de Homicidios, para que la archivara en la montana de expedientes que se acumulaban en su escritorio.
El caso se referia a un incendio ocurrido en Rodovre en 1995. Un tejado recien renovado de una blanca mansion senorial de Damhusdalen se partio de pronto en dos, y las llamas devoraron el piso superior en unos pocos segundos. En el lugar del incendio encontraron un cadaver. El dueno de la casa no conocia al difunto, pero un par de vecinos confirmaron que habian visto luz en las ventanas del techo durante toda la noche. Como no pudieron identificar el cadaver, se concluyo que seria un mendigo que se habia descuidado con el gas en la cocina. Pero cuando la empresa abastecedora de gas informo de que la casa tenia cortado el suministro, el caso se traslado a la Brigada de Homicidios de Rodovre, donde se quedo almacenando polvo en el fondo de los armarios archivadores hasta el dia que se creo el Departamento Q. Tambien alli podria haber llevado una existencia igual de inadvertida si no hubiera sido porque Assad se fijo en la falange del dedo menique de la mano izquierda del cadaver.
Carl agarro el telefono y tecleo el numero del inspector jefe, pero desgraciadamente la voz que oyo fue la de la senora Sorensen, que lo ponia melancolico.
– Solo una cosa, Sorensen -empezo-, ?cuantos casos…?
– Vaya, el hombre del saco. Te pongo con alguien a quien no des dentera.
Un dia de aquellos Carl iba a regalarle un exotico animal venenoso.
– Dime, vida -se oyo la voz sinuosa de Lis.
Menos mal. Asi que la senora Sorensen conocia la compasion.
– ?Puedes decirme en cuantos de los ultimos casos de incendio hemos conocido la identidad de las victimas?
– ?Los ultimos, dices? Ha habido tres, y solo sabemos la identidad de una de las victimas, y tampoco es seguro.
– ?No es seguro?
– Bueno, tenemos un nombre de pila de una medalla que llevaba puesta, pero no sabemos quien es. Podria ser de otro.
– Hmm. Dime otra vez donde fueron los incendios.
– ?No has leido los expedientes?
– Mas o menos -contesto, y resoplo con fuerza-. Hemos encontrado uno en Rodovre en 1995. ?Y vosotros…?
– Uno el sabado pasado en Stockholmsgade, uno al dia siguiente en Emdrup y el ultimo en el noroeste.
– Stockholmsgade, suena elegante. ?Sabes cual de los edificios ha salido mejor parado?
– El del noroeste, creo. Esta en Dortheavej.
– ?Se ha descubierto alguna conexion entre los incendios? ?Propietarios? ?Renovaciones? ?Vecinos que vieran la luz encendida toda la noche? ?Vinculos terroristas?
– Que yo sepa, no. Pero hay varios agentes en ello, pregunta a alguno.
– Gracias, Lis. Aunque, a fin de cuentas, no es mi caso.
Le dio las gracias con voz grave, esperando causar impresion, y despues volvio a dejar la carpeta sobre la mesa. Estaba pensando que lo debian de tener controlado cuando oyo voces en el pasillo. Seguro que habia vuelto aquel puntilloso chupatintas de la Inspeccion de Trabajo para quejarse un poco mas de las condiciones de seguridad en el trabajo.
– Pues si, entonces, esta dentro -oyo que graznaba la traicionera voz de Assad.
Carl miro fijamente a una mosca que se abria paso por la estancia. Si calculaba bien el momento, podria chafarla en la jeta del tipo.
Se coloco frente a la puerta con la carpeta de Rodovre preparada para golpear.
Entonces aparecio un rostro que no conocia.
– Hola -saludo, adelantando la mano-. Me llamo Yding. Subcomisario de policia del distrito Oeste. Ya sabes, de Albertslund.
Carl movio la cabeza arriba y abajo.
– ?Yding? ?Que es, nombre o apellido?
El hombre sonrio al oirlo. A lo mejor no lo sabia ni el.
– Vengo en relacion con los incendios de los ultimos dias. Ayude a Antonsen en la investigacion de Rodovre de 1995. Marcus Jacobsen quiere tener un informe verbal y ha dicho que hablara contigo, para que me presentaras a tu asistente.
Carl respiro aliviado.
– Acabas de hablar con el. Es el que esta subido a la escalera.
Yding se froto los ojos.
– ?El de ahi fuera?
– Si, ?no te vale? Pues saco el titulo de asesor policial en Nueva York, y ha hecho un curso de especialista en