algarabia al otro lado del seto. Podia decirse que tambien era una especie de vida familiar.
Aunque no era el tipo de familia que habia sonado.
Normalmente solia captar desde el vestibulo en que consistia el menu, pero lo que penetraba en sus fosas nasales esta vez no era el aroma de ningun alarde culinario de Morten. Al menos es lo que esperaba.
– ?Muy buenas! -grito hacia la sala, donde solian hacerse compania Morten y Hardy. Ni un alma. Pero fuera, en la terraza, habia gran actividad. En medio de la terraza, junto a un calefactor, diviso la cama de Hardy, con goteros y todo, y a su alrededor habia un grupo de vecinos con plumiferos consumiendo salchichas asadas a la parrilla y cervezas a morro. A juzgar por la expresion atontada de sus rostros, llevaban en ello ya un par de horas.
Carl trato de localizar el olor acre del interior, y llego hasta un puchero en la mesa de la cocina cuyo contenido recordaba mas que nada a comida de bote recalentada y reducida hasta carbonizarse. Muy desagradable. Tambien para la futura existencia del puchero.
– ?Que pasa? -pregunto al llegar a la terraza con la mirada fija en Hardy, que sonreia en silencio bajo cuatro edredones.
– ?Sabias que Hardy tiene un puntito en la parte de arriba del brazo donde siente? -inquirio Morten.
– Si, es lo que dice.
Morten parecia un chico que tenia por primera vez en sus manos una revista con mujeres desnudas e iba a abrirla.
– ?Y sabias que tiene algo de reflejos en los dedos anular e indice?
Carl sacudio la cabeza y miro a Hardy.
– ?Que es esto? ?Un concurso sobre temas neurologicos? Si es asi, paramos en las regiones inferiores, ?de acuerdo?
Morten mostro su dentadura manchada de vino tinto al sonreir.
– Y hace dos horas Hardy ha movido un poco la muneca, Carl. De verdad, joder. Ha sido suficiente para que la cena se quemara.
Abrio los brazos entusiasmado para que todos pudieran apreciar su figura corpulenta. Parecia estar dispuesto a saltar a sus brazos. Que no se le ocurriera.
– Dejame ver, Hardy -dijo Carl con sequedad.
Morten retiro los edredones, dejando al descubierto la piel lechosa de Hardy.
– A ver, viejo, vuelve a hacerlo -dijo Carl mientras Hardy cerraba los ojos y apretaba los dientes hasta tensar los musculos de sus mandibulas. Era como si todos los impulsos del cuerpo recibieran ordenes de bajar por las vias nerviosas hasta aquella muneca fuertemente vigilada. Y los musculos faciales de Hardy empezaron a temblar y siguieron temblando un buen rato hasta que al final tuvo que soltar el aire y darse por vencido.
– Ohhh -dijo la gente de alrededor, a la vez que lo animaban de todas las formas posibles. Pero la muneca no se movio.
Carl hizo un guino consolador a Hardy y se llevo a Morten hacia el seto.
– Exijo una explicacion, Morten. ?Para que has montado todo este belen? Joder, esta bajo tu responsabilidad, es tu trabajo. O sea que deja de darle esperanzas al pobre, y deja de convertirlo en un numero de circo. Ahora subo a ponerme el chandal, y mientras tanto tu manda a la gente a casa y vuelve a poner a Hardy en su sitio, ?vale? Ya hablaremos luego.
No queria oir mas cuentos chinos. Que se los contara al resto del publico.
– Repite lo que has dicho -dijo Carl media hora mas tarde.
Hardy miro pausadamente a su antiguo companero. Era digno de ver, tumbado alli, cuan largo era.
– Es verdad, Carl. Morten no lo ha visto, pero estaba al lado. He sentido un tiron en la muneca. Siento tambien algo de dolor en el hombro.
– ?Y por que no puedes volver a hacerlo?
– No se que he hecho exactamente, pero era algo controlado. No era un tiron sin mas.
Carl puso la mano en la frente de su amigo paralizado.
– Que yo sepa, eso es casi imposible, pero te creo, de acuerdo. Lo que no se es que vamos a hacer al respecto.
– Yo si lo se -declaro Morten-. Hardy tiene un punto junto al hombro que conserva la sensibilidad. Es ahi donde siente el dolor. Creo que debemos estimular ese punto.
Carl sacudio la cabeza.
– Hardy, ?estas seguro de que es una buena idea? A mi me parece pura charlataneria.
– Bueno, ?y que? -dijo Morten-. De todas formas, yo tengo que estar con el. No perdemos nada.
– Puedes quemar todos los pucheros.
Carl miro hacia el pasillo. Una vez mas faltaba un abrigo en el colgador.
– ?No iba a comer Jesper con nosotros?
– Esta en Bronshoj, donde Vigga.
Parecia extrano. ?Que pintaba Jesper en aquella cabana helada? Ademas, odiaba al ultimo novio de Vigga. No porque el tio escribiera versos y llevara unas gafas enormes. Mas bien porque tambien los leia en voz alta y exigia atencion.
– ?Que hace Jesper alli? No habra vuelto a hacer novillos, ?verdad?
Carl sacudio la cabeza. Solo quedaban un par de meses para el examen de selectividad. Con el desquiciado sistema de calificaciones y la miserable reforma de institutos, no le quedaba otro remedio que aguantar un poco y hacer como que aprendia algo. De lo contrario…
En aquel momento Hardy corto su cadena de ideas.
– Tranquilo, Carl. Jesper y yo repasamos juntos todos los dias despues del instituto. Le tomo la leccion antes de que se vaya a casa de Vigga. Va bien.
?Va bien? Aquello sonaba surrealista de verdad.
– Entonces, ?por que esta en casa de su madre?
– Ella se lo ha pedido por telefono -replico Hardy-. Esta triste, Carl. Esta cansada de su vida y quiere volver a casa.
– ?A casa? ?Aqui?
Hardy asintio con la cabeza. Carl estaba al borde del colapso provocado por el susto.
Morten tuvo que ir dos veces a por la botella de whisky.
Fue una noche en blanco y una manana sin brillo.
De hecho, Carl se sentia mucho mas cansado cuando por fin se sento en su despacho que la vispera al acostarse.
– ?Sabemos algo de Rose? -pregunto mientras Assad le ponia delante un plato con unos pedazos de algo indefinido. Por lo visto, queria animarlo.
– La llame ayer por la noche, pero no estaba en casa. Es lo que me dijo su hermana, o sea.
– No me digas.
Carl ahuyento a su viejo amigo, el omnipresente moscon, y trato de levantar uno de los tacos almibarados, pero estaba bien pegado al plato.
– ?Su hermana te ha dicho si Rose iba a venir hoy?
– Si, va a venir su hermana Yrsa, no Rose. Esta de viaje.
– ?Que dices? ?Adonde ha ido Rose? ?Su hermana? ?Va a venir su hermana? ?Lo dices en serio?
Se separo del pegajoso cazamoscas. Dejo algo de piel en el intento.
– Yrsa me dijo que a veces Rose se marcha un dia o dos, pero que no es nada grave. Rose suele volver siempre, es lo que me dijo Yrsa. Y mientras tanto vendra Yrsa a hacer el trabajo de su hermana. Me dijo que no pueden permitirse prescindir del salario de Rose.
Carl ladeo la cabeza.
– ?Vaya! No es nada grave que una companera con empleo fijo desaparezca a su antojo; tiene bemoles la cosa. Rose debe de estar loca.
Ya se lo diria con el debido enfasis cuando volviera.
– ?Y esa Yrsa? No va a pasar del cuerpo de guardia, ya me encargare de ello.
– Esto… bueno, pero ya lo he hablado con el centinela y con Lars Bjorn. No hay problema, a Lars Bjorn le da