igual, siempre que el salario se le siga pagando a Rose. Yrsa es la suplente mientras Rose esta enferma. Bjorn esta contento por que hayamos, o sea, encontrado a alguien.

– ?No hay problema con Bjorn? ??Has dicho enferma??

– Digamos que esta enferma, ?no?

Aquello era una rebelion en toda regla.

Carl cogio el telefono y tecleo el numero de Lars Bjorn.

– Hooola -oyo la voz de Lis.

?Que pasaba?

– Hola, Lis. ?No he marcado el telefono de Bjorn?

– Si, si, es que estoy al cargo de su telefono. La directora de la Policia, Jacobsen y Bjorn estan reunidos para tratar la situacion del personal.

– ?Me lo puedes pasar un momento? Solo seran cinco segundos.

– Es sobre la hermana de Rose, ?no?

Los musculos del rostro de Carl se contrajeron.

– No tendras nada que ver con eso, ?verdad?

– Carl, ?no soy acaso yo quien se encarga de la lista de sustitutos?

Joder, no lo sabia.

– ?Me estas diciendo que Bjorn ha dado el visto bueno a un sustituto sin consultarlo conmigo?

– Oye, Carl, relajate -protesto Lis, y chasqueo los dedos al otro lado de la linea como para despertarlo-. Nos falta gente. En este momento Bjorn da el visto bueno a todo. Deberias ver quienes estan trabajando en el resto de departamentos.

Su carcajada no borro precisamente la sensacion de frustracion de Carl.

La empresa K. Frandsen Mayorista era una sociedad anonima con un capital propio de doscientas cincuenta mil miseras coronas, pero con un valor estimado de dieciseis millones. Solo el almacen de papel estaba tasado, segun el ultimo balance, que iba de setiembre a setiembre, en ocho millones, de modo que no deberia haber grandes problemas economicos. Pero el inconveniente era que los clientes de K. Frandsen eran semanarios y periodicos gratuitos, y la crisis economica no se habia portado bien con ellos. Por lo que calculaba Carl, podria haber sido un golpe mas inesperado y duro de lo habitual para la billetera de K. Frandsen.

Pero aquello se puso interesante de veras cuando constataron situaciones similares en las empresas propietarias de los locales incendiados en Emdrup y en Stockholmsgade. La empresa de Emdrup, Herrajes JPP, S. A., tenia un volumen de negocios de veinticinco millones anuales y sus principales clientes eran los mayoristas de materiales de construccion y las grandes empresas madereras. Probablemente, un negocio floreciente el ano pasado, pero no tanto ahora. Igual que la empresa de Osterbro, Public Consult, que vivia de generar proyectos de concursos para grandes estudios de arquitectos, y que seguramente habia notado tambien el feo muro de hormigon denominado «crisis».

Al margen de la notable fragilidad de la actual situacion financiera, no habia ningun punto de semejanza entre las tres desafortunadas empresas. Ni propietarios comunes ni clientes comunes.

Carl tamborileo sobre la mesa. ?Cual habria sido la situacion en el incendio de Rodovre de 1995? ?Se trataria tambien de una empresa que de pronto se encontro con problemas? Joder, no le habria venido mal tener a mano a Rose.

– Toc, toc -resono una voz susurrante al otro lado de la puerta.

Bueno, ya ha llegado Yrsa, penso Carl, y miro la hora. Las nueve y cuarto. Ostras, ya era hora.

– ?Que horas son estas de aparecer? -la amonesto, dandole la espalda. Aquello era fruto de su experiencia. Los jefes que te daban la espalda eran inflexibles, con ellos no habia cachondeo que valiera.

– ?Estabamos citados? -se oyo una voz nasal de hombre procedente de la puerta.

Carl giro la silla un cuarto de vuelta de mas.

Era Laursen. El viejo Tomas Laursen, perito policial y jugador de rugby que gano una fortuna y despues la perdio, y ahora trabajaba en la cantina del ultimo piso.

– Vaya, Tomas, ?vienes de visita?

– Si. Tu simpatico asistente me ha preguntado si no tenia ganas de saludarte.

Entonces Assad asomo su rostro picaro por la puerta entreabierta. ?Que se traia entre manos Assad esta vez? ?Era posible que hubiera puesto los pies en la cantina? ?Ya no le bastaba con sus especialidades picantes y sus revuelvetripas caseros?

– He subido a por un platano, Carl -se disculpo Assad, agitando en el aire la verga amarilla. ?Subir hasta el ultimo piso a por un platano?

Carl asintio para si. Assad era una especie de mono. Estaba convencido.

El y Laursen se estrecharon la mano y apretaron con fuerza. La misma broma dolorosa de los viejos tiempos.

– Es curioso, Laursen. Acabo de oir hablar de ti a ese Yding de Albertslund. Tengo entendido que no has vuelto a Jefatura de manera voluntaria.

Laursen sacudio la cabeza.

– No. Pero la culpa es mia. El banco me engano para que pidiera un prestamo para invertir, y pude hacerlo porque tenia capital. Ahora no tengo una mierda.

– Tendrian que pagar ellos la crisis -dijo Carl. Habia oido a otros decir lo mismo en las noticias.

Laursen asintio con la cabeza. No cabia duda de que le daba la razon, y ahora estaba alli otra vez. El ultimo mono de la cantina. Para hacer bocadillos y fregar. Uno de los peritos policiales mas habiles de Dinamarca. Menuda perdida.

– Pero estoy contento -anadio-. Veo a muchos viejos conocidos de cuando trabajaba en el cuerpo, solo que ahora no hace falta que vaya a trabajar con ellos.

Esbozo una medio sonrisa, como en los viejos tiempos.

– El trabajo me deprimia, Carl, sobre todo cuando tenia que pasar toda la santa noche revolviendo entre restos humanos destrozados. No hubo un solo dia en aquellos cinco anos que no pensara en largarme. Y el dinero me ayudo a irme, aunque volvi a perderlo. Es otra manera de ver las cosas. No hay mal que por bien no venga.

Carl asintio en silencio.

– Tu no conoces a Assad, pero estoy seguro de que no te ha traido aqui solo para hablar del menu de la cantina e invitarte a tomar un te de menta con un antiguo companero.

– Ya me ha hablado del mensaje en la botella. Creo que he captado lo mas importante. ?Puedo verlo?

Anda que…

Laursen se sento y Carl saco con cuidado el mensaje de la carpeta mientras Assad entraba con aire desenfadado llevando una bandeja de laton labrado y sobre ella tres tazas minusculas.

El aroma a menta se asento entre los reunidos.

– Seguro que te gusta este te -declaro Assad mientras servia-. Es muy bueno, tambien para aqui.

Tiro un poco de la entrepierna y les dirigio una mirada complice. No habia equivocacion posible.

Laursen encendio otro flexo y acerco la pantalla al documento.

– ?Quien lo ha restaurado? ?Lo sabemos?

– Si, un laboratorio de Edimburgo, en Escocia -informo Assad. Encontro el informe de la investigacion antes de que Carl se pusiera a pensar en donde lo habia dejado-. El analisis esta, o sea, aqui.

Assad lo puso delante de Laursen.

– Muy bien -dijo Laursen al rato-. Es Gilliam Douglas quien ha llevado la investigacion, por lo que veo.

– ?Lo conoces?

Laursen miro a Carl con la misma expresion que pondria una nina de cinco anos si le hubieran preguntado si sabia quien era Britney Spears. No era una mirada especialmente respetuosa, pero despertaba la curiosidad. ?Quien diablos seria aquel Gilliam Douglas, aparte de ser un tipo nacido en el lado equivocado de la frontera con Inglaterra?

– Creo que no hay nada que anadir -dijo Laursen, levantando la taza de menta con dos dedazos-. Nuestros companeros de Escocia han hecho lo que ha estado en su mano para preservar el papel y hacer visible el texto mediante diversos tratamientos luminicos y quimicos. Han encontrado restos insignificantes de tinta, pero por lo

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