Ahora ponia:

SOCORRO

El 6 de fevrero de 1996 nos sequestraron nos llevaron de la parada de autovus de Lautropvangen Ballerup – El hombre mide 1,8… b… pelo.or.o

Carl hizo un gesto afirmativo. Parecia bastante probable, desde luego. De ser asi, habia que sumergirse en los archivos a toda pastilla.

– Asientes. O sea que crees que es eso. ?Huy, que bien, Carl! -exclamo Assad, inclinandose sobre la mesa para darle un beso en la coronilla.

Carl empujo la silla hacia atras con mirada hostil. Los pasteles almibarados y el te dulcisimo podian pasar. Pero los arrebatos pasionales propios de Oriente estaban de mas.

– Sabemos, entonces, que es el 16 o el 26 de febrero de 1996 -continuo Assad, concentrado-. Tambien sabemos donde, y sabemos ademas, o sea, que el secuestrador es un hombre que mide por lo menos un metro ochenta. Asi que solo nos faltan las ultimas palabras de la linea, que tienen que ver con su pelo.

– Si, Assad. Y tambien la pequena menudencia de los dos tercios del resto del mensaje -le recordo Carl.

Pero lo cierto es que la interpretacion parecia bastante probable.

Carl cogio el papel, se levanto y salio al pasillo para mirar la ampliacion del mensaje. Si esperaba que en aquel momento Yrsa estuviera metida de lleno en la inspeccion de la contabilidad de las empresas incendiadas, se equivocaba. Que va, estaba en medio del pasillo, insensible por completo al mundo que la rodeaba, absorta en el contenido del mensaje en la botella.

– Deja, Yrsa, ya nos ocupamos nosotros de eso -propuso, pero Yrsa no se movio.

Como sabia que el comportamiento entre hermanas podia ser contagioso, se encogio de hombros y la dejo en paz. En algun momento le doleria el cuello de tanto estar en aquella postura.

Carl y Assad se colocaron junto a ella. Si se examinaba atentamente la propuesta de texto de Assad y se comparaba con lo que colgaba de la pared sin tantas letras, aparecian propuestas veladas pero creibles para las siguientes letras, cosa que antes era imposible de apreciar.

Si, de hecho la propuesta de Assad parecia enteramente plausible.

– Pues asi debe de ser. No parece ninguna tonteria -admitio, y despues puso a Assad a investigar si, en efecto, se habia denunciado un crimen que de alguna manera pudiera guardar relacion con un secuestro en Lautrupvang, Ballerup, en 1996.

Lo mas seguro era que el trabajo estuviera hecho cuando Carl volviera de Rodovre.

Antonsen se encontraba en su pequeno despacho, recargado ambiente de tufo de pipa y puritos de lo mas politicamente incorrecto. Nadie lo habia visto fumar nunca, pero fumaba. Corria el rumor de que se quedaba trabajando hasta que el personal de oficina se marchaba a casa para poder dar un par de caladas en paz. Hacia anos que su mujer proclamo que ya no fumaba. Pero vamos, que eso era lo que ella creia.

– Aqui tienes la auditoria de la empresa de Damhusdalen -dijo Antonsen tendiendole una carpeta de plastico-. Como puedes ver en la primera pagina, se trata de una empresa de importacion-exportacion cuyos socios estan empadronados en la antigua Yugoslavia. Asi que a la empresa no le habra sido facil efectuar el proceso de reconversion cuando estallo la guerra de los Balcanes y todo se vino abajo.

»Hoy en dia Amundsen & Mujagic, S. A. es una compania bastante floreciente, pero cuando todo ardio su situacion economica era desastrosa. En aquella ocasion no habia nada que nos hiciera pensar que la empresa era sospechosa, y de momento seguimos creyendo que no lo es. Pero si tienes algo que decir al respecto, adelante, hombre.

– Amundsen & Mujagic, S. A. Mujagic es un nombre yugoslavo, ?verdad? -pregunto Carl.

– Yugoslavo, croata, serbio, que mas da. A dia de hoy no creo que quede ni un Amundsen ni un Mujagic en la empresa, pero puedes investigarlo si quieres.

– Por favor… -Carl se balanceo en el asiento y miro a su antiguo companero.

Antonsen era un buen policia. Era unos anos mayor que Carl y siempre habia estado un par de niveles por encima en el escalafon, pero aun asi habian coincidido en varios casos, y ambos sabian que eran lobos de la misma camada.

Nadie, absolutamente nadie, iba a vanagloriarse a costa de ninguno de los dos. Tampoco se podia acudir a ellos con chorradas, palmaditas en el hombro o habladurias de pasillo. Si habia alguien en el cuerpo que estuviera incapacitado para la actividad diplomatica, la politiqueria o el meter mano en las arcas publicas, esos eran ellos. Por eso no habia llegado Antonsen a director de la Policia, ni Carl a ninguna parte. Asi era y asi debia ser.

Solo habia un asunto entre ellos que carcomia a Carl en aquel momento: el punetero incendio. Porque, al igual que ahora, tambien entonces estaba Antonsen al frente de la barraca.

– A mi -siguio Carl- me parece que la clave para resolver los incendios de Copenhague de los ultimos dias puede encontrarse en el incendio de Rodovre. Aqui se encontro un cadaver con marcas visibles en el dedo menique, marcas que apuntan a que la victima habia llevado un anillo puesto durante muchos anos. Exactamente la misma singularidad de los cadaveres de los ultimos incendios. Asi que te pregunto, Anton: ?puedes asegurarme que el caso fue debidamente investigado en su momento? Te lo pregunto tal cual, tu me respondes y lo dejo ahi, pero he de saberlo. ?Has tenido que ver con esa empresa? ?Hay algo que de alguna manera te vincule o te haya vinculado a Amundsen & Mujagic, S. A. para que en su dia llevaras el caso de aquella manera y con aquella gente?

– ?Me estas acusando de algo ilegal, Carl Morck? -Torcio el gesto. La jovialidad desaparecio.

– No. Pero no logro entender por que aquella vez no averiguasteis sin sombra de duda cual fue la razon del incendio ni identificasteis el cadaver.

– O sea, que me acusas de algo asi como obstruir mi propio trabajo, ?no?

Carl lo miro a los ojos.

– Eso hago. ?Es verdad? Porque en ese caso se a que atenerme.

Antonsen tendio a Carl una Tuborg, y este la sostuvo en la mano hasta que finalizo la conversacion. Antonsen tomo un buen trago de la suya.

El viejo zorro se seco las comisuras de los labios y saco hacia delante el labio inferior.

– El caso no nos alarmo, Carl, esa es la verdad. Un incendio en un tejado y un mendigo, no parecia que hubiera mas. Y a decir verdad no lo controle demasiado. Pero no por lo que imaginas.

– ?Por que, entonces?

– Porque Lola por aquella epoca estaba follando con uno de los de comisaria, y yo ahogaba mis penas en el alcohol.

– ?Lola?

– Si, joder. Pero escucha: mi mujer y yo hemos superado todo eso. Ahora todo es como debe ser. Pero si, si que podria haber seguido mejor ese caso, no me importa admitirlo.

– Vale, de acuerdo, Anton. Te creo, lo dejaremos ahi.

Se levanto y miro la pipa de Antonsen, que parecia un velero varado en el desierto. Dentro de poco volveria a navegar. En horas de oficina o fuera de ellas.

– Oye, Carl -dijo Antonsen cuando Carl pasaba por el vano de la puerta-, otra cosa. Te acuerdas de que el verano pasado, cuando tuvimos aquel asesinato en el rascacielos de Rodovre, te dije que si no recibiais bien al agente Samir Ghazi en Jefatura me iba a encargar de daros unos azotes en cierta parte. Y ahora me entero de que Samir ha pedido volver aqui…

Llegado a ese punto, cogio la pipa y la froto un poco.

– ?Por que lo ha hecho? ?Sabes algo? A mi no me dice nada, pero, que yo sepa, Jacobsen estaba contento con el.

– ?Samir? No, no se nada. Apenas lo conozco.

– Vaya. Pues puedo decirte que tampoco lo entienden en el Departamento A, pero he oido que podria tener algo que ver con alguno de tu departamento. ?Sabes algo de eso?

Carl se quedo pensando. ?Por que habria de tener algo que ver con Assad? Al fin y al cabo, se habia mantenido alejado de el desde el primer dia.

Esta vez fue Carl quien saco hacia delante el labio inferior. ?Por que habia actuado asi Assad?

– Voy a preguntar, pero no lo se. Puede que Samir quiera volver con el mejor jefe del mundo, ?no crees? -

Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату