sentia halagada, a la vista de como habia ido todo; no se sentia halagada en absoluto.

Le producia escalofrios.

Y tambien sintio escalofrios cuando abrio despues un archivador de madera que estaba en la misma caja de mudanzas. A primera vista no era nada especial. Una simple caja con listas de nombres y direcciones que no le decian nada. Pero cuando examino los papeles con mas detenimiento sintio desagrado.

?Por que era tan importante aquella informacion para su marido? No lo entendia.

A cada nombre de la lista correspondia una pagina donde se habian anotado, de manera ordenada, datos de la persona y de su correspondiente familia. Primero ponia a que religion pertenecian. Despues cual era el rango que ocupaban en la comunidad, y luego cuanto tiempo llevaban siendo miembros. Entre las informaciones mas personales destacaban las correspondientes a los ninos de la familia. Nombre, edad y, lo que era inquietante, tambien sus rasgos caracteristicos. Por ejemplo, ponia:

«Willers Schou, quince anos. No es el favorito de su madre, pero esta muy unido al padre. Un chico rebelde que no participa regularmente en las reuniones de la comunidad. Pasa resfriado la mayor parte del invierno y debe guardar cama dos veces.»

?Para que queria su marido aquella informacion? ?Y que le importaba a el lo que ganaran al ano? ?Era un espia de la Seguridad Social, o que? ?Lo habian destinado a infiltrarse en sectas danesas para poner al descubierto casos de incesto, violencia u otras barbaridades, o que?

Era aquel «o que» lo que la atormentaba de forma tan desagradable.

Parecia ser que trabajaba por todo el pais, asi que era imposible que estuviera empleado en el ayuntamiento. En buena logica, no podia estar empleado en el sector publico, porque ?quien guarda en su casa, metida en cajas de mudanza, ese tipo de informacion confidencial?

Pero ?entonces? ?Detective privado? ?Estaba al servicio de algun ricachon para incordiar en los circulos religiosos daneses?

Tal vez.

Y se quedo tranquila con aquel «tal vez» hasta que llego a un folio donde, bajo la informacion sobre la familia, ponia: «1,2 millones. Ningun problema».

Estuvo un buen rato con el papel en el regazo. Como en el resto de los apuntes, se trataba de una familia numerosa vinculada a una secta religiosa. Lo unico que los hacia diferentes del resto era aquella ultima linea y otro detalle mas: uno de los nombres de los ninos estaba marcado. Un chico de dieciseis anos, de quien se decia solo que todo el mundo lo queria.

?Por que habia un asterisco junto a su nombre? ?Porque todos lo querian?

Se mordio el labio sin saber que hacer. Lo unico que sabia era que su fuero interno le gritaba que se marchara de alli. Pero ?seria la decision correcta?

Tal vez todo aquello, bien utilizado contra el, la ayudara a quedarse con Benjamin. Pero no sabia como.

Despues coloco en su sitio las dos ultimas cajas, cajas anodinas con las cosas de el para las que no habian encontrado uso en su hogar comun.

Luego puso con cuidado los abrigos encima. El unico rastro de su indiscrecion era la abolladura que hizo en el carton de una de las cajas cuando anduvo buscando el cargador del movil, y apenas se notaba.

Esta bien asi, penso.

Entonces llamaron a la puerta.

Kenneth estaba en la penumbra con la mirada risuena. Igual que las veces anteriores, hizo justo lo convenido. Se planto con un periodico del dia arrugado, dispuesto a preguntar si les faltaba el periodico en la casa. Solia decir que lo habia encontrado en medio de la carretera, y que los repartidores de periodicos eran cada vez mas descuidados. Todo ello por si la expresion del rostro de ella indicaba que habia moros en la costa, o si, en contra de lo esperado, era su marido quien abria la puerta.

Aquella vez le costo decidir que debia expresar su rostro.

– Entra, pero solo un rato -se limito a decir.

Miro a la calle. Estaba bastante oscuro y llevaba tiempo asi. Todo estaba en calma.

– ?Que ocurre? ?Va a volver a casa? -pregunto Kenneth.

– No, no creo; habria llamado.

– ?Entonces…? ?No te sientes bien?

– No.

Se mordio el labio. ?De que iba a servirle contarselo todo? ?No seria mejor que lo dejaran durante una temporada para que el no se viera envuelto en lo que por fuerza iba a ocurrir? ?Quien iba a poder probar ninguna relacion entre ellos si interrumpian el contacto una temporada?

Asintio en silencio para si.

– No, Kenneth, en este momento estoy confusa.

Se quedo mirandola en silencio. Bajo las cejas rubias habia unos ojos vigilantes que habian aprendido a calibrar el peligro. Enseguida se habian dado cuenta de que aquello no era normal. Habian observado que eso podria tener consecuencias en unos sentimientos que ya no deseaba refrenar. Y el instinto de defensa estaba alerta.

– Vamos, dime que te pasa, Mia.

Ella lo llevo de la puerta a la sala, donde Benjamin estaba sentado tranquilamente frente al televisor como solo los ninos pequenos pueden estarlo. Era en aquel pequeno ser en quien debia concentrar sus energias.

Iba a volverse hacia el para decirle que no se pusiera nervioso, pero que tenia que estar fuera un tiempo.

En aquel preciso instante el brillo de los faros del Mercedes de su marido se deslizo por el jardin delantero.

– Tienes que marcharte, Kenneth. Por la puerta de atras. ?Ya!

– ?No podemos…?

– ?AHORA, Kenneth!

– Vale, pero tengo la bici en el camino de entrada. ?Que hago?

Empezo a sudar. ?Debia marcharse con el ahora? ?Salir sin mas por la puerta principal con Benjamin en brazos? No, no se atrevia. No se atrevia en absoluto.

– Ya le contare una historia, vete. Sal por la cocina, ?que no te vea Benjamin!

Y la puerta de atras se cerro un milisegundo antes de que la llave girase en la puerta de entrada y esta se abriera.

Ya estaba sentada en el suelo ante el televisor con las piernas a un lado y abrazaba afectuosa a su hijo.

– ?Mira, Benjamin! -exclamo-. Ya ha llegado papa. Ahora si que lo vamos a pasar bien, ?a que si?

Capitulo 18

En un viernes brumoso de marzo como aquel no hay gran cosa que decir de la carretera E-22, que atraviesa la region sueca de Escania. Aparte de las casas y los postes indicadores, podria haber sido un tramo entre Ringsted y Slagelse, en Dinamarca. Bastante llano, sobrecultivado, totalmente falto de interes.

Pero aun asi habia al menos cincuenta de sus companeros de Jefatura a quienes les brillaban los ojos en cuanto la ese de Suecia pasaba por sus labios. Segun ellos, todas las necesidades podian satisfacerse en cuanto la bandera azul y amarilla ondeaba en el paisaje. Carl miro por el parabrisas y sacudio la cabeza. Debia de faltarle un sentido, seria eso. Aquel gen especial que llevaba al jubilo en cuanto las palabras arandano, albondigas y arenque salian a relucir.

El paisaje empezo a ser mas variado y desigual cuando llego a Blekinge. Algunos decian que a los dioses les temblaban las manos cuando separaron las piedras de la tierra y al fin llegaron a Blekinge. El paisaje era mucho mas bonito a la vista, pero aun asi… Muchos arboles, muchas piedras, mucho tiempo entre diversion y diversion. La Suecia de siempre.

No hay muchas tumbonas ni vermus, penso cuando llego a Hallabro y dio una vuelta por la habitual

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