reanimarse tras los primeros sorbos-. Y lo escribio con las manos atadas a la espalda.
La mirada de Tryggve vago de un lado para otro al decirlo.
?Con las manos atadas a la espalda! Por lo tanto, la idea de Laursen se acercaba a la verdad.
– No entiendo como pudo hacerlo -continuo Tryggve-. Pero Poul era muy concienzudo. Era bueno dibujando. Tambien en eso.
El joven sonrio melancolico.
– No sabe usted cuanto significa para mi que haya venido. Que pueda tener este mensaje en la mano. El mensaje de Poul.
Carl miro al mensaje. Tryggve Holt habia escrito algunas letras mas en la copia. Desde luego, era el mas indicado para hacerlo.
Despues tomo un buen sorbo del cafe. De no haber sido por su relativamente buena educacion, se habria llevado las manos al cuello y habria emitido sonidos guturales.
Aquel cafe estaba caliente de pelotas. Veneno cafeinico negro como el betun.
– ?Donde esta Poul ahora? -pregunto mientras apretaba los labios y las nalgas con fuerza-. ?Y por que escribisteis ese mensaje? Nos gustaria saber eso; asi podriamos seguir adelante con otros casos.
– ?Que donde esta Poul?
Miro a Carl con ojos tristes.
– Si me lo hubiera preguntado hace muchos anos, le habria contestado que estaba en el Paraiso junto a los ciento cuarenta y cuatro mil elegidos. Ahora le digo sin mas que Poul esta muerto. Ese mensaje es lo ultimo que escribio. Su ultima senal de vida.
Trago saliva con dificultad y callo un momento.
– A Poul lo mataron apenas dos minutos despues de arrojar la botella al agua -dijo en voz tan baja que apenas se oyo.
Carl se enderezo en el sofa. Se habria sentido mas a gusto si le hubieran dado la noticia estando vestido.
– ?Dices que lo mataron?
Tryggve hizo un gesto afirmativo.
Carl fruncio las cejas.
– El secuestrador ?mato a Poul y te perdono la vida a ti?
Mami extendio sus dedos delgados hacia su novio y detuvo las lagrimas de sus mejillas. Tryggve volvio a asentir en silencio.
– Si, aquel cabron me salvo la vida, y desde aquel dia lo he maldecido mil veces por ello.
Capitulo 19
Si tuviera que destacar algo acerca de si mismo, seria su habilidad para captar miradas falsas.
Cuando su familia se reunia con los platos llanos sobre el mantel y rezaban el padrenuestro con rostro devoto, siempre sabia cuando habia pegado su padre a su madre. No eran signos visibles, nunca pegaba a nadie en la cara, era demasiado listo para eso. Y es que habia que tener en cuenta a la comunidad. Y su madre le seguia el juego y cuidaba siempre, con aquel rostro impenetrable y santurron, de que sus hijos guardaran los modales en la mesa y comieran la prescrita cantidad de patatas y la prescrita cantidad de carne. Pero tras aquellos ojos parpadeando sosegados habia miedo, odio y una profunda impotencia.
Eso era lo que veia.
A veces veia tambien aquella mirada falsamente inocente dibujarse en los ojos de su padre, pero raras veces. De hecho, la expresion facial de su padre era casi siempre la misma. Hacian falta cosas mucho mas graves que el castigo corporal diario para agrandar las penetrantes y frias pupilas de aquel hombre.
Asi es como captaba las miradas de nino, y ahora le pasaba lo mismo.
En el mismo instante en que entro en casa capto algo extrano en la mirada de su mujer. Sonreia, por supuesto, pero la sonrisa temblaba, y su mirada se detuvo en el vacio, justo delante de su rostro.
Si no tuviera a su hijo entre sus brazos sentada en el suelo, tal vez el habria pensado que estaba cansada o que le dolia la cabeza, pero estaba alli con su hijo en brazos y parecia ausente.
No era logico.
– Hola -dijo, aspirando el conglomerado de olores de la casa. En el aroma familiar habia un rastro que se le hacia desconocido. Un leve tufo a problemas y a limites rebasados.
– ?Me preparas un te? -pregunto, acariciandola en la mejilla. La tenia caliente, como si tuviera fiebre-. Y a ti ?como te va, campeon?
Tomo en brazos a su hijo y lo miro a los ojos. Estaban brillantes, alegres y cansados. La sonrisa aparecio al instante.
– Pues ahora tiene buen aspecto -admitio.
– Si. Pero ha tenido un monton de mocos hasta ayer, y de pronto esta manana estaba como nuevo. Ya sabes como es eso.
Esbozo una pequena sonrisa, y tambien aquello le parecio raro.
Era como si su mujer hubiera envejecido varios anos durante los pocos dias que el habia estado ausente.
Mantuvo la palabra dada. Hizo el amor con ella con la misma pasion de la semana anterior. Pero duro mas de lo habitual. Ella tardo mas en abandonarse y separar el cuerpo de la mente.
Despues la atrajo hacia si y la dejo estar sobre su pecho. Habitualmente ella habria deslizado sus dedos entre los pelos del pecho y le habria acariciado la nuca con sus dedos finos y sensuales, pero esta vez no lo hizo. Se concentraba en bajar la respiracion a un ritmo normal y en estar callada.
Por eso la interrogo directamente.
– Hay una bici de hombre en la entrada. ?Sabes de quien es?
Ella se hizo la dormida, pero no lo estaba.
Por eso daba igual lo que hubiera podido responder.
Un par de horas despues estaba tumbado con las manos tras la nuca, observando el amanecer de aquel dia de marzo y la perezosa luz deslizandose por el techo en su empeno por ensanchar el espacio tramo a tramo.
El sosiego habia vuelto a su mente. Tenian un problema, pero iba a resolverlo de una vez por todas.
Cuando ella despertara, iba a desnudar su mentira capa tras capa.
El interrogatorio empezo en serio cuando dejo al nino en el corralito. Justo como ella esperaba.
Llevaban cuatro anos viviendo juntos sin desafiar su confianza mutua, pero ahora iban a tener que hacerlo.
– La bici esta candada, asi que no es robada -dijo, mirandola con ojos demasiado inexpresivos-. Alguien ha debido de dejarla a proposito, ?no te parece?
Ella saco hacia delante el labio inferior y se alzo de hombros. ?Como iba a saberlo?, expreso por senas; pero el hombre desvio la mirada.
Poco a poco noto unas gotas traicioneras en las axilas. Dentro de poco el sudor se le notaria en la frente.
– Podriamos averiguar quien es el dueno, si queremos -dijo el y volvio a mirarla. Esta vez inclinando la cabeza.
– ?Tu crees?
Trato de parecer sorprendida, no pillada en falta. Despues se llevo la mano a la frente e hizo como si algo la molestara. Si, estaba sudando ya.
El la miro con intensidad. De pronto la cocina parecia muy estrecha.
– ?Como podemos averiguarlo? -continuo ella.
– Podriamos preguntar a los vecinos si han visto a alguien dejarla ahi.
Ella respiro hondo. Estaba segura de que el no iba a hacerlo.
– Si -admitio-. Podriamos hacerlo. Pero ?no crees que se la llevaran en algun momento? Podemos dejarla