junto a la carretera.
Se apoyo en el respaldo. Estaba mas relajado ahora. Ella, no. Volvio a llevarse la mano a la frente.
– Estas sudando -dijo el-. ?Te pasa algo?
Ella afilo los labios y expulso el aire con lentitud. Conserva la serenidad, se dijo.
– Si, creo que tengo algo de fiebre. Benjamin debe de haberme contagiado.
El asintio en silencio y ladeo la cabeza.
– Por cierto, ?donde encontraste el cargador? -pregunto.
Ella cogio otro bollo y lo corto por la mitad.
– En la cesta de los gorros, en el pasillo.
Se sentia en terreno mas seguro. Ahora se trataba de seguir ahi.
– ?En la cesta?
– No sabia que hacer con el despues de cargar el movil, asi que volvi a dejarlo ahi.
El se levanto sin decir palabra. Dentro de poco iba a preguntarle como era posible que hubiera un cargador de movil alli. Y ella iba a decirle, tal como habia planeado, que debia de llevar anos alli.
En aquel momento se dio cuenta de su error.
La bici que habia en la entrada lo echaba todo a perder. Iba a asociar ambas cosas, asi era el.
Se quedo mirando a la sala, donde Benjamin sacudia los barrotes del corralito como si fuera un animal luchando por salir de alli.
Tambien tenian eso en comun.
El cargador de movil parecia mas pequeno en la mano de el. Como si pudiera aplastarlo con un solo apreton.
– ?De donde ha salido? -pregunto.
– Creia que era tuyo -respondio ella.
El no dijo nada. O sea, que se llevaba el cargador cuando salia.
– Venga, dilo -la apremio-. Se que estas mintiendo.
Trato de hacerse la indignada. No le costo gran cosa.
– Oye, ?por que dices eso? Si no es el tuyo, sera de alguien que se lo ha dejado. Seguro que lleva ahi desde el bautizo.
Pero se sentia insegura.
– ?Desde el bautizo? Eso fue hace ano y medio. ?Desde el bautizo, dices?
Era evidente que le parecia risible, pero no se rio.
– Tuvimos diez o doce invitados. La mayoria viejas. Nadie se quedo a dormir y pocos tendrian movil, de eso estoy seguro al cien por cien. Y si lo tenian, ?por que llevar el cargador a un bautizo? No tiene ninguna logica.
Ella iba a protestar, pero la detuvo con un movimiento de la mano.
– No, mientes -dijo, senalando la bici al otro lado de la ventana-. ?Es el cargador de el? ?Cuando ha estado por ultima vez?
La reaccion de las glandulas sudoriferas de las axilas llego de inmediato.
La asio con fuerza del brazo, tenia la mano cubierta de sudor frio. Ella habia tenido sus dudas cuando vio el contenido de las cajas del primer piso, pero aquella presa de su brazo, tan firme y segura como un tornillo de banco, las despejo todas. Ahora me pegara, penso ella; pero no la pego. Al contrario, cuando vio que ella no respondia se volvio, cerro la puerta que daba al recibidor dando un portazo y no ocurrio nada mas.
La mujer se levanto para ver si la sombra de el se deslizaba por el sendero del jardin. Tan pronto como supiera que el habia salido iba a coger a Benjamin y escapar. Atravesar el jardin hasta el seto, encontrar el agujero que habian hecho los hijos de los anteriores propietarios y escabullirse por alli. Tardarian cinco minutos en llegar a la casa de Kenneth. Su marido jamas sabria adonde habian ido.
Y despues tendria que volver a empezar de cero.
Pero no aparecio la sombra del sendero del jardin; eso si, se oyo un golpe sordo en el piso de arriba.
Dios mio, penso. ?Que esta haciendo ahora?
Miro a su hijo, que saltaba y reia. ?Podria llevarlo hasta el seto sin que su marido los oyera? Las ventanas de arriba ?seguirian abiertas? ?Estaria vigilando por una de ellas para no perderlos de vista?
Se mordio el labio y miro al techo. ?Que hacia alli arriba?
Entonces tomo su bolso y vacio en el el contenido de la lata con el dinero para los gastos de la casa. No se atrevia a salir al pasillo a por su abrigo y el de Benjamin, pero todo iria bien si Kenneth estaba en casa.
– Ven, cielo -dijo, atrayendo hacia si al pequeno. Cuando la puerta del jardin estaba abierta, no hacian falta mas de diez segundos para llegar al seto. La cuestion era si el agujero seguia estando alli. El ano anterior lo habia visto.
Al menos entonces tenia un tamano considerable.
Capitulo 20
Cuando nacieron, el y su hermana Eva vivian en un mundo completamente diferente. Cuando su padre cerraba la puerta del despacho la mente se sosegaba. Entonces podian ir a sus habitaciones y dejar que Dios se ocupara de sus cosas.
Pero tambien otras veces, cuando acudian a las clases obligatorias de catequesis o cuando estaban en el servicio religioso rodeados de la multitud de manos alzadas al cielo, gritos de jubilo y adultos en extasis, volvian la mirada hacia su interior y se centraban en su propia realidad.
Cada uno tenia su propio estilo. Eva contemplaba a escondidas los zapatos y vestidos de las mujeres y se acicalaba. Apretaba con encanto los pliegues de la falda plisada entre las puntas de los dedos hasta dejarlos bien marcados y brillantes. En su interior era una princesa. Libre de los ojos severos y palabras duras del mundo. O un hada de livianas alas traslucidas que el menor soplo de viento podia elevar por encima de la realidad gris y las obligaciones de su casa.
Cuando estaba en ese estado canturreaba en su interior. Canturreaba con la mirada embelesada y los pies inquietos, y los padres estaban convencidos de que se encontraba en las manos protectoras de Dios, y de que aquellos movimientos agiles eran su forma caracteristica de rezar.
Pero el ya sabia que no. Eva sonaba con zapatos y vestidos y un mundo hecho a base de espejos admiradores y palabras carinosas. Era su hermano, y cosas asi las sabia.
El sonaba con un mundo de personas que supieran reir.
Donde vivian ellos nadie reia. Las sonrisas eran algo que solo veia en la ciudad, y le parecian feas. No, en su vida no habia risas, no habia alegria. No habia oido reir a su padre desde la vez que, teniendo el cinco anos, hablo de un pastor de la Iglesia nacional al que habia expulsado entre juramentos y maldiciones de su iglesia. Y por eso su alma infantil tardo anos en entender que la risa podia expresar otras cosas que no fueran la alegria por el mal ajeno.
Cuando al final cayo en la cuenta, se hizo el sordo ante los sermones y las burlas de su padre, y aprendio a protegerse.
Guardaba secretos que podian alegrarlo, pero tambien hacerle dano. Debajo de su cama, bien oculto bajo un armino disecado, estaban sus tesoros. Ejemplares de
Luego pasaba la noche riendo con una risa ahogada bajo el edredon.
Fue en aquel periodo de su vida cuando empezo a ocuparse de que todas las puertas estuvieran entreabiertas, para saber donde se encontraban los diversos miembros de la familia. Fue entonces cuando