hora conduciendo llegaria la calma. Un paseo asi por Selandia siempre funcionaba.
Su hermana sonaba medio dormida al telefono, pero enseguida espabilo cuando le dijo cuanto se proponia darles por cuidar de Benjamin.
– Si, has oido bien -le dijo-. Te dare tres mil coronas a la semana. Pasare de vez en cuando para comprobar que lo estais haciendo bien.
– Tendras que pagar un mes por adelantado -advirtio ella.
– Vale. Lo pagare.
– Y ademas tienes que seguir pagandonos como antes.
Asintio en silencio. Aquella exigencia tenia que llegar.
– Tranquila, no voy a cambiar nada.
– ?Cuanto tiempo va a estar ingresada tu mujer?
– No lo se. Ya veremos como evoluciona. Esta muy enferma. Puede llevar mucho tiempo.
Ella no expreso ninguna empatia o pesar.
Eva no era asi.
– Ve adonde tu padre -ordeno su madre con voz aspera. Tenia el pelo revuelto y el vestido como retorcido en el talle. Asi que su padre habia vuelto a darle bien.
– ?Por que? -pregunto el-. Tengo que terminar la Epistola a los Corintios para los rezos de manana, lo ha dicho papa.
En su ingenuidad infantil, penso que ella lo salvaria. Que se interpondria. Que lo apartaria del abrazo ahogador de su padre y por una vez lo dejaria marchar. Lo de Chaplin no era mas que un juego que le gustaba. No era
– ?Entra ahi ahora mismo!
Su madre apreto los labios y lo agarro del cuello. Era la presa que tantas veces lo habia acompanado camino de los golpes y humillaciones.
– Entonces dire que miras al vecino cuando se quita la camiseta en el prado -dijo.
Ella se estremecio. Ambos sabian que no era verdad. Que el menor guino hacia la libertad y una vida diferente eran el camino directo al infierno. Lo oian en la comunidad, en las oraciones de la mesa y en cada palabra surgida del libro negro que su padre llevaba siempre dispuesto en el bolsillo. Satanas estaba en las miradas de la gente, decia el libro. Satanas estaba en la sonrisa y en cualquier forma de contacto fisico. Lo ponia en el libro.
Y no, no era cierto que su madre mirase al vecino, pero su padre tenia siempre la mano suelta, nunca daba a nadie el beneficio de la duda.
Entonces su madre dijo aquello que habria de separarlos para siempre.
– Hijo del Diablo -declaro con frialdad-. Ojala Satanas te arrastre abajo, de donde vienes. Que las llamas del infierno carbonicen tu piel y te causen dolor eterno.
Movia la cabeza arriba y abajo.
– Si, pareces asustado, pero Satanas te tiene atrapado ya. No vamos a preocuparnos mas de ti.
Abrio la puerta y lo empujo a la habitacion que apestaba a oporto.
– Ven aqui -lo insto su padre mientras enrollaba el cinturon en torno al puno.
Las cortinas estaban corridas, asi que entraba muy poca luz.
Tras el escritorio estaba Eva como una estatua de sal con su vestido blanco. Al parecer no la habia pegado, pues no estaba remangado, y el llanto de ella era controlado.
– Vaya, asi que sigues jugando a Chaplin -se limito a decir su padre.
Al instante reparo en que la mirada de Eva evitaba mirar hacia donde estaba el.
Aquello iba a ser duro.
– Estos son los papeles de Benjamin. Es mejor que los tengais vosotros mientras este aqui. Por si se pone enfermo.
Entrego los documentos a su cunado.
– ?Crees que va a ponerse enfermo? -pregunto su hermana, angustiada.
– Claro que no. Benjamin es un chaval fuerte y sano.
Lo vio ya entonces en los ojos del cunado. Queria mas dinero.
– Un chico de la edad de Benjamin come mucho -dijo. Despues anadio-: solo los panales vienen a salir por unas mil coronas al mes.
Si alguien tenia alguna duda al respecto, no tenia mas que mirar en internet.
Y el cunado se frotaba las manos como el codicioso Scrooge del
Pero su cunado no lo consiguio. De todas formas iban a ir a parar a las manos de algun predicador de los que no reparaban en que comunidad pagaba y por que.
– Si surgen problemas contigo y con Eva, nuestro acuerdo puede revisarse, ?esta claro? -advirtio.
Su cunado accedio a reganadientes, pero su hermana estaba ya muy lejos. Dedos no demasiado bien acostumbrados analizaron a conciencia la suave piel del nino.
– ?De que color tiene el pelo? -pregunto con los ojos ciegos llenos de gozo.
– El mismo color que tenia yo de pequeno, si es que te acuerdas -contesto, y observo que la mirada sin brillo de su hermana se desviaba. Antes de darles el dinero anadio-: Y ahorrad a Benjamin vuestros putos rezos, ?entendido?
Los vio asentir con la cabeza, pero no le gusto su silencio.
Dentro de veinticuatro horas caeria el dinero. Un millon de coronas en billetes usados, no tenia la menor duda.
Ahora iba a ir a la caseta de botes para comprobar que los ninos estaban mas o menos bien, y manana, cuando se hubiera hecho el intercambio, regresaria y mataria a la chica. Al chico lo neutralizaria con cloroformo y el lunes por la noche lo dejaria en un campo cerca de Frederiks.
Daria instrucciones a Samuel acerca de lo que debia decir a sus padres, para que supieran a que atenerse. Que el asesino de su hermana tenia informadores y siempre sabria donde estaba la familia. Que aun les quedaban hijos, que podia volver a hacerlo, que no se sintieran demasiado seguros. Si tenia la menor sospecha de que se iban de la lengua, iba a costarles otro hijo, eso tenia que decirles Samuel. La amenaza no tenia limite en el tiempo. Ademas tenian que saber que solia disfrazarse. La persona que creian conocer no existia en absoluto, y nunca usaba el mismo disfraz dos veces.
Siempre habia funcionado. Las familias tenian una fe en la que refugiarse, y en ella se cobijaban. Lloraban al nino muerto y los demas quedaban protegidos. La historia de las pruebas de Job era su referencia.
Y en el circulo de sus amistades explicarian la desaparicion del nino como si se hubiera tratado de una expulsion. En aquel caso concreto, esa explicacion seria creible, pues Magdalena era especial y casi demasiado brillante, y eso no era ninguna ventaja en aquellos circulos. Sus padres dirian que la habian dejado en manos de alguna familia. Asi la comunidad no se preocuparia mas de ello y el estaria a salvo.
Sonrio en silencio.
Asi quedaria otro menos de los que ponen a Dios por delante de la persona para infectar el mundo.
El desastre se cebo en la familia del pastor un dia de invierno, un par de meses despues de que el cumpliera los quince anos. En los meses previos habian sucedido en su cuerpo cosas extranas e inexplicables. Las ideas pecaminosas, contra las que advertia la comunidad, empezaron a asaltarlo. Vio a una mujer de falda ajustada inclinarse hacia delante, y aquella misma noche, en unos pocos segundos, tuvo su primera polucion con aquella imagen en la retina.
Notaba que las manchas de sudor se extendian por sus axilas y que su voz desafinaba en todas direcciones. Los musculos de la nuca se contraian y el vello corporal surgia por todas partes, recio y oscuro.
De pronto, se sintio como una topera en medio de un campo llano.
Cuando hacia un esfuerzo podia reconocerse en los chicos de la comunidad que habian sufrido la misma transformacion antes que el, pero no tenia ni remota idea de que se trataba. No era de ninguna manera un tema que se discutiera en el hogar que su padre llamaba de «los elegidos de Dios».
Sus padres llevaban tres anos sin dirigirle la palabra a menos que fuera necesario. No veian los esfuerzos que