tendrian que esperar hasta que volviera a estar listo.

– Esto… ?que? -Carl se enderezo en la silla del despacho. Hacia bastante tiempo que no sentia el cuerpo tan dolorido-. ?Tryggve? No, sigue en Blekinge. Le pedi que viniera a Copenhague, de hecho le ofreci traerlo en coche, pero no se veia con fuerzas para ello, me dijo, y tampoco podia obligarlo. Recuerda que vive en Suecia, Assad. Si no quiere venir por propia voluntad no podremos traerlo sin ayuda de la Policia sueca, y estamos en el principio del caso, ?no?

Habia esperado que Assad le hiciera un gesto afirmativo, pero no lo hizo.

– Voy a escribir un informe para Marcus, ?vale? Despues ya veremos. Y aparte de eso, no se que podemos hacer en este momento. Se trata de un caso de hace trece anos que nunca ha sido investigado. Tenemos que dejar que Marcus Jacobsen decida de quien es el caso.

Assad fruncio las cejas e Yrsa hizo lo propio. ?Iba a llevarse el Departamento A la gloria por el trabajo que habian hecho ellos? ?Lo decia en serio?

Assad consulto su reloj.

– Podemos subir ahora mismo a aclararlo, entonces. Jacobsen empieza a trabajar temprano los lunes.

– Vale, Assad -concedio Carl, enderezandose-. Pero antes debemos hablar.

Miro a Yrsa, que meneaba las caderas llena de expectacion por lo que iba a desvelarse.

– Solo Assad y yo, Yrsa -advirtio Carl-. Tengo que hablar con el a solas.

– Oh…

Parpadeo un par de veces.

– Cosas de hombres -dijo, dejandoles un vaho de perfume.

Miro a Assad con las cejas arqueadas. Tal vez bastara para que el hombre le diera alguna explicacion; pero Assad se limito a mirarlo como si justo despues fuera a ofrecerle una pastilla contra la acidez.

– Ayer estuve en tu casa, Assad. En el 62 de Heimdalsgade. No estabas.

En la mejilla de Assad se formo una fina arruga que, de forma prodigiosa, se convirtio al instante en una sonrisa.

– Que lastima. Deberias haber llamado antes.

– Intente llamar, pero no cogiste el movil, Assad.

– Podria haber estado bien. Bueno, otra vez sera.

– Ya, pero entonces tendra que ser en otro sitio, ?no?

Assad asintio con la cabeza. Trato de alegrar la cara.

– Te refieres a citarnos en el centro, o sea. Podria ser divertido.

– Entonces trae a tu mujer, Assad. Tengo muchas ganas de conocerla. Y a tus hijas.

Uno de los ojos de Assad se entorno un poco. Como si su mujer fuera lo ultimo que quisiera llevar a un lugar publico.

– Hable con algunas personas en Heimdalsgade, Assad.

El otro ojo se entorno tambien.

– No vives alli, hace tiempo que no lo haces. Y en cuanto a tu familia, nunca ha vivido alli. ?Donde vives, entonces?

Assad hizo un amplio gesto con los brazos.

– Era un piso muy pequeno, Carl. No cabiamos alli.

– ?No deberias haberme comunicado la mudanza y cancelar el alquiler del pisito?

Assad parecio reflexionar.

– Si, tienes razon. Lo hare.

– ?Y donde vives ahora, entonces?

– Hemos alquilado una casa, ahora es barato. Ahora muchos tienen dos casas a la vez. Ya sabes, el mercado inmobiliario.

– Bien, suena estupendo. Pero ?donde, Assad? Me hace falta una direccion.

Assad inclino la cabeza un poco.

– Oye, Carl, hemos alquilado la casa en negro, si no sale demasiado caro. ?No podemos guardar la vieja direccion como domicilio postal, entonces?

– ?Donde esta, Assad?

– Pues en Holte. Es una casita de Kongevejen. Pero ?llamaras antes, Carl? A mi mujer no le gusta que la gente se presente sin mas.

Carl asintio en silencio. Ya volverian a tratar de todo aquello otro dia.

– Otra cosa. ?Por que has dicho en Heimdalsgade que eras musulman chiita? ?No decias que eras sirio?

El asistente saco hacia abajo su labio carnoso.

– Si. ?Y…?

– ?En Siria hay musulmanes chiitas?

Las cejas pobladas de Assad dieron un salto hasta media frente.

– Oye, Carl -dijo sonriendo-, musulmanes chiitas los hay en todas partes.

Media hora mas tarde estaban en la sala de reuniones con quince companeros malhumorados por ser lunes, con Lars Bjorn y Marcus Jacobsen, el jefe de Homicidios, en medio del circulo.

Era evidente que nadie estaba alli por diversion.

Fue Marcus Jacobsen quien reprodujo lo que Carl habia contado, porque asi funcionaban las cosas en el Departamento A. Si habia alguna duda, no habia mas que preguntar.

– El hermano pequeno del asesinado Poul Holt, Tryggve Holt, ha contado a Carl Morck que la familia conocia al secuestrador, o quiza debieramos decir al asesino -dijo Marcus Jacobsen algo mas adelante en su presentacion del caso-. El asesino frecuento en una epoca las sesiones de rezos que el padre, Martin Holt, celebraba para los miembros locales de los Testigos de Jehova, y todos esperaban que aquel hombre pidiera ingresar en la comunidad.

– ?Tenemos fotografias del hombre? -pregunto la subcomisaria Bente Hansen, una de las viejas companeras de grupo de Carl. El subinspector Bjorn sacudio la cabeza.

– No, pero tenemos una descripcion de su aspecto, y tenemos un nombre: Freddy Brink. Seguramente falso, el Departamento A ya lo ha mirado, y en la pantalla no aparece nadie que se ajuste a la edad descrita. Hemos logrado que unos companeros de Karlshamn enviaran un dibujante de la Policia donde Tryggve Holt; veremos que sale de ahi.

El inspector jefe de Homicidios se coloco frente a la pizarra blanca y escribio las palabras clave.

– O sea, que secuestra a los ninos el 16 de febrero de 1996. Es viernes, el dia que Poul ha invitado a su hermano pequeno Tryggve a visitar la Escuela de Ingenieros de Ballerup. El supuesto Freddy Brink pasa junto a ellos en su furgoneta azul celeste y bromea porque se hayan encontrado tan lejos de Gr?sted. Les ofrece llevarlos a casa. Por desgracia, Tryggve no pudo dar mas detalles del coche, aparte de que era redondo por delante y cuadrado por detras.

»Los jovenes se sientan en el asiento delantero, y algo mas tarde el hombre se detiene en un area de descanso vacia y los paraliza con una descarga electrica. No tenemos ninguna descripcion de como lo hace, pero probablemente con algun tipo de arma de electrochoque. Despues los mete en la parte trasera y les restriega la cara con un trapo, lo mas seguro empapado con cloroformo o eter.

– Dejame anadir que Tryggve Holt no estaba seguro del curso de los acontecimientos -intercalo Carl-. Estaba semiinconsciente por la descarga electrica, y despues su hermano mayor no pudo decirle gran cosa, ya que tenian la boca tapada con cinta adhesiva.

– Eso es -continuo Marcus Jacobsen-. Pero si he entendido bien, Poul dio a su hermano pequeno la impresion de que habian conducido una hora mas o menos, claro que no es un dato fiable al cien por cien. Poul padecia un tipo de autismo y no captaba bien la realidad, pese a ser un superdotado.

– ?Sindrome de Asperger, tal vez? Lo digo por el texto del mensaje, y porque Poul llego a escribir la fecha exacta en aquella situacion espantosa. Eso ?no es sintomatico? -pregunto Bente Hansen con el rotulador preparado.

– Si, tal vez.

El inspector jefe asintio en silencio.

– Despues del viaje en coche metio a los chicos en una caseta de botes que apestaba a alquitran y agua podrida. Era una caseta bastante pequena donde se podia estar justo de pie con la espalda muy encorvada. No

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