ayuda del sacacorchos lo que taponaba el cuello del frasco. El tapon estaba hecho de algo que olia a brea, pero el tiempo pasado en el agua hacia que su origen pareciera incierto.

Trato de sacar el papel del interior, pero estaba humedo y reblandecido. Puso la botella boca abajo y golpeo el culo varias veces, pero el papel no se movio un milimetro. Entonces la llevo a la cocina y le dio un par de golpes con el mazo para la carne.

Aquello funciono, y la botella se hizo trizas; los cristales azules se desperdigaron por la mesa de la cocina como hielo picado.

Observo con atencion el papel que quedo en la tabla de cortar. Se dio cuenta de que sus cejas se arqueaban. Su mirada se deslizo por los cascos de vidrio y respiro hondo.

Quiza no fuera muy inteligente por su parte hacer lo que habia hecho.

– Si -le confirmo su companero Douglas, de la Policia Cientifica-. Es sangre. No cabe la menor duda. Tenias razon. Esa manera de absorber el papel la sangre y el agua condensada es clasica. Sobre todo aqui, donde la firma esta borrada por completo. Si, el color y la absorcion son bastante tipicos.

Desdoblo con cuidado el papel usando sus pinzas y volvio a iluminarlo con luz azul. Habia rastros de sangre por todo el papel. Cada letra emitia una luz difusa.

– ?Esta escrito con sangre?

– Con toda seguridad.

– Y crees igual que yo que el encabezamiento es una llamada de socorro. Al menos es lo que parece.

– Es lo que creo -respondio Douglas-. Pero dudo que podamos salvar otra cosa que el encabezamiento, el mensaje esta bastante deteriorado. Ademas, puede que este escrito hace muchos anos. Ahora hay que acondicionarlo y conservarlo, y despues tal vez podamos hacer una datacion. Y tambien se lo ensenaremos a un experto en lenguas. Esperemos que pueda decirnos en que idioma esta escrito.

Miranda asintio con la cabeza. Ella, desde luego, tenia una propuesta.

Islandes.

Capitulo 4

– Han venido de la Inspeccion de Trabajo, Carl.

Rose estaba plantada en la puerta y no hizo ademan de moverse. Quiza esperaba a que las partes se tirasen de los pelos.

Aparecio un hombrecillo vestido con un traje bien planchado, y se presento como John Studsgaard. Pequeno y decidido. Aparte de la carpeta de cuero marron que llevaba bajo el brazo, parecia bastante inofensivo. La mirada amable y la mano tendida. Impresion que se evaporo en cuanto abrio la boca.

– En la ultima inspeccion se ha detectado polvo de amianto en el pasillo y en los corredores auxiliares. De modo que hay que proceder a revisar el aislamiento de la tuberia, para que estos locales cumplan las condiciones de habitabilidad.

Carl miro al techo. Vaya movida por una punetera tuberia, la unica de todo el sotano.

– Veo que han instalado despachos aqui -continuo el hombre del maletin-. Eso ?esta de conformidad con los permisos de apertura y la normativa en materia de incendios?

Iba a abrir la cremallera de la carpeta, asi que tendria un monton de papeles que respondieran la pregunta.

– ?Que despachos? -pregunto Carl-. ?Se refiere a la sala de consulta de archivos?

– ?Sala de consulta de archivos?

Por un instante el hombre se quedo como perdido, pero el burocrata que llevaba dentro enseguida asumio el control.

– No conozco el termino, pero es evidente que aqui transcurre gran parte de la jornada laboral, en quehaceres que diria que estan tradicionalmente relacionados con el trabajo.

– ?Se refiere a la maquina de cafe? Ya la quitaremos.

– En absoluto. Me refiero a todo. Escritorios, tablones de anuncios, estanterias, colgadores, cajones con papel, articulos de oficina, fotocopiadoras.

– Ya. ?Sabe cuantas escaleras hay hasta el segundo piso?

– No.

– Claro. Entonces tampoco sabe que andamos cortos de personal y que pasariamos medio dia corriendo hasta el segundo piso cada vez que hubiera que hacer una fotocopia para los archivos. ?Acaso prefiere que un monton de asesinos anden sueltos a que hagamos nuestro trabajo?

Studsgaard iba a protestar, pero Carl lo rechazo alzando la mano.

– ?Donde esta ese amianto del que habla?

El hombre fruncio las cejas.

– Esto no es una discusion acerca del donde y el como. Hemos observado contaminacion por amianto, y el amianto produce cancer. Eso no se limpia con una fregona.

– ?Estabas presente cuando hicieron la inspeccion, Rose? -pregunto Carl.

Rose senalo al pasillo.

– Encontraron algo de polvo ahi.

– ?ASSAD! -grito Carl con tal fuerza que el hombre dio un paso atras.

– A ver, Rose, ensenamelo -la apremio mientras Assad asomaba la cabeza-. Ven tu tambien, Assad. Lleva el cubo de agua, la fregona y tus magnificos guantes de goma verdes. Tenemos un trabajo que hacer.

Avanzaron quince pasos por el pasillo y Rose senalo un polvo blanquecino entre sus botas negras.

– Aqui -concreto.

El hombre de la Inspeccion de Trabajo protesto y trato de explicarles que lo que iban a hacer no valia para nada. Que asi no se erradicaria el mal, y que el sentido comun y la normativa decian que habia que retirar las cosas de manera reglamentaria.

Carl hizo como si nada.

– Cuando hayas limpiado bien, llama a un carpintero, Assad. Vamos a construir un tabique de separacion entre la zona contaminada segun la Inspeccion de Trabajo y nuestra sala de consulta de archivos. No queremos esa porqueria cerca de nosotros, ?verdad?

Assad sacudio la cabeza lentamente.

– ?A que sala te refieres, o sea? ?De consulta…?

– Tu limpia, Assad. Este senor tiene mucho que hacer.

El funcionario dirigio a Carl una mirada hostil.

– Tendran noticias nuestras. -Fue lo ultimo que dijo, mientras se alejaba a paso vivo por el pasillo con la carpeta pegada al cuerpo.

?Noticias nuestras! Si, hombre, lo que tu digas.

– Ahora explicame que significa que mis expedientes esten en la pared, Assad -exigio Carl-. Espero por tu bien que sean copias.

– ?Copias? Si quieres tener copias ya las bajare. Tendras todas las copias que quieras, claro que si.

Carl trago saliva.

– ?Me estas diciendo a la cara que son los expedientes originales los que estan puestos a secar?

– Pero mira mi sistema, Carl. Tu dime si no te parece de lo mas fantastico. Tranquilo, o sea, no voy a enfadarme.

Carl echo la cabeza atras. Que no iba a enfadarse, decia. O sea, que habia pasado dos semanas fuera, y entretanto sus colaboradores se habian vuelto locos por haber inhalado amianto.

– Mira, Carl.

Assad, radiante de felicidad, le enseno dos rollos de cordel.

– Vaya, vaya. Asi que has arramblado con un rollo de cordel azul y un rollo de cordel rojo con rayas blancas. Con eso vas a poder atar muchos paquetes de regalo cuando llegue la Navidad. Dentro de nueve meses.

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