La mujer dijo que ella iba en aquella direccion, y que podian seguirla.

Atraveso el bosque a menos de cincuenta por hora, con Carl pegado a su parachoques.

– ?No es mejor apagar las luces azules? -pregunto Assad pasados un par de kilometros.

Carl sacudio la cabeza, resignado. Pues claro. ?En que estaba pensando? Aquel cortejo a paso de tortuga debia de resultar bastante comico, a decir verdad.

– Mira ahi.

Assad senalo un tramo de calzada donde el sol se aprestaba a evaporar el rocio matutino.

Carl tambien lo vio. Marcas de frenado en el carril contrario, y diez metros mas alla otras marcas, pero en su mismo carril.

Assad se inclino hacia el parabrisas y entorno los ojos. Lo mas seguro es que, en su mente, estuviera imaginando una persecucion ficticia en coche. Parecia que tuviera el volante en sus manos y pisara el acelerador hasta la alfombrilla de goma.

– ?Ahi tambien! -grito, senalando otras marcas que sugerian un frenazo brusco.

La mujer de delante detuvo el coche y salio.

– Ocurrio aqui -concreto, senalando el tronco de un arbol completamente descortezado.

Anduvieron de un lado para otro y encontraron algunos cascos de cristal de los faros y fuertes raspados en el asfalto. Un accidente violento y bastante incomprensible. Tendrian que hacer comprobaciones con sus companeros de Trafico.

– Vamos -insto Carl.

– Y ahora ?que? ?Me dejaras conducir?

Carl miro a su colega. Los recuerdos de su temerario empleo del acelerador no hablaban en favor de su ayudante moreno. En absoluto.

– Primero, haremos las comprobaciones con los de Trafico -decidio, sentandose al volante.

No conocia a quien habia estado al cargo del caso y habia hecho las mediciones, pero no tenia un pelo de tonto.

– Llevamos el coche a los garajes de Kongstedsvej para inspeccionarlo mas a fondo -dijo el companero de Trafico-. Encontramos restos de pintura de otro vehiculo en algunos de los puntos de colision, pero todavia no sabemos de que pintura se trata. Es de color oscuro, tal vez gris grafito, pero es posible que la friccion del momento de la colision haya influido en el tono.

– ?Y las victimas? ?Estan vivas?

Le dieron dos numeros de registro civil. Con eso podria seguir investigando.

– Asi que, ?crees que hubo otro coche implicado en el accidente? -pregunto Carl.

Su companero rio al otro lado de la linea.

– No, no es que lo crea: lo se. Lo que pasa es que aun no lo hemos hecho publico. Hay indicios claros de una persecucion en coche en un tramo de por lo menos dos kilometros y medio antes del lugar del accidente. Conducian muy rapido, como salvajes. Asi que si las dos mujeres salen vivas va a ser un milagro.

– ?No hay rastro del otro conductor, el que se dio a la fuga?

El hombre lo confirmo.

– Preguntale por las mujeres, Carl -susurro Assad a su lado.

Y eso hizo. ?Quienes eran? ?Que relacion habia entre ellas? Ese tipo de cosas.

– Si -replico su interlocutor-. Las dos mujeres eran de la zona de Viborg, asi que es bastante raro que colisionaran en una carretera secundaria perdida del sur de Selandia. Vemos que atravesaron el puente del Gran Belt varias veces aquel dia, pero eso no es lo mas raro.

Carl se dio cuenta de que el tipo se guardaba lo mejor para el final. Tipico de los agentes de Trafico. Para que los de la Brigada criminal aprendieran que no eran los unicos que tenian un trabajo emocionante.

– ?Que es lo mas raro? -quiso saber Carl.

– Lo mas raro es que poco antes habian destrozado la barrera de control del puente y despues hicieron todo lo posible por evitar que la Policia las detuviera.

Carl miro de nuevo a la calzada. ?Anda la osa!

– ?Puedes mandarme el atestado para que lo reciba en el ordenador del coche?

– ?Ahora? Tendre que consultarlo con mis superiores.

Y colgo.

A los cinco minutos estaban leyendo el relato policial acerca de la conduccion de las mujeres, y desde luego que cosas asi no se leian todos los dias. Los radares habian sacado cuatro fotos, dos con cada conductora, en el mismo dia. Destrozar la barrera de control del puente sobre el Gran Belt. Conduccion caotica por la E-20. Perseguidas por varios coches patrulla en el mismo tramo. Parece ser que condujeron un buen trecho con las luces apagadas para luego terminar en un accidente inevitable en una carretera forestal.

– ?Por que van de Viborg a Selandia, vuelven a Fionia y despues otra vez a Selandia a todo gas? ?Lo sabes tu, Assad?

– No lo se, entonces. En este momento estoy mirando esto.

Senalo la lista de las fotos del radar. Estaban hechas en sitios tan diferentes como la E-45 al sur de Vejle, la E-20 a mitad de camino entre Odense y Nyborg, y otra vez en la E-20, al sur de Slagelse.

El dedo de Assad bajo a la siguiente linea del atestado.

Carl vio la direccion de la localidad que senalaba. Al parecer, las mujeres tambien fueron detectadas por una instalacion experimental de radares en una zona rural. Al menos, el nunca habia oido el nombre del pueblo. Se llamaba Ferslev, y lo habian atravesado a ochenta y cinco kilometros por hora donde el limite de velocidad era cincuenta. Si se calculaban todos los delitos cometidos y se anadia que habia habido dos conductoras, tenia dos mujeres a las que, como minimo, aquel dia se les habia retirado el carne de conducir.

Carl tecleo Ferslev en el GPS y examino el mapa. Estaba en las afueras de Skibby. A mitad de camino entre Roskilde y Frederikssund.

Vio que Assad ponia el dedo en el mapa y lo iba deslizando hacia Nordskoven. El mismo lugar en el que Yrsa creia que podia haber una caseta de botes.

Aquello era muy extrano.

– Llama a Yrsa -ordeno a su ayudante mientras arrancaba el coche-. Dile que reuna informacion acerca de esas dos mujeres. Dale los numeros de registro civil y dile que se de prisa. Dile tambien que vuelva a llamar para saber donde estan ingresadas y cual es su estado. Esto me da mala espina.

Oyo hablar a Assad, pero estuvo un rato ausente. No podia quitarse de la cabeza la carrera desenfrenada que habian hecho las dos mujeres por todo el pais.

Debian de ser drogadictas, susurro su sensato yo. Drogadictas, o al menos camellos. Algo asi, y seguramente estarian bajo los efectos de la droga. Asintio en silencio para si. Por supuesto que era algo de ese tipo. Si no, no habrian tenido el accidente. ?Quien decia que habia otro coche implicado que se dio a la fuga? ?Por que no podia ser un pobre asustado que se habia visto acosado por unas descerebradas con droga en la sangre? Un pobre hombre que se asusto y solo quiso escapar de alli.

– Vale -oyo que decia Assad antes de colgar.

– ?Has hablado con ella? -pregunto-. ?Ha entendido lo que tiene que hacer?

Trato de captar la mirada muy pensativa de Assad.

– Oye, y ?que ha dicho Yrsa?

– ?Que que ha dicho Yrsa? -repitio Assad, levantando la cabeza-. No lo se. Es que he hablado con Rose.

Capitulo 40

No estaba satisfecho. No lo estaba en absoluto.

Apenas habian transcurrido dos dias desde el accidente y, segun las noticias de la radio, una de las accidentadas estaba mejorando. A la otra no le daban muchas posibilidades, pero no decian quien era quien.

Fuera lo que fuese, su respuesta no podia esperar mas.

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