Capitulo 42
Llevaban media hora en la sala de espera, mientras el caos reinaba en la Unidad de Cuidados Intensivos.
Entonces Carl se levanto y fue al mostrador. Ya no podian esperar mas.
– No tendras informacion sobre la fallecida Lisa Karin Krogh, ?verdad? -pregunto a la secretaria del mostrador, mostrandole la placa de policia-. Necesito el numero de telefono de su casa.
Al cabo de un rato tenia un papel en la mano.
Saco su movil y volvio adonde Assad, que tamborileaba el suelo con los pies, nervioso.
– ?Te quedas un rato controlando? -le pidio-. Yo estare en la zona de ascensores. Cuando nos dejen entrar en la habitacion ven a decirmelo, ?vale?
Luego telefoneo a Rose.
– Quisiera alguna informacion correspondiente a este numero de telefono. El nombre y numero de registro civil de todas las personas que viven en la casa, ?de acuerdo? Y Rose, a toda velocidad, ?entendido?
Rose rezongo un poco, pero dijo que veria que podia hacer.
Carl apreto el boton del ascensor y bajo a la planta baja.
A lo largo del tiempo habia pasado por lo menos cincuenta veces junto a la cafeteria sin detenerse. Bocadillos con demasiada mantequilla, precios demasiado elevados para su sueldo de funcionario. Esta vez sucedia lo mismo. Tenia hambre, pero tenia otras cosas que hacer.
– ?Karsten Jonsson! -grito, y vio que el hombre rubio alargaba el cuello para localizar el origen del grito.
Le pidio que lo acompanara, y por el camino le conto lo ocurrido en la habitacion desde que le pidieron que saliera a esperar.
Tras oir el relato, el gallardo agente no parecia tan gallardo. La preocupacion era patente en su rostro.
– Un momento -dijo Carl cuando llegaron a la tercera planta y sono su movil-. Entra tu, Karsten, y ven a buscarme si hay algo.
Se arrodillo junto a la pared, acerco el telefono a la oreja y dejo el bloc en el suelo.
– Dime, Rose, ?que has averiguado?
Rose le dio la direccion, y despues siete nombres con sus respectivos numeros de registro civil. Padre, madre y cinco hijos: Josef, de dieciocho anos; Samuel, de dieciseis; Miriam, de catorce; Magdalena, de doce, y Sarah de diez. Carl lo escribio todo.
Que si queria alguna otra cosa.
Carl sacudio la cabeza y apago el movil sin haberle respondido.
Era una informacion atroz.
Cinco ninos huerfanos, y dos de ellos seguro que estaban en maximo peligro de muerte. El mismo esquema de otras veces. El secuestrador habia golpeado a una familia numerosa relacionada con una secta. La unica diferencia era que esta vez no iba a haber la posibilidad de que perdonara la vida a uno de los ninos secuestrados, como tenia por costumbre. ?Por que habia de hacerlo?
Alli estaba Carl, en un caso de vida o muerte, y todos sus instintos se lo decian a gritos. Se trataba de evitar mas asesinatos y la ruina de toda una familia. No habia tiempo que perder, pero ?que podia hacer? Aparte de los hijos de la mujer muerta y la secretaria que habia atendido al asesino y que ahora se dirigia a su casa con el movil apagado, la unica persona que podia ayudarlo estaba alli, detras de la puerta. Ciega, muda y en un estado de peligrosa conmocion.
El asesino habia estado alli ese dia. Una enfermera lo habia visto, pero aun estaba inconsciente. La situacion era mas que desesperada.
Miro su bloc de notas y marco el numero de telefono de Frederiks. En momentos como aquel su trabajo era odioso.
– Josef al aparato -dijo una voz. Carl miro el bloc. El mayor de los hijos, gracias a Dios.
– Hola, Josef. Te habla el subcomisario Carl Morck del Departamento Q de la Jefatura de Policia de Copenhague. Quisiera…
Al otro extremo de la linea colgaron suavemente el receptor.
Carl estuvo un rato pensando en su fallo. No deberia haberse dado a conocer de aquella manera. Seguro que la Policia ya habia estado alli para contarles lo de la muerte de su padre. Josef y sus hermanos estarian asustados, sin duda.
Miro al suelo. ?Como iba a llegar hasta ese chico en aquel momento?
Luego telefoneo a Rose.
– Coge el bolso -le dijo-. Pide un taxi. Ven al Hospital Central a todo gas.
– Si, es una situacion lamentable -dijo el doctor-. Hasta anteayer hemos tenido un policia destinado en la unidad, porque teniamos ingresadas victimas de la guerra de bandas. Si hubiera estado tambien hoy, no habria ocurrido. Porque, por desgracia, podriamos decir, a los dos ultimos criminales los enviamos a planta ayer por la noche.
Carl escucho. El medico tenia una expresion agradable. Nada de aires de superioridad.
– Como es natural, entendemos que la Policia desee establecer la identidad del agresor tan pronto como se pueda, y tambien nosotros queremos ayudar en la medida de lo posible, pero el estado de la enfermera atacada sigue, por desgracia, siendo tal que, desde el punto de vista medico, debemos anteponer sus intereses a cualquier otra consideracion. Lo mas probable es que tenga una vertebra cervical fracturada, y se encuentra en estado de conmocion. De modo que tendran que esperar, por lo menos, hasta manana por la manana para interrogarla. Tambien esperamos localizar pronto a la secretaria que ha visto al atacante. Vive en Ishoj, asi que llegara a casa dentro de veinte minutos si no se desvia.
– Tenemos ya a un hombre esperando en su casa, para no perder tiempo. Pero ?que hay de Isabel Jonsson? -pregunto, mirando inquisitivamente a su hermano, que asintio en silencio. No le importaba que fuera Carl quien preguntara.
– Bien. Como es comprensible, esta muy agitada. Su respiracion y ritmo cardiaco siguen siendo inestables, pero tenemos la impresion de que tal vez le vendria bien estar con su hermano. Dentro de cinco o diez minutos habremos terminado las exploraciones; entonces su hermano podra entrar.
Carl oyo estrepito en la puerta de entrada. Era el bolso de Rose, que insistia en llevarse a rastras una cortina.
Vamos fuera, indico con un gesto a Assad y Rose.
– ?Que quieres que haga? -quiso saber Rose en el pasillo. Era evidente que el ultimo lugar donde queria estar era en el espacio de ascensor frente a una unidad de cuidados intensivos. Puede que tuviera algun problema con los hospitales.
– Tengo una mision dificil para ti -informo Carl.
– ?Cual? -pregunto Rose, dispuesta a declinar la oferta.
– Tienes que llamar a un chico y decirle que debe ayudarnos ahora mismo, porque de lo contrario van a morir dos hermanos suyos. Al menos es lo que creo. Se llama Josef y tiene dieciocho anos. Su padre murio anteayer, y su madre esta ingresada en Cuidados Intensivos, cosa que seguro que ya le ha dicho la Policia de Viborg. Lo que no sabe es que su madre ha muerto hace un momento. Seria una gran falta de etica decirle eso por telefono, pero tal vez sea necesario. Depende de ti, Rose. Solo tiene que responder a tus preguntas. Pase lo que pase.
Rose se quedo estupefacta. Trato de protestar varias veces, pero las palabras se quedaban atascadas entre la inquietud y la necesidad. Porque veia por la expresion de Carl que corria prisa.
– ?Por que yo? ?Por que no Assad, o tu mismo?
Carl explico que el chico le habia colgado.
– Necesitamos una voz neutra. Una voz dulce de mujer como la tuya.
Si hubiera dicho lo de la voz en otro momento, se habria echado a reir. En aquellas circunstancias, no habia razon para reir. Tenia que hacerlo, y punto.
Le explico que cosas queria saber, y despues pidio a Assad que retrocediese un par de pasos con el.
Era la primera vez que veia temblar las manos de Rose. Puede que Yrsa lo hubiera hecho mejor. Por alguna extrana razon, muchas veces las personas mas duras son las mas blandas en su interior.