vamos a hablar tu y yo. Carl hablara y yo escuchare tus labios, ?de acuerdo?

La cabeza hizo un movimiento minusculo.

– ?Viste el coche que os embistio? -pregunto Carl-. ?De que marca y color era? ?Nuevo o viejo?

Assad aplico el oido a la boca de Isabel. Sus ojos siguieron con viveza cada susurro que surgia de la boca de la mujer.

– Un Mercedes oscuro. Algo viejo -repitio Assad.

– ?Recuerdas la matricula, Isabel? -pregunto Carl.

Si la recordaba, quedaban esperanzas.

– La matricula estaba sucia. Apenas podia verse en la oscuridad -respondio Assad pasado un buen rato-. Pero la matricula terminaba en 433, aunque Isabel no esta segura de esos treses. Podrian ser ochos, o ambas cosas.

Carl penso. 433, 438, 483, 488. Solo existian cuatro combinaciones, parecia razonable.

– ?Lo has escrito, Karsten? -pregunto-. Un Mercedes oscuro no muy nuevo, cuya matricula termina en 433, 438, 483 o 488. Es un trabajo adecuado para un comisario de la Policia de Trafico, ?no?

Karsten asintio en silencio.

– Si. Veras, Carl, podemos saber enseguida cuantos Mercedes algo viejos hay con esas ultimas cuatro cifras, pero los colores no los controlamos. Y ahora los Mercedes son muy habituales en las carreteras danesas. Puede haber bastantes con esos numeros.

Tenia razon. Una cosa era encontrar los coches, otra investigar a los propietarios. Aquello llevaria mas tiempo del que tenian.

– ?Puedes decirnos alguna otra cosa que pueda ayudarnos, Isabel? ?Un nombre o alguna otra cosa?

Ella volvio a hacer un gesto afirmativo. Era un proceso lento, y a ella le costaba mucho. Oyeron varias veces a Assad susurrar que repitiera lo que habia dicho.

Entonces dijo los nombres, tres en total: Mads Christian Fog, Lars Sorensen y Mikkel Laust. Unidos al cuarto, que tenian por el caso de Poul Holt, Freddy Brink, y al quinto del caso de Flemming Emil Madsen, que era Birger Sloth, tenian un total de once nombres y apellidos en que basarse. Aquello no tenia buena pinta.

– Creo que ninguno de ellos es su verdadero nombre -declaro Carl-. Si queremos buscar su nombre, seguro que es cualquier otro.

Mientras tanto, Assad siguio escuchando los esfuerzos que hacia Isabel por ayudarlos.

– Dice que uno de los nombres es el que aparece en su carne de conducir. Tambien sabe donde ha vivido, entonces.

Carl se enderezo.

– ?Tiene una direccion? -pregunto.

– Si, y otra cosa -replico Assad tras otro momento de concentracion-. Tenia una furgoneta azul claro. Sabe el numero de memoria.

Al cabo de un minuto, lo habian escrito todo.

– Me pondre manos a la obra -dijo Karsten Jonsson, se levanto y se marcho.

– Isabel dice que el hombre tiene una direccion en un pueblo de Selandia -continuo Assad. Se volvio otra vez hacia el rostro de Isabel-. No entiendo, o sea, como dices que se llama el pueblo, Isabel. El nombre del pueblo ?termina en «lov»? No, ?verdad? ?En «slev»? ?Has dicho eso?

Asintio con la cabeza cuando Isabel respondio.

El nombre del pueblo terminaba en «slev». La primera parte no pudo oirla Assad.

– Vamos a hacer un descanso hasta que vuelva Karsten, ?podemos? -propuso Carl a la enfermera.

Esta asintio en silencio. Un descanso seria bien recibido.

– Creia que ibais a trasladar a Isabel -continuo Carl.

La enfermera volvio a hacer un gesto afirmativo.

– A la vista de las circunstancias, creo que esperaremos unas horas.

Llamaron a la puerta y entro una mujer.

– Tengo una llamada para un tal Carl Morck. ?Esta aqui?

Carl levanto el dedo y le dieron un telefono inalambrico.

– ?Diga…? -pregunto.

– Hola. Me llamo Bettina Bjelke. Creo que me estaban buscando. Soy la secretaria de la seccion 4131 de Cuidados Intensivos. La que estaba de guardia en el turno anterior.

Carl hizo senas a Assad para que se acercara a escuchar.

– Necesitamos la descripcion de un hombre que ha visitado a Isabel Jonsson mas o menos durante el cambio de turno -indico-. No el agente de policia, sino el otro. ?Podrias describirlo?

Assad achico los ojos mientras escuchaba. Cuando la secretaria termino y colgo, se miraron y sacudieron la cabeza.

La descripcion del hombre que habia atacado a Isabel Jonsson coincidia en todo con la persona que salio del ascensor en la planta baja mientras hablaban con Karsten Jonsson.

Canoso, cincuenta y pico anos, piel grisacea y algo encorvado, con gafas. Bastante diferente a la imagen de un hombre de unos cuarenta anos, alto, agil y con pelo recio que les habia descrito Josef.

– Estaba, o sea, disfrazado -concluyo Assad.

Carl asintio en silencio. No lo habrian reconocido ni aunque hubieran visto su retrato cien veces. A pesar de que su cara era su cara. A pesar de que tenia las cejas casi juntas.

– Santo cielo -dijo Assad junto a el.

Era una manera suave de expresarse. Lo habian visto, podian haberlo tocado, podian haberlo detenido, podian haber salvado la vida a dos ninos. Alargar la mano y detenerlo.

– Creo que Isabel tiene algo mas que decirles -informo la enfermera-. Y despues vamos a tener que dejarlo. Esta muy cansada.

Senalo los monitores. La actividad habia descendido un poco.

Assad avanzo hacia ella y aplico el oido a su boca durante un rato.

– Si -dijo despues, haciendo un gesto afirmativo-. Ya se lo voy a decir, Isabel.

Dirigio la cabeza hacia Carl.

– Debe de haber algo de ropa del secuestrador en el asiento trasero del coche destrozado. Ropa con pelos. ?Que dices a eso, Carl?

Carl no dijo nada. Podria estar bien a largo plazo, pero no alli y en ese momento.

– Isabel dice tambien que el secuestrador, o sea, tenia las llaves del coche en un llavero que era una bolita con un numero 1 pintado.

Carl saco hacia delante el labio inferior. ?La bola de jugar a los bolos! Asi que todavia la conservaba. Llevaba al menos trece anos con aquella bola en el llavero. Debia de significar mucho para el.

– Tengo la direccion -hizo saber Karsten Jonsson, que habia entrado con un cuaderno en la mano-. Ferslev, al norte de Roskilde.

Paso la direccion a Carl.

– El propietario se llama Mads Christian Fog, que es uno de los nombres que ha mencionado Isabel antes.

Carl se levanto enseguida.

– Pues hay que ir para alla -decidio, haciendo una sena a Assad.

– Bueno… -se oyo que Karsten vacilaba-. Por desgracia, no corre tanta prisa. Tambien me han comunicado que los bomberos hicieron una salida a esa direccion el lunes por la noche. Por lo que he entendido a los bomberos de Skibby, la casa esta calcinada por completo.

?Calcinada! Asi que la bestia les llevaba ventaja otra vez.

Carl dio un resoplido.

– ?Sabes si el sitio que dices esta junto al agua?

Jonsson saco su iPhone del bolsillo y escribio la direccion en el GPS. Paso un rato, y sacudio la cabeza. Paso el movil a Carl y senalo el lugar. No, la caseta de botes no estaba alli. Ferslev estaba a varios kilometros de la costa.

Pues claro que no estaba alli. Pero ?donde, entonces?

– De todas formas, habra que ir, Assad. Alguien debe de conocer al hombre.

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