A partir de aquel momento, las mujeres se fueron turnando para vigilarlos, sentadas en una silla, al fondo del vagon. Ni siquiera cuando llego un transporte de enfermos inmediatamente antes de la salida del tren, con varias camillas de cuerpos inanimes para llenar las camas vacias, la vigilante hizo ademan de moverse. Su tarea no consistia en asistir en esos traslados, ni siquiera se movio para dejar pasar a los camilleros.
Cuando habia cambio de guardia, que, segun habia podido observar Bryan, tema lugar cada dos horas, las mujeres no se dirigian la palabra. Simplemente llegaba una nueva y se sentaba en la silla y, hasta que eso no ocurria, la que era relevada no abandonaba el vagon.
La ansiedad que provocaba el hecho de no poder hablar con James se apodero de Bryan. Habian acordado huir, pero ?que pasaria ahora? Cada vez que Bryan habia mirado a James de soslayo, solo habia podido vislumbrar la silueta inmovil de su cuerpo dibujandose bajo la tela blanca.
El tren volvia a circular a toda velocidad y el susurro de los arboles al pasar era una clara prueba de que habian perdido la ocasion de saltar; aun cuando la vigilante no hubiera significado un impedimento.
Los descubririan. Solo faltaban un par factores desconocidos por descubrir para poder hacer los calculos aritmeticos pertinentes que les dirian cuando y donde lo harian.
Desde que habian subido al tren apenas podian haber recorrido unas 125 millas. Cuando Bryan cerraba los ojos aparecia dibujado nitidamente el mapa de Alemania, con todos los puntos geograficos del pais. Las 125 millas eran, pues, el factor conocido, y su destino, el desconocido. Podian pasar entre uno y dos dias hasta que llegaran a el. Tal vez solo fuera cuestion de horas. Todo dependia de la destinacion, de la velocidad, del numero de paradas y de la saturacion de las vias, por no hablar de b posibilidad de sufrir ataques aereos.
Cuando Bryan abrio los ojos, las lamparas del techo se columpiaban apaciblemente sobre su cabeza ofreciendo una luz velada y lechosa. El brazo de James seguia colgando por el borde de la cama. Habia golpeado la cama de Bryan para despertarlo. «Estas inquieto», le hizo saber con gestos. La mirada de James denotaba preocupacion. Bryan no sabia que podia haber hecho y de pronto fue devuelto a la realidad. No acostumbraba roncar y, que el supiera, nunca habia hablado en suenos. ?O si lo
Las enfermeras ya habian iniciado la ronda de abluciones. Las jovenes ya no mostraban, en comparacion con el dia anterior, ninguna alegria. Las profundas ojeras y la transparencia caracteristica de la piel dejaba bien a las claras lo que habian te-mido que soportar. Sin dormir, con cientos de pacientes a su cargo y amenazadas por una acusacion de negligencia en el cuidado del general moribundo, sus ojos denotaban estres y sus Movimientos se habian tornado mecanicos.
Era el tercer dia para James y Bryan en territorio enemigo, «Jueves, 13 de enero de 1944», memorizo Bryan, preguntandose a la vez por cuanto tiempo seria capaz de ponerles fecha a los dias y hasta cuando se lo permitirian sus enemigos.
Como por arte de magia, la actividad de la sala se transformo en confusion cuando el oficial responsable de la seguridad aparecio en la puerta y empezo a inspeccionar las tropas. No necesito adoptar un ademan autoritario. Bryan estaba echado sobre el lecho con la cabeza vuelta hacia el lado de James y pudo ver como este cerraba el puno lenta e imperceptiblemente. ?Miedo o rabia?
Bryan no era capaz siquiera de interpretar su propio estado de animo.
Los dos equipos de enfermeras llegaron a las camas de Bryan y James al mismo tiempo, uno por cada lado. Esta vez tiraron de las sabanas con tal fuerza que los cuerpos de los dos pacientes rodaron alrededor de si mismos. Un chasquido contra un larguero evidencio que James se habia golpeado contra el borde de la cama durante la maniobra.
Bryan procuro mantener la axila izquierda apretada cuando las enfermeras lo lavaron. Esta vez, el agua helada tuvo un efecto lenitivo. Las costras de la orina y las defecaciones nocturnas habian dejado de escocer pero, en cambio, provocaron la hinchazon y la comezon de la piel. Solo las unas de las mujeres sobre la piel sensible del escroto le causaron malestar.
La sabana era nueva y estaba sin blanquear, todavia no la habian lavado ni una sola vez. Un agradable cosquilleo producido por la tersura de la sabana se mezclo con la irritacion por los rigidos pliegues que se le pegaban al costado. Tendria que permanecer en esa postura hasta que todos hubieran abandonado el vagon. Mientras tanto podria observar como el personal de enfermeria manipulaba el cuerpo de James.
El chasquido que habia oido debio de provocar que la herida que James tenia debajo de la oreja volviera a sangrar. Unos riachuelos de desinfectante que se mezclaron con restos de sangre recorrieron su mejilla y murieron alrededor de la mancha oscura. Al lado, en una gasa, habia un jiron de piel que se habia desprendido del lobulo de la oreja. El oficial de seguridad que seguia atentamente los acontecimientos se acerco cuando le aplicaron yodo a la herida. Como consecuencia de la supervision a la que fue sometida, la enfermera se dejo atenazar por los nervios y salpico involuntariamente la frente de James con el liquido de color ocre.
Mientras la enfermera y la auxiliar se apresuraban a retomar la ronda, el oficial de seguridad se acerco aun mas y se quedo mirando la gota que lentamente se iba deslizando hacia el rabillo del ojo de James. Milimetro a milimetro, el liquido ardiente seguia el camino hacia la catastrofe y el descubrimiento. James debio de sospechar que estaba siendo vigilado, si no se habria secado la gota, se habria dado la vuelta y habria cerrado el ojo. En cuanto hubo sobrepasado la raiz de la nariz, la gota siguio su curso libremente.
En el momento en que la gota estaba a punto de introducirse en el ojo, los pantalones negros de montar se desplazaron hasta ocupar el campo visual de Bryan. Con una leve presion del pulgar le retiro la gota y la deposito en la ceja de James. Luego volvio a llevarse las manos a la espalda y se restrego el pulgar manchado de yodo contra el uniforme.
Pese a los dos dias que habian pasado sin ingerir alimentos, Bryan no sentia hambre y, dejando de lado la sequedad de la boca, tampoco sed. De momento, el alimento que les procuraban a traves de la sonda tendria que bastar.
Ahora habian pasado tres horas desde la ultima ingestion propiamente dicha. Desde la caida sufrida habian pasado unas cincuenta y cinco horas, mas o menos, y llevaban alrededor de cincuenta horas en cama. Pero ?que pasaria cuando hubieran transcurrido ciento cincuenta horas mas? ?Cuando les meterian el tubo de goma en el esofago y como iban a soportarlo sin reaccionar, aunque solo fuera someramente? La respuesta era obvia. ?No podrian!
Bryan deberia procurar que no lo sometieran a dicho tratamiento. En pocas palabras, era necesario que se despertara de su apatia simulada. Y James tambien tendria que abrir los ojos, alejarse de su estado comatoso y seguirlo.
Ese cambio de actitud les reportarla muchas ventajas. Podrian seguir los acontecimientos a su alrededor y apoyarse mutuamente mediante signos. Podrian fingir una lenta recuperacion fisica. Y una vez llegados a ese punto, podrian ingerir alimentos y tal vez incluso se les permitiria salir de la cama para satisfacer sus necesidades fisiologicas en un orinal.
Tal vez lograrian escapar.
Tras este breve repaso, Bryan volvio a la pregunta de siempre: ?que tenian y por que estaban alli?
La gran mayoria de los que estaban en su mismo vagon no mostraban lesion alguna. Naturalmente, podrian esconder alguna que otra lesion grave bajo un par de las mantas acolchadas, pero, hasta entonces, la desnudez de las abluciones matinales no habia ofrecido ninguna pista acerca de la enfermedad que sufrian los pacientes del vagon. Una cosa si habia quedado clara: aparentemente, todos estaban profundamente inconscientes y algo debia de haberlo provocado. Un par de ellos llevaban la cabeza vendada. Estos casos hablaban por si solos. Podian tener sobradas razones para permanecer inmoviles. Pero ?y el resto?
?Que enfermedad habian tenido los dos hombres muertos que habian arrojado a la zanja hacia ya tiempo? Y por tanto, ?de que se suponia que estaban aquejados el y James?
Si de pronto abrian los ojos y empezaban a responder a los estimulos, ?que significada eso para su situacion? ?Funcionaria? ?Que consecuencias acarrearia?
?Nuevos analisis? ?Radioscopias? ?Y cual seria la reaccion cuando lo unico que encontraran fueran dos craneos perfectos e intactos?
Todas las preguntas acerca de su identidad, su enfermedad y de lo que ocurriria si las familias los visitaban llevaban a una unica solucion logica.
Bryan debia abrir los ojos.
?Tendrian que jugar el juego lo mejor que pudieran!