anteriormente? Era imposible imaginarse que hubiera tenido ocasion de amar y de ser amada alguna vez.
De todos modos, si era cierto que James habia despertado alguna esperanza en ella, el no haria nada por evitarlo. Era una muchacha dulce y bonita. De momento, seria prudente y disfrutaria de sus cuidados. Mientras estuviera ella para obligarlo a comer despues de una sesion de electrochoque y para cerrar la ventana cuando la corriente empezaba a tensarle los musculos de la nuca, su cuerpo no seria lo primero que le fallaria.
– ?Venga, Herr Standartenfuhrer! -prosiguio, empujando sus pies por el borde de la cama-. Esto no lo llevara a ninguna parte. Tiene que procurar ponerse bien, ?de acuerdo? ?Y para eso tiene que salir de la cama!
James se coloco entre las dos camas y empezo a avanzar hacia el pasillo central. Petra lo animo con un gesto de la cabeza y sonrio. Ese tipo de trato preferencial ya no le gustaba tanto a James. Lo convertia en objeto de la atencion de las demas enfermeras, lo colocaba en una posicion preferencial que podia llegar a significar represalias en nombre de la justicia y el equilibrio.
Sin embargo, no era de ese frente que James temia que fueran a llegarle los peores ataques. Cada vez mas, la sensacion de vigilancia y de tension le llegaba de la estancia misma. Como una repentina llamada de atencion cuando alguien te toca el hombro inesperadamente, aquel sentimiento se apodero de el. Y aquel dia volvio a ocurrir. James dirigio la mirada hacia el pasillo central a traves de las pestanas medio cerradas. Ya era la tercera vez. Bryan lo miraba fijamente e intentaba ponerse en contacto con el.
«?Deja de mirarme, joder! Es demasiado evidente», penso con los ojos de Bryan pegados a el. Petra agarro a James por el brazo y le dio conversacion como de costumbre, mientras se lo llevaba hacia la ventana que habia al lado de las mesas con ruedas, en el otro extremo de la sala. James percibio a sus espaldas como Bryan intentaba ponerse en pie rapidamente. A pesar de que solo hacia un dia que habia sido sometido a su ultimo electrochoque, no se rendia.
El torrente de palabras que brotaba de la boca de la pequena enfermera ceso cuando James empezo a tirar de ella en direccion a la cama. No iba a consentir que lo encerrara en la esquina junto a Bryan. En aquel mismo instante, Bryan vio la reaccion de su companero y dejo caer los brazos. Desesperado, se apoyo contra la cama cuando James paso por su lado, cogido del brazo de la voluntariosa Petra.
«Ahora mismo estas debil, Bryan, pero manana volveras a estar fresco -penso James-. No quiero sentir pena por ti. Solo quiero que me dejes en paz, Bryan. ?Ya sabes que es lo mejor! Saldremos de aqui, te lo prometo. ?Debes confiar en mi! ?Pero ahora no puede ser! ?Nos vigilan!» James oyo un crujido que provenia de la cama de Bryan y sintio como su mirada desesperada se le clavaba en la espalda.
Kroner, el hombre del rostro picado, los siguio tranquilamente y le dio un golpe a Bryan en el hombro.
«Volvamos a
Kroner se habia sentado y seguia con la mirada el trasero de Petra, adornado con aquel lazo blanco y ondeante, cuando finalmente ella se decidio a proseguir su trabajo.
– Deliciosos
Cada una de las palabras era como una punzada heladora.
El gigante doblo las piernas y golpeo los jarretes contra el lado de la cama con tal fuerza que el esqueleto de hierro crujio. James nunca reaccionaba ante sus preguntas. Asi, tal vez algun dia dejaria de hacerlas.
Los hombres al lado de Kroner estaban sentados en sus camas como buitres, observando a un Bryan exhausto que se habia enterrado entre las mantas. «Tranquilizate, Bryan -le suplicaba James en su cabeza-, ?si no, nos pillaran!»
CAPITULO 12
Los nombres llegaron a James en suenos de una forma sorprendente, obligandolo a abrir los ojos de par en par en medio de la penumbra gris de la sala. Los dos ultimos sargentos de
La respiracion pesada de los companeros de sala y algun que otro ronquido lo devolvieron lentamente a la realidad. Unos debiles rayos de luz penetraron a traves de las contraventanas a prueba de bombas. James conto hasta 42. Y volvieron los rayos de luz. Los hombres de la torre de vigilancia que habia detras del barracon de las SS cumplieron con su deber haciendo girar rutinariamente el proyector un par de veces mas, antes de volver a buscar abrigo bajo el tejado de carton asfaltado de la torre. Era la cuarta noche seguida que llovia y tan solo hacia dos que el estruendo de las bombas sobre Karlsruhe habia retumbado contra las laderas rocosas, sacando a los guardias de sus garitas entre gritos destemplados de sus superiores.
El paciente de la cama numero nueve, un Hauptsturmfuhrer que durante un ataque en el frente oriental habia quedado atrapado debajo de un tronco durante mas de diez horas mientras los lanzallamas de sus propios efectivos de ataque desolaban el paisaje a su alrededor, habia encogido las piernas y habia empezado a sollozar silenciosamente. Ellos dos fueron los unicos de la sala que habian estado despiertos aquella noche. Ahora mismo, James era el unico.
Respiro profundamente y suspiro. Aquel dia, James habia hecho que Petra se sonrojara. Como de costumbre, el enfermero y camillero Vonnegut, el hombre del garfio, habia estudiado las listas de bajas antes de abalanzarse sobre el pequeno crucigrama del diario que solia hacer acompanando los golpes de su miserable protesis contra el tablero de la mesa con una exclamacion irritada cada vez que se encontraba con una definicion que no lograba resolver.
Vonnegut se ocupaba de sus propios asuntos, pues el ambiente de la sala habia sido malo todo el dia.
El aire se habia helado entre Petra y la supervisora de enfermeras. Primero la jefa habia ajustado la insignia de enfermera que Petra llevaba abrochada en el panuelo y habia recolocado unas mechas rebeldes de su pelo rubio. Luego Petra habia corregido la inclinacion de la insignia del partido que la enfermera llevaba en la solapa derecha y la habia pulido con la manga hasta que el esmalte rojo relucio alrededor del texto en letras blancas:
Hacia el atardecer, cuando se suponia que la jornada laboral de Petra habia llegado a su fin, la supervisora habia enviado a la enfermera que debia sustituirla a otra seccion, so pretexto de que debia asistir a unas aspirantes. Era evidente que se trataba de un acto de venganza y Petra se habia enfadado y habia hecho mas de un gesto amenazador en cuanto su supervisora se hubo dado la vuelta.
Resultaba dificil no prendarse de ella viendola asi, indignada, con sus zapatos planos, aquel vestido gris y aquel delantal blanco. James sonrio cada vez que ella se inclino para rascarse el jarrete donde las medias negras de lana le molestaban mas.
En un instante intimo, en el que el habia dejado la mirada bailar por su cuerpo, ella se habia dado la vuelta y la habia atrapado.
Fue entonces cuando ella se sonrojo.
Los movimientos inquietos de Kroner en la cama contigua solian anunciar que estaba a punto de despertarse. «?Ojala te mueras, cerdo!», susurro James entre dientes, obligandose a seguir pensando en Petra. Seguramente, en ese mismo instante, ella se encontraba justo encima, en la buhardilla, sonando con la mirada que el le habia dirigido, de la misma manera en que el pensaba en la que ella le habia devuelto. Tal vez hubiera sido mejor para el no dirigirsela; era dificil ser joven y estar llena de estremecedores suenos eroticos que jamas podrian ser consumados.
La imagen de Kroner que se daba la vuelta y lo examinaba detenidamente centelleaba en la oscuridad entre sus pestanas. James empequenecio los ojos precavidamente y espero a que empezaran los murmullos de todas las noches.
La pesadilla se habia hecho realidad una noche, dos meses atras. Los pasos rapidos y duros de la enfermera que estaba de guardia y que acababa de recorrer el pasillo en direccion a los lavabos del personal, situados detras de la escalera que conducia al patio, lo habian despertado. Delante de el, una sombra se habia inclinado sobre la cabecera de la cama vecina. Aparte de dos rapidos sobresaltos que se produjeron a los pies de la cama contigua,