confiscaron. Permanecimos un mes entero en la carcel de Lublin, esperando que ejecutaran nuestra sentencia de muerte. No sabemos lo que pudo modificar la sentencia, aparte de la situacion belica. No obstante, alguien debio de cambiar de opinion. Y asi fue como aterrizamos en el frente oriental.

Poco a poco, James logro ordenar la informacion que fue recibiendo. Pequenos retales de algun acontecimiento por aqui, una historia por alla y horas y mas horas de fanfarronerias que, en conjunto, conformaban la historia de los simuladores que dormian a su lado.

Dieter Schmidt, el hombrecito enclenque que ocupaba la cama mas alejada, solia hablar en voz muy baja y, por tanto, muchas de las cosas que decia resultaban dificiles de entender. En una situacion extrema como aquella, resultaba casi imposible dilucidar si era timido por naturaleza o si era el miedo a ser descubierto que le influia al hablar. Sin embargo, era evidente que cuanto mas tiempo hubiera durado una tanda de electrochoques, mas difusas resultaban sus explicaciones, mientras que ni Kroner ni Lankau parecian reaccionar de manera especial a aquellos tratamientos y siguieron intercambiando experiencias todas las noches.

Cualquier noche, una de las enfermeras los oiria, rezaba James. Asi su pesadilla terminaria y aquellos tres condenados serian desenmascarados.

Hasta entonces, deberia procurar que ninguno de ellos sospechara de el. Si bien es cierto que la historia de los simuladores era aterradora, a veces tambien le resultaba fascinante. Al igual que las peliculas y novelas que James reproducia en su mente, los relatos de aquellos tres hombres fueron cobrando mayor importancia gradualmente.

Las escenas iban sucediendose nitidamente en su cabeza.

Dieter Schmidt siempre llamaba a su superior anonimo el Cartero, un sobrenombre que habia recibido por haber utilizado piel humana para las felicitaciones. «?O acaso no es el mayor deseo de cualquiera que este confinado en este campo que lo envien lejos de aqui?», habia comentado.

Dieter Schmidt describio a ese tal Cartero como una persona alegre e ingeniosa que en todos los sentidos hacia que su vida en el campo de concentracion pudiera medirse con las condiciones de las que habian disfrutado en casa.

Sin embargo, tras la degradacion y el traslado, se terminaron la abundancia y las chapuzas del Cartero y de Schmidt. Los medios se habian hecho mas escasos, la responsabilidad era de otros y la vigilancia a la que los sometieron en el cumplimiento de su trabajo era exhaustiva, desconfiada y meticulosa.

Y sin embargo, una feliz coincidencia les brindo una ocasion inmejorable.

– Un dia en que varios sectores del frente se habian hundido, lo que en Berlin prefieren llamar reduccion del frente, el Cartero tuvo una idea. Ya sabeis como, en una situacion como esa, todos piden refuerzos y material nuevo a gritos.

»El Obergruppenfuhrer Hoth, coronel general del cuarto ejercito blindado, estaba furioso porque habia desaparecido un tren de mercancias que transportaba recambios para los vehiculos acorazados y encomendo a nuestra seccion la tarea de encontrar esos recambios inmediatamente.

»Tres dias antes de la conquista rusa de Kiev encontramos los vagones de mercancias en un rincon de la zona de maniobras de la ciudad. Hoth estaba feliz y ordeno al Cartero que se hiciera cargo personalmente de la vigilancia del transporte en su camino a Vinnitsa, donde el material destrozado aguardaba los recambios.

»En Vinnitsa se descargaron cientos de cajas pesadas llenas de piezas de motor, cadenas de oruga, ejes y recambios menores en un almacen. En la parte posterior de aquel enorme almacen que estaba practicamente a oscuras se amontonaban desordenadamente miles de cajas. De entre todas aquellas capas sobresalian marcos, telas y un sinfin de objetos sin embalar que excitaban nuestra curiosidad y llamaban la atencion sobremanera. Tanto el Cartero como yo nos quedamos atonitos ante tal abundancia, que revelaba que un enorme botin de guerra habia sido apartado en aquel lugar para ser trasladado posteriormente a Alemania, en cuanto hubiera un transporte de mercancias disponible.

»No tardamos mucho en descubrir que hablamos tenido razon. Durante todo el ano 1943, cualquier objeto de un valor superior a los tres mil marcos que hubiera sido extraido de las iglesias, oficinas oficiales, museos y colecciones privadas del distrito, habia sido apartado y almacenado alli. Era obvio que, ahora que las fronteras avanzaban, aquel enorme botin iba a ser evacuado muy pronto. Y fue cuando a] Cartero se le ocurrio la brillante idea de trasladar un par de cientos de cajas y depositarlas cincuenta metros mas atras.

»Y ya veriamos lo que pasaba.

La alegria del Cartero y de Dieter Schmidt fue enorme cuando, cinco dias despues, volvieron al almacen. El truco habia funcionado; se habian llevado todas las cajas.

Salvo las que ellos habian separado.

De pronto tenian mucha prisa. Cuando el transporte llegara a Berlin, se descubriria durante la descarga y el recuento que faltaban un par de cientos de cajas.

– ?Y fue cuando recibi la orden de intentar ponerme en contacto con usted, Herr Obersturmbannfuhrer Kroner! -explico Dieter Schmidt en el coche aparcado detras de la taberna de Kirovogrado-. El caso es que necesitamos la ayuda de un superior que este relacionado con el SD. Por estos lares no hay nadie que quiera tener nada que ver con los asuntos de la policia de seguridad. Aparte de esto, las unidades que colaboran con la policia de seguridad disfrutan de una serie de ventajas anadidas, como son la movilidad y la libertad de accion. El otro dia nos dimos cuenta de que usted era el hombre indicado.

«Usted, Herr Obersturmbannfuhrer, trabaja en el mismo sector del frente que nosotros. Sabemos que usted, en algunas ocasiones, ha mostrado tener iniciativa propia. Es usted inteligente e imaginativo, Herr Kroner. Pero lo que sobre todo nos ha sorprendido es su absoluta falta de escrupulos. Debe perdonarme mi franqueza, Herr Obersturmbannfuhrer, pero el tiempo no me permite perderme en las habituales formulas de cortesia.

Trazaron un plan.

Kroner se encargaria de trasladar a algunos esclavos sovieticos a Vinnitsa. Una vez ahi, Lankau deberia obligar a aquellos infelices a cargar reliquias, iconos, objetos de plata sacramentales y demas preciosidades en un vagon de mercancias que el Cartero habia logrado trasladar a unos pocos cientos de metros del almacen. El vagon seria utilizado para «almacenar piezas de recambio». Nadie lo echaria de menos.

La manera de deshacerse de los esclavos, una vez hubieran realizado su trabajo, se la confiaban gustosamente a Kroner y a Lankau.

Dieter Schmidt se ocuparia, ademas, de que el vagon fuera provisto de documentacion de transporte falsa y expedido inmediatamente a una aldea del corazon de Alemania, donde permanecerla cerrado en un apartadero hasta que hubiera terminado la guerra.

En cuanto la mercancia hubiera sido expedida, Kroner deberia dar parte de la «liberacion» de Lankau. Exactamente corno en el plan original, declararia que Lankau padecia agotamiento psiquico y que, por tanto, debia ser devuelto a Alemania.

Superado un cierto escepticismo, Dieter Schmidt se entusiasmo enormemente con la idea de la demencia. Naturalmente, existia el riesgo de que fueran descubiertos o de que los hicieran desaparecer. El mismo habia dado cientos de ordenes para que liquidaran a los perturbados en el campo de concentracion que habia codirigido. Sin embargo, el grado de demencia seria decisivo. Habria que procurar convencer al mundo de que no era incurable. De esta forma, cabia la posibilidad de que saliera bien.

Y de todos modos, ?que otra alternativa tenian? Durante las ultimas semanas, la guerra se habia convertido en un infierno sobre la tierra. La resistencia habia sido despiadadamente eficaz e interminable. Seria imposible ganar la guerra. Se trataba de sobrevivir a cualquier precio y constituiria una ventaja considerable encontrarse lo mas lejos posible de los acontecimientos si se descubria el timo.

La idea de simular una demencia era ideal. ?Quien iba a sospechar que alguien que habia sufrido un shock durante un bombardeo, a miles de kilometros del frente, habia robado objetos de valor de un peso total de varias toneladas? Dieter Schmidt confiaba plenamente en esa idea. Debian simular demencia. ?Todos! El, Kroner, Lankau y el Cartero.

El plan parecia bueno y seguro. Dejando de lado el enorme premio que les aguardaba, todos ellos tenian razones de sobra para desaparecer.

La «Operacion Demente» se pondria en marcha en cuanto el Cartero expidiera la palabra en clave «Heimatschutz». En el momento en que llegara el aviso, Kroner se encargaria de asolar un par de aldeas ucranianas sin dejar a nadie con vida y haria ver que Lankau habia sido liberado de una de ellas.

Luego, Kroner deberia ponerse en contacto con Dieter Schmidt con el proposito oficial de abogar en favor del

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