Y, finalmente, quedaba la herida en el alma, la que le habia infligido mayor dolor, el dolor que denominamos odio y que es capaz de martirizar y destruir para siempre jamas.

Bien valia la pena esperar un poco mas, si en juego estaba satisfacer su sed de venganza.

Lankau ya habia localizado a su victima cuando esta se agacho para coger la flor, al pie del puente de peatones. Se sento pesadamente sobre el tejado de la columnata y dejo los prismaticos al lado de la pistola.

El arma era de las mas temibles que jamas se habian fabricado. Se decia que aquella pistola tenia mas vidas de amigos en su conciencia que de enemigos. La pistola del tipo 94 o la 94 Shiki Kenju, que era la denominacion correcta, era uno de los pocos ejemplos que demostraban que tambien los japoneses pueden fallar, a la hora de desarrollar mecanica de precision.

Aquella arma era poco fiable. Si el cargador estaba lleno, era facil que se disparara con tan solo tocar el seguro, que era muy comodo pero estaba muy expuesto, justo sobre la culata.

Sin embargo, era la unica pistola provista de silenciador que Lankau tenia en su coleccion.

La primera vez que la vio fue en casa de uno de sus socios mas antiguos, un japones para el que el tiempo se habia detenido cuando se trataba de defender y respetar los rituales tradicionales. Una manana fresca, en Toyohashi, se la habia mostrado ceremoniosamente a Lankau, que era su invitado de honor. La habia desenvuelto de un pano y le habia hablado de lo bien que lo habia protegido a lo largo de la vida, a pesar de su mala fama.

La envidia manifiesta de Lankau habia significado que este la recibiera como regalo, apenas un mes mas tarde, en un envio de mercancias varias.

La hospitalidad japonesa habia dictado a su anfitrion tener este gesto para con el invitado, con el fin de que su honor no se viera ultrajado.

Sin embargo, no habian vuelto a hacer negocios desde entonces.

Tal vez el japones habia esperado que Lankau devolviera la pistola, acompanandola de algunas frases de cortesia. Pero no lo habia hecho.

El arma siempre estaba engrasada y Lankau la probaba regularmente. El sonido del disparo amortiguado no recordaba, ni por asomo, al plop que solia oirse en las peliculas. Sencillamente sonaba como un disparo, breve y seco, y apagado, pero, al fin y al cabo, como un disparo. Lankau miro a su alrededor. No se veia a nadie a cincuenta metros a la redonda, la distancia del alcance del sonido del arma. La actividad que se desarrollaba alrededor del Dattler, emblema de la ciudad y uno de los mejores restaurantes de Friburgo, era de lo mas normal. Era raro que alguien se acercara a aquel paramo, las faldas de Schlossberg, sobre todo en aquella epoca del ano. En eso tenia que darle la razon a Peter Stich.

El hombre del rostro ancho miro hacia abajo, cerrando el ojo maltrecho. Tambien para el, aquel dia el teleferico se movia con una excesiva lentitud.

Hasta que la gondola no desaparecio debajo de los arboles, Lankau no se decidio a empunar la pistola y a echarse sobre el tejado. Su experiencia le decia que el objetivo tenia que encontrarse muy cerca, para poder estar seguro de la precision y la mortalidad del disparo de la Shiki Kenju. La habia probado en animales. Con el paso de los anos, Lankau se habia convertido en un hombre corpulento; ya no seria capaz de alcanzar a su presa corriendo.

La victima tendria que venir a el, y ahora la tenia muy cerca.

El hombre se hizo visible durante un segundo, antes de desaparecer bajo las copas de los arboles. Amo von der Leyen todavia tenia la agilidad de su juventud. Habia cambiado, naturalmente, pero era el. Lankau noto la dulzura en su respiracion, como si ya hubiera dando rienda suelta a su sed de sangre. Hacia mucho tiempo que deseaba encontrarse con el hombre que ahora tenia tan cerca, en circunstancias como aquellas. Desprevenido y a tiro.

Los pasos que se oian bajo sus pies eran lentos y vacilantes. Al parecer, Amo von der Leyen buscaba la tumba de Gerhart Peuckert. Lankau respiro imperceptiblemente. Nunca se sabia, con un hombre como Amo von der Leyen. Ese tendria que ser necesariamente su ultimo enfrentamiento y, esta vez, Lankau no correria riesgos gratuitos. Si conseguia que aquel diablo, que lo habia despojado de la vista y del bienestar, se acercara, el asunto estana resuelto. El disparo caeria sin demora.

Los gritos procedentes de los senderos que serpenteaban sobre su cabeza le llegaron de distintos lados. Las voces eran jovenes, pero no provenian de ningun nino. Lankau las maldijo para sus adentros. Los jovenes tenian cierta tendencia a crear disturbios inesperados. No tenian respeto, ni por las distancias, ni por los obstaculos naturales. Antes de que uno tuviera tiempo de darse cuenta, eran capaces de aparecer de entre la maleza.

Los pasos bajo sus pies se detuvieron.

CAPITULO 42

Las manchas en las rodillas habian crecido considerablemente. Bryan se echo hacia atras, reposando sobre las pantorrillas, y suspiro profundamente, mientras intentaba aunar las impresiones del paisaje que se extendia a sus pies. Los tejados de las casas y los oasis en aquellas tierras bajas se confundian. Hacia anos que no lloraba de aquella forma. Al final se habia caido de rodillas.

Las risas despreocupadas de los jovenes que le llegaban de la ladera, el olor penetrante a resina, el paisaje limpido, todo ello provocaba en el un sentimiento de soledad jamas experimentado, pues no habia rastro de la tumba que se suponia era la de su mejor amigo.

Bryan se mordio el labio y alzo la vista mientras se maldecia por no haberse preocupado de pedirle la direccion a Petra. A lo mejor habia malentendido sus indicaciones. A lo mejor, ella se habia expresado de forma imprecisa o habia dado por supuesto que el la entenderia.

Bryan se puso en pie y dejo caer los hombros. En medio de aquel paisaje diafano que contrastaba con el ajetreo febril de la ciudad, perdio el deseo de entender.

Aquel era el lugar de reposo de James, de eso estaba seguro.

Durante un instante de silencio, Bryan bajo la cabeza y recordo a su amigo. Luego aliso cuidadosamente los petalos de la flor marchita y echo un vistazo a su alrededor, buscando el lugar adecuado para dejarla. Si hubiera habido una lapida conmemorativa, la habria dejado ahi.

Al final de la columnata se quedo parado un instante, con la vista puesta en el pequeno edificio cerrado que se encontraba en el centro del monumento. Un par de pasos mas alla, por la ladera, se perdia un pequeno sendero entre la maleza y por detras del mausoleo. La tierra parda y las raices desnudas y deterioradas que despuntaban del suelo confirmaban que seguia estando en uso.

Todavia no habia buscado por ahi.

Cuando hubo dado unos pocos pasos le sorprendio un extrano e inesperado ruido, un clic insignificante, apenas perceptible. De todos modos, un ruido que no pertenecia a aquel lugar.

La sospecha casi nunca encuentra resistencia. Contrariamente a los sentimientos positivos, la sospecha puede hacer su aparicion sin previo aviso ni reservas, incluso sin necesidad de que se la alimente. Sin embargo, en este caso estaba mas que justificada.

Petra Wagner, Mariann Devers y Frau Rehmann. Todas ellas, cada una a su manera, habian estado en contacto con Kroner. Un hombre que ya habia atentado contra su vida en anteriores ocasiones y que, desde luego, no tenia ningunas ganas de ser transportado al pasado.

Y, de pronto, aquel sonido, aquella bagatela de clic. Todo podia resumirse en un solo hecho, siempre y cuando siguiera alimentando aquella sospecha decisiva y desnuda.

Por eso, Bryan se detuvo en seco y se echo entre la maleza que bordeaba el sendero. Esperaba.

Como un diablo que no permite que lo exorcicen al infierno, la imagen surgio en el campo visual de Bryan, a escasos cinco metros de donde se hallaba. El hombre se detuvo un instante en la plataforma estrecha que unia la ladera con el tejado de la columnata y echo un vistazo intenso al sendero que bordeaba las piernas de Bryan. Y entonces Bryan lo reconocio.

A pesar de la humedad de la tierra, Bryan sintio como se secaban sus entranas.

Jamas habia pensado que volveria a ver aquel abominable rostro ancho. Nada en este mundo podria haberle sorprendido mas. La fria comente del Rin deberia haber sido su tumba durante ya mas de treinta anos. Bryan vio como su cuerpo desaparecia bajo las aguas, herido de bala y exhausto.

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