La tercera preocupacion eran unas ramitas quebradas que se extendian de forma alarmante y sin gracia por debajo de los arbustos que las habian sustentado. El hueco en la maleza que senalaban era casi imperceptible. Por encima, los arbustos se cerraban, pero las hojas vibraban ligeramente al viento. Bryan agarro la culata y saco la pistola de su escondite. Antes de abrir la boca echo un vistazo a su alrededor una vez mas. No detecto ningun movimiento sospechoso.

– ?Sal de ahi! -dijo en voz baja, dando una fuerte patada en el suelo que hizo saltar la gravilla del sendero.

Lankau se puso en pie inmediatamente. Su rostro estaba totalmente embadurnado de sangre.

Entonces solto unos grunidos ininteligibles. Bryan reconocio inmediatamente el tono de voz utilizado. A pesar de los anos que habian pasado, su adversario seguia manteniendo aquella infamia desenfrenada a flor de piel.

– ?Hablame en ingles! Supongo que sabras, ?no es asi?

– ?Por que?

La animadversion traslucio en el rostro del gigante mientras fijaba los ojos en la pistola. En el momento en que Bryan le quito el seguro, su rostro se retorcio y, de un salto, se aparto. Bryan volvio a mirarlo y luego dirigio la mirada a la pistola. La reaccion de Lankau era para el todo un misterio.

– ?Puedes estar seguro de que te disparare si vuelves a hacer eso una vez mas! A partir de ahora, vas a seguirme tranquilito y calladito. Si haces cualquier movimiento sospechoso, sea este premeditado o no, sera el ultimo que hagas, te lo advierto.

El hombre del rostro ancho se quedo mirando los labios de Bryan con una expresion de incredulidad.

– ?Has olvidado tu lengua materna, cerdo?

Su ingles era el de un hombre de negocios, un flujo desordenado de palabras, aunque todas ellas precisas. Sin embargo, el acento era el de un hombre sin estudios.

El hombre que Bryan tenia delante seguia los gestos de la mano que sostenia la pistola. Cuando salio de entre los arbustos, su aspecto era miserable, con la camisa colgandole por fuera de los pantalones, lamparones oscuros en las rodillas y el pelo ralo y alborotado a un lado. A pesar del aspecto de aquel hombre, Bryan no se fiaba. Con la autoridad que le conferia su calidad de medico, Bryan golpeo a su enemigo en el plexo solar dos veces, con tal precision que el gigante que tenia delante estuvo a punto de desmayarse. Cuando Lankau volvio a encontrarse de pie, Bryan lo arreo para que marchara un metro por delante de el.

Cuando llegaron a las cercanias del funicular, Bryan se metio la pistola en el bolsillo y se apretujo contra el cuerpo de Lankau para que este notara la presion del canon, a pesar de su espalda fornida.

– Vas a mantenerte tranquilo cuando subamos a la gondola, ?lo has entendido?

Bryan volvio a empujarlo con el canon de la pistola, como para subrayar la seriedad de la situacion. Delante de el, Lankau gruno. Luego se dio la vuelta lentamente y miro a Bryan directamente a los ojos. El ojo muerto estaba semiabierto.

– ?Andate con cuidado con esa Kenju, perro sarnoso! Tiene la mala costumbre de dispararse a deshora.

Resultaba imposible adivinar si el hombre que habia delante de la gondola era revisor o no, pero lo cierto es que no hizo ningun ademan dirigido a delatarlos. Al ver el rostro ensangrentado de Lankau, reculo asustado hasta el fondo de la cabina y se quedo totalmente mudo.

– Bueno, lo siento, tengo que llevar a este al hospital. ?Soy medico!

El hombre sacudio la cabeza nerviosamente. No entendia lo que le decia Bryan. Bryan introdujo a Lankau en la gondola de un empujon.

– Se ha caido, ?sabe?

Hasta que la gondola bamboleante no hubo superado el primer poste, el hombre no salio de la sombra para mirarlos.

– ?Tu coche! -recalco Bryan cuando finalmente termino su viaje en el funicular.

Lankau se apresuro a cruzar la calle y saco las llaves. El BMW tenia una multa de aparcamiento. Un poco mas alla estaba aparcada la furgoneta de Bryan. Esta tambien tenia un papelito blanco que parecia cubrir todo el parabrisas. A partir de ahora, seria asunto del hippy que se la habia vendido.

Lankau conducia. Sentado como estaba, contemplando a su archienemigo en una situacion de lo mas cotidiana mientras salian lentamente de la ciudad, a Bryan le parecio que las profundidades del ser humano le eran reveladas. Dejando de lado su rostro magullado, Lankau parecia un padre de familia de lo mas corriente. El interior del coche daba muestras de su vida ordinaria en forma de paquetes de tabaco, envoltorios de caramelos y otros efectos que hacia pensar en imperturbabilidad y convivencia tranquila. Bryan tenia a su lado a un ciudadano corriente, a un consumidor y a un hedonista. La bolsa de golf en el asiento trasero hablaba por si misma. Un fragor de Wagner habia tomado la cabina en el momento en que Lankau habia girado la llave. Un asesino, un sadico, un simulador, un wagneriano; tambien era todo eso. Ningun hombre habia podido ser creado a imagen y semejanza de Dios, tan ambiguo, tan poco sincero, tan aspero como podia llegar a ser bajo la superficie. ?Y que individuo podia verse del todo libre de llevar a un Lankau en lo mas profundo de su ser?

– Vamos a ir a un sitio donde nadie nos pueda molestar -anuncio Bryan bajando el volumen de la obertura al llegar a su ultimo pasaje.

– ?Para que puedas matarme sin ser molestado, me imagino! -El hombre corpulento parecia indiferente.

– Para que pueda matarte sin que me molesten si me da la gana, ?asi es! -repuso Bryan, a la vez que iba grabando el recorrido en su memoria.

La ciudad desaparecio a sus espaldas. El sol seguia enviando sus destellos blancos por las calles transversales. Uno de los ciudadanos mas jovenes se despedia de la espontaneidad del verano atravesando, a toda pastilla y calado hasta los huesos, las anchas cunetas que conducian una corriente de agua, aparentemente eterna, a lo largo del borde de las aceras. Una mujer joven intentaba atraparlo, sin tiempo siquiera para disculparse con la monja que a punto habia estado de arrollar.

– ?Por que has vuelto? ?Por que nos persigues? ?Es por el dinero?

La comisura de los labios del hombre del rostro ancho se contrajo en una mueca mientras sus ojos frios seguian el trafico.

– ?Que dinero?

– Petra Wagner dice que has preguntado por Gerhart Peuckert. ?Era el quien tenia que conducirte a nosotros? ?Era el quien iba a guiarte hasta nuestra mercancia?

– ?Acaso Gerhart Peuckert sigue con vida?

Bryan examino el rostro de Lankau en un intento de detectar alguna convulsion. Sin embargo, era un rostro sin vida. Lankau giro la cabeza lentamente hacia Bryan.

– ?No, Von der Leyen! -repuso, volviendo la cabeza hacia el paisaje, y sonrio-. No sigue con vida.

Cuando las casas y las granjas empezaron a diseminarse por el paisaje cortado por las vinas, Bryan se vio obligado a tomar una decision. Lankau tenia mas informacion para el, habia dicho, y conocia un lugar en el que, con toda seguridad, podrian hablar sin ser molestados. Todo parecia indicar que Lankau estaba preparandole otra trampa. El lugar, a un par de millas del casco urbano, parecia estar desierto. A pesar de los multiples caminillos y carreteras secundarias y el trafico constante de gente volviendo a casa, cualquiera de las casas apartadas de la carretera podia esconder secretos que Bryan preferia desconocer.

Cada vez que miraba el rostro indiferente de Lankau, le venia a la mente la idea de que Kroner o Petra habian sido hechos participes en un plan de emergencia, segun el cual Lankau debia conducir a la victima a la boca del lobo.

Cuando Bryan pregunto por la finalidad de la granja, Lankau rio.

– ?Dios mio, no, no es mi casa! Mi familia y yo vivimos en la ciudad. Pero alli no los encontraras, si eso es lo que pretendes… ?Han desaparecido! -dijo riendose-. Es mi pequeno refugio, ?sabes?

Un cartel colocado al borde de la carretera prohibia la entrada a cualquier persona ajena al lugar.

La casa, contrariamente a las granjas vecinas, era de una sola planta, pero se extendia por el terreno en varias alas, compuestas por unas edificaciones parecidas a bungalows.

Si ese era su pequeno refugio, Lankau debia de ser un hombre muy rico. La casa, retirada de la carretera, estaba rodeada de hileras de vides en un numero que daba a entender que el cultivo de aquellas tierras era un mero pasatiempo para su dueno.

El patio tenia mas bien forma de superelipse. Bryan se agacho y clavo el canon de la pistola en el costado de Lankau con fuerza. A partir del momento en que se apagara el motor, su vida dependeria de la cautela con la que

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