se condujera. Si era una trampa, el ataque podia llegarle desde cualquier lado.

– ?Tranquilo, cobarde! -gruno Lankau y abrio la puerta-. Aqui solo viene gente durante la vendimia o para cazar.

Bryan golpeo a su rehen en la nuca con la culata del arma con tal fuerza que se desplomo en el pasillo, incluso antes de llegar al salon. Este era horripilante. Al menos quinientas cornamentas adornaban las paredes, dando testimonio del inveterado instinto asesino de Lankau. Hileras de platos con grabados, pesados libros de lomos gruesos, cuchillos de monte y viejos rifles, rotundos muebles de roble tapizados de rayas y oscuros cuadros cuyos motivos eran, a grandes rasgos, identicos y previsibles, en toda su exuberancia de naturaleza y animales muertos.

Olia a moho. Era evidente que todos los dias no iba gente a aquella casa.

El cuerpo laxo a los pies de Bryan no se mantuvo quieto por mucho tiempo. Bryan volvio a golpearlo. Era importantisimo que no volviera en si en seguida.

Bryan se quedo un buen rato callado y alerta. Aparte de algun aullido lejano de algun perro y del susurro de neumaticos en la carretera, todo estaba en silencio.

Estaban solos.

Al otro lado del patio se extendia un cobertizo alargado que ocupaba todo el largo de la plaza. Tambien habia cornamentas, pieles desolladas, craneos y puntillas y cuchillos de todos los tamanos y formas.

Toda la pared del fondo constituia una verdadera quincalla, con estantes que rebosaban de botes de pintura, restos de papel pintado, botes de cola, cajas llenas de herrajes, clavos y tornillos. Y luego habia cuerda. Haces de hilo bramante del que antano se empleaba para atar las gavillas durante la cosecha.

Bryan ato a Lankau energicamente a una silla de respaldo alto. Utilizo un ovillo entero, hasta sentirse seguro de que aquello podria cortar cualquier intento inesperado del hombre de la cara ancha por liberarse.

Aunque la postura de Lankau era incomoda, cuando finalmente desperto, el hombre parecio indiferente a su infortunio. Bajo la vista hacia los brazos de la silla y constato, sin que se moviese ni un solo musculo de su rostro, que sus brazos y sus piernas estaban atados. Luego volvio la cabeza hacia Bryan y espero. Durante aquel corto espacio de tiempo parecio viejo.

Para Bryan, la cuestion sobre la mejor manera de sobrevivir a cualquier situacion dificil siempre habia estado estrictamente ligada a la capacidad de comprender y analizar las reacciones de los demas lo mejor posible. En el lazareto de las SS, los simuladores habian atentado contra la vida de el y la de James porque podian desenmascarar su engano. La reaccion de aquellos hombres habia sido logica. Al igual que Bryan, sabian que les pasaba a los simuladores que eran descubiertos.

Y a partir de esto, la logica dejo de funcionar. Delante tenia a una persona para quien todas esas cosas ya no tenian ninguna importancia. ?Por que iba entonces a arriesgar su vida por una historia mas que superada? ?Que era, pues, lo que podia alcanzarlo ahora? Bryan lo miro. La comisura de los labios de aquel grandullon casi le llegaba a la barbilla rolliza. Su mirada era fria y expectante. Bryan se volvio y se encontro con la mirada de cristal de un trofeo de caza. Dos de los simuladores se habian jugado la vida al intentar cazarlo aquella noche del invierno de 1944. No cabia duda de que habian tenido sus razones para hacerlo, sin embargo, Bryan jamas habia llegado a comprender que era lo que los habia llevado a actuar como lo habian hecho. Y esa incertidumbre habia estado a punto de costarle la vida.

No estaba dispuesto a cometer ese error una vez mas.

– ?Cuentamelo todo! -se limito a decir-. ?Si quieres seguir viviendo, tendras que contarmelo todo!

– ?Que es todo?

El hombre corpulento respiraba con cierta dificultad.

– ?Para que puedas hacerte con nuestro dinero?

El grandullon farfullo algo ininteligible.

– ?Olvidalo! No lo tendras, hagas lo que hagas. Como habras podido comprobar, no se encuentra escondido en pequenas arcas por la casa, ?no es asi?

– ?Dinero? ?Que dinero?

Bryan se volvio y miro a Lankau directamente a los ojos.

– ?Acaso creeis que busco dinero? ?Acaso se ha tratado todo el tiempo de dinero?

Bryan dio un paso hacia adelante, acercandose al hombre del rostro ancho.

– ?Realmente hay tanto dinero en juego?

Bryan se detuvo y contemplo tranquilamente a Lankau. Ni siquiera habia pestaneado. Parecia un hombre de negocios en medio de una negociacion. En tal caso, se habla introducido inadvertidamente en un terreno que Bryan dominaba a la perfeccion. Bryan se inclino sobre el hombre atado de pies y manos y lo miro a los ojos.

– No me faltan recursos, Lankau. Los cuatro cuartos que tu puedas ofrecerme, sin duda, solo podrian satisfacer las necesidades de mis animales domesticos. Si quieres volver a ver a tu familia, haras bien en esforzarte por contestar a mis preguntas ahora mismo. Cuentame lo que ocurrio entonces, y luego me cuentas lo que ha pasado desde entonces.

Bryan tomo asiento delante de el y senalo hacia su ojo sano.

– Creo que deberias comenzar por el principio. ?Empieza por el lazareto!

– ?El lazareto!

El desprecio no daba lugar a confusiones.

– No me apetece entrar en esos temas. De haber dependido de mi, tu ya estarias muerto; te habria matado entonces. No hay nada mas que decir al respecto.

– Pero ?por que? ?Por que no me dejasteis en paz? ?Que podia haceros? ?Pero si yo tambien era un simulador!

– ?Podias hacer lo que, de hecho, hiciste! ?Podias desaparecer! ?Y de haberlo querido, podrias habernos traicionado!

– ?Pero no lo hice! ?Que habria sacado yo traicionandoos?

– ?Podias quitarnos el vagon, cerdo de mierda! -susurro Lankau entre dientes.

– ?No te he oido, vuelve a decirlo!

Bryan dio un paso atras. Entonces Lankau intento escupirle. El desprecio iluminaba su rostro. El resultado de aquel torpe intento tuvo como resultado que la baba le corriera menton abajo.

En ese mismo instante, Bryan dirigio la pistola hacia el hombre corpulento y efectuo un disparo tan cerca del rostro de Lankau que la llama de la boca del canon le chamusco la ceja sobre el ojo sano. Lankau envio una mirada enfurecida a Bryan y volvio la cabeza en un intento de ver el agujero, apenas visible, que habia dejado la bala en el respaldo tapizado, a escasos centimetros de su pomulo.

– Si no te avienes inmediatamente a contarme lo que ocurrio a partir de entonces, te matare -prosiguio Bryan volviendo a levantar la pistola-. Se que Kroner se encuentra en la ciudad. Se donde vive. He hablado con su hijastra, Mariann. Lo he visto con su nueva esposa y con su hijo, y conozco todos sus pasos. ?Si tu no me cuentas lo que quiero saber, el sin duda lo hara!

En lugar de volver la cabeza y mirar a su guardian, Lankau dejo caer su cuerpo ligeramente hacia adelante. El reconocimiento de que su carcelero tambien conocia los movimientos y el paradero de Kroner parecia haberlo conmocionado, incluso mas que el disparo. Entonces parecio sobreponerse a la situacion y alzo la cabeza.

– '?Por donde quieres que empiece? -dijo Lankau impasible, alejando la mirada del poster pardusco que colgaba de la pared que daba a la cocina y al recibidor y que, durante un rato, parecia haber captado toda su atencion.

«Cordillera de la Paz», rezaba el poster, en letras demasiado vistosas y de color naranja, lo que le daba un aire aun mas desolador, si cabe. Miro a! hombre que tenia delante. Era todo un enigma. El arma que sostenia descansaba en el dorso de la mano. El seguro estaba puesto. Estaba sentado delante de el tranquilamente. Lankau rezo porque siguiera asi.

Ahora mismo la situacion parecia bastante desesperada. Lankau entrecerro los ojos. Sus brazos palpitaban.

Si el hombre que tenia delante decia la verdad, no habia forma de que supiera nada respecto a la historia y al papel que habia jugado Peter Stich. Y eso era bueno. Si habia que darle la vuelta a la situacion para tornarla en su favor, tal vez fuera de ese lado del que tendria que llegarle la ayuda. A pesar de su decrepitud, Stich seria, sin duda, un digno adversario de Arno von der Leyen.

En todos los juegos se trata de ganar tiempo, esta es, en definitiva, la primera regla. Arno von der Leyen

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