Esta vez, Andrea encendio una de las lamparas de la pared.

– ?Que ha pasado? -dijo, a la vez que senalaba una botella de vino de Oporto que habia en el aparador.

Stich sacudio la cabeza.

– ?Nada que podamos remediar, me temo!

– ?Donde esta Lankau?

– No lo sabemos. ?Ese es el problema!

Andrea Stich se seco las manos en una toalla y, sin decir nada, fue a por el listin de telefonos de su marido que estaba sobre la carpeta, en su estudio. Peter Stich lo cogio sin darle las gracias.

Ni la llamada a la casa de Lankau ni a su segunda residencia surtieron efecto. Kroner se mordio la cavidad bucal. Fruncio el ceno e intento rememorar su casa y sus alrededores al despedirse de su esposa y de su hijo. No habia notado nada fuera de lo normal. De pronto un escalofrio le recorrio el cuerpo y sus hombros empezaron a temblar. Habia que reprimir los malos presentimientos. Ahora se trataba de Lankau. Era como si se lo hubiera tragado la tierra.

– Veamos -dijo Stich colocandose detras de Kroner, desde donde disfrutaba de una amplia vista de los aparcamientos y de la calle en la que todavia se respiraba vida a la luz tardia y palida del atardecer.

– En el caso de que Von der Leyen haya acabado con Lankau, cabe suponer que muy pronto pasara algo. Por lo visto, Gerhat Peuckert es importante para Amo von der Leyen. Pero ?por que lo es? ?Puedes decirmelo tu, Wilfried? ?Por que ese diablo no escatima ningun medio para ponerse en contacto con nuestro amigo mudo?

– ?Creo que es todo lo contrario! Estoy convencido de que nosotros somos su objetivo. ?Peuckert no es mas que una herramienta para dar con nosotros!

– Ya, pero ?que sentido tiene eso, Wilfried? ?Por que iba a creer que nos encontraria a traves de Peuckert? Lo unico que, en logica, nos une a Peuckert es haber pasado unos meses con el en una casa de locos. Y debo anadir que de eso hace cientos de anos.

– No lo se. ?Pero estoy seguro de que lo que pretende Von der Leyen es chantajearnos!

– ?En eso estoy de acuerdo! Llegados a este punto, lo hace para lucrarse, eso tambien lo creo yo. Bien es cierto que entonces fuimos muy duros con el, pero no creo que lo impulse la sed de venganza.

Stich se volvio, dejandose absorber por la gran superficie de cristal de la ventana.

– A ese lo deja frio la venganza, estoy convencido. La venganza solo es para los seres irracionales. Von der Leyen no es irracional, si quieres saber mi opinion. ?Sea quien sea ese tipo!

Era evidente que a Stich lo concomian todas las preguntas sin contestar. La irritacion se dibujaba en su rostro con claridad.

– A lo mejor, Peuckert puede ayudarnos de alguna manera a dar con una pista, Peter.

Stich se volvio hacia su esposa. Kroner sabia por que habia hablado desde la otra punta de la habitacion. Cuando su marido estaba de aquel humor, era muy capaz de pegarle en cuanto se quedaban a solas. Aunque solia arrepentirse luego y sin duda ya no repartia sus golpes con la misma autoridad de antes, Kroner sospechaba que la mujer, a esas alturas de la vida, preferia que los golpes los recibieran otros. Como, por ejemplo el idiota que se encontraba en el comedor.

Tambien ella se habia debilitado con la edad.

Tras unas cuantas llamadas mas, Stich entrecerro los ojos. Se volvio hacia Kroner y sacudio la cabeza. Ambos habian aceptado la inevitabilidad de la nueva situacion.

El hombre del rostro picado se quedo mirando el telefono un buen rato. A estas horas, su mujer y su hijo ya debian de haber llegado a su destino. En el momento en que se disponia a coger el auricular, Andrea entro por la puerta con el hombre robot a rastras. Todavia masticaba la comida. Stich lo cogio del brazo y lo sento suavemente en el sofa. Luego le paso la mano por el pelo; era una costumbre que habia adquirido con el paso del tiempo. El demente se habia convertido en una especie de animal de compania. Se habia convertido en su pequena mascota encerrada. Su gatito y su pequeno mono. Solo Lankau mantenia una actitud distante.

– ?Has comido, pequeno Gerhart? ?Andrea ha cuidado bien de ti?

La dulzura siempre irrumpia en su rostro cuando oia hablar de Andrea. Como ahora. Peuckert sonrio y miro hacia Andrea, que acababa de encender la arana.

– ?Te gusta estar un rato sentado en el salon con nosotros, pequeno Gerhart? ?Quieres que Kroner se siente un ratito a tu lado tambien?

Stich le cogio las manos y las froto como si estuvieran heladas.

– Asi, Gerhart, asi es como te gusta a ti, ?verdad?

El anciano volvio a acariciar el dorso nervudo de la mano de Gerhart y le sonrio.

– A Andrea y a mi nos gustaria saber si Petra sigue visitandote a menudo.

Kroner detecto un ligero fruncimiento en los labios de Gerhart, apenas perceptible. Ese pequeno gesto hablaba por si solo. Stich volvio a palmearle la mano.

– Y tambien nos gustaria saber si te hace muchas preguntas, Gerhart. ?Te hace preguntas extranas de vez en cuando? ?Te pregunta, por ejemplo, acerca del pasado, de los viejos tiempos, o de lo que hacemos cuando nos vamos de excursion al bosque? ?Lo hace, pequeno Gerhart?

Gerhart apreto los labios y miro hacia el techo, como si pensara.

– Bueno, a veces es dificil acordarse. Pero entonces a lo mejor puedes decirme si alguna vez te ha hablado de Amo von der Leyen, amiguito.

El hombre que estaba sentado totalmente quieto en el sofa volvio a apretar los labios.

Stich se puso en pie y solto las manos de Gerhart tan inesperadamente como las habia cogido.

– Has de saber que ese tal Amo von der Leyen te esta buscando, pequeno Gerhart. ?Y no entendemos por que! Y se hace pasar por otro. ?Sabes lo que dice Kroner que se hace llamar?

Gerhart le envio una mirada apatica a Kroner. Kroner no fue capaz de evaluar si lo habia reconocido o si habia sido una mirada fortuita.

– Se hace llamar Bryan Underwood Scott -prosiguio Stich riendose secamente antes de carraspear de nuevo-. ?No es gracioso? Ha estado en Santa Ursula. Le hablo en ingles a Frau Rehmann. Sorprendente, ?no? ?No te parece extrano?

Kroner se acerco a Peuckert y se agacho para observar su rostro de cerca. Como de costumbre, no detecto ni la mas minima reaccion. Tendrian que ocuparse del asunto sin su ayuda.

– Encontrare a Petra -dijo Kroner incorporandose de golpe.

El anciano no le quito los ojos de encima mientras se incorporaba. Abrio los ojos desmesuradamente.

– ?Si! Y cuando la encuentres, haras todo lo que este en tus manos por sacarle la verdad, ?verdad, Wilfried? Si tienes la mas minima sospecha de que nos ha traicionado, matala, ?has entendido? -dijo, a la vez que cogia a Peuckert jovialmente por la nuca.

– ?Que hay de la carta con la que siempre nos ha amenazado?

– ?Que prefieres, Wilfried? ?La peste o el colera? ?Si no hacemos nada, no hay duda de que tendras un problema! ?Y si finalmente decides animarte a hacer lo que debes, ?quien sabe lo que puede ocurrir despues?

La mirada que le envio Stich fue despectiva.

– Han pasado ya casi treinta anos, Wilfried. ?Quien iba a tomarse un pedazo de papel como ese en serio? ?Y quien nos asegura que realmente existe? ?Acaso podemos fiarnos de la pequena Wagner? ?Vete ya y haz lo que te he dicho! ?Lo has entendido?

– ?No hace falta que me des ordenes, Stich! ? Se pensar por mi mismo!

Sin embargo, la verdad era que no. Kroner ya no era capaz de pensar. Fuera lo que fuese lo que la reunion con Petra trajera consigo, la situacion era totalmente nueva para el, nueva y mudable; dos elementos que se daban de narices con la seguridad que su vida cotidiana demandaba. Al abandonar el salon, se volvio hacia Gerhart Peuckert. Los labios del hombre encogido en el sofa temblaron levemente cuando Stich lo agarro amistosamente por la nuca. Sus ojos no expresaban ningun sentimiento. Su mirada era profunda, como de cansancio por el dia que declinaba.

Mientras aun se colocaba el sombrero, Kroner percibio el movimiento difuso de Stich a sus espaldas. Se volvio hacia la puerta, a tiempo para ver como el golpe de Stich alcanzaba la sien de su victima impotente. Peuckert rodo por los suelos protegiendo desesperadamente su rostro con ambas manos.

– ?Que quiere de ti Arno von der Leyen, imbecil? ?Acaso eres valioso? -grito, a la vez que le propinaba una patada con tal fuerza que su debil rodilla emitio un chasquido.

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