CAPITULO 49

Desde que Bryan habia abandonado a Lankau atado a la silla del refugio, se habia hecho unas cuantas preguntas. En primer lugar, en algun momento tendria que volver a interrogar a Lankau. Las circunstancias que envolvian la desaparicion de James seguramente eran correctas, pero si queria encontrar la paz interior, tendria que obligar a Lankau a contarle algo mas. Aunque aquel giganton aun mordia, Bryan habia detectado que tambien las defensas de Lankau tenian sus puntos debiles. Si era capaz de encontrarlos, los elementos de su relato formarian una imagen completa de lo acontecido hasta la fecha. Y entonces dejaria que se marchara.

Mientras tanto, tendria que buscar a Kroner. Se acercaria a el sin rodeos y le haria las mismas preguntas. Tal vez estaria mas dispuesto a colaborar. Bryan se paso la mano por la cintura de los pantalones, donde todavia escondia la pistola. Y a lo mejor conseguia mas informacion acerca de la persona misteriosa a la que llamaban el Cartero. Posiblemente, Kroner le desvelaria donde estaba Petra.

Cuando todo hubiera concluido, llamaria a Canterbury. Si Laureen seguia estando fuera, llamaria a Cardiff, donde posiblemente la encontraria. Si asi era, le pediria que hiciera la maleta, que tomara el rapido a Londres y, desde alli, la linea de Piccadilly hasta el aeropuerto de Heathrow, donde deberia tomar un avion a Paris. Un par de dias en el hotel Meurice, en la rue de Rivoli, un domingo en los parques y una misa en Saint-Eustache a su lado sin duda la tentarian y aplacarian.

La casa de Kroner era la unica de la calle que no estaba iluminada. En otras casas, una luz en el zaguan o en el jardin podian indicar que habia alguien en casa, pero no en aquella.

Y, sin embargo, si habia alguien.

Alla, delante de la verja, estaba totalmente expuesto. A escasos veinte metros del lugar, diviso a un anciano que acababa de abandonar la puerta principal y se dirigia hacia el. Bryan podia escoger entre pasar de largo o quedarse alli y jugar el juego, ahora que ya habia empezado. El anciano se detuvo un instante mirando en su direccion, como intentando recordar si habia cerrado la puerta con llave o no. Entonces dio un paso hacia adelante, se repuso y miro fijamente a Bryan. Casi como si ya se hubieran encontrado antes, le sonrio y abrio los brazos.

– Suchen Sieetwas? -dijo, deteniendose a un par de pasos de el. Carraspeo.

– ?Perdone!

Bryan habia pronunciado las palabras mecanicamente. El anciano era el mismo hombre que habia visto junto a Kroner en el Kuranstalt St. Ursula; el hombre que luego habia seguido; era el hombre que vivia en la casa descascarillada de Luisenstrasse. El anciano se sorprendio levemente al oir el idioma extranjero, pero se apresuro a cambiar al ingles con una sonrisa en los labios, como si fuera la cosa mas normal del mundo.

– Le he preguntado si busca a alguien.

– ?Pues si, asi es! -dijo Bryan mirandolo directamente a los ojos-. Estoy buscando a Herr Hans Schmidt.

– ?Vaya! Me gustaria poder ayudarlo, ?Herr…?

– Bryan Underwood Scott.

Bryan acepto la mano que le tendio el anciano y tomo nota de su piel fina y helada.

– Si, lo siento, pero estara fuera un par de dias con su familia, Herr Scott. Acabo de regarles las plantas. Tambien hay que hacerlo, ?no es asi?

El anciano le sonrio y le guino el ojo, amablemente y mostrandose ligeramente familiar.

– A lo mejor puedo ayudarlo yo…

Tras la mascara de barba blanca se escondia un rostro que agito el subconsciente de Bryan. La voz le resultaba extrana y desconocida, pero los rasgos de su rostro despertaban en el un desasosiego y unos sentimientos que no supo decir de donde provenian.

– h, no se! -dijo Bryan, vacilante, No volveria a tener una oportunidad como aquella-. En realidad, no queria hablar con Herr Schmidt, aunque sin duda seria muy interesante, sino con uno de sus conocidos.

– ?Vaya! Pero aun asi es posible que pueda serle util. La verdad es que no hay nadie en el circulo de amistades de Hans Schmidt que no conozca yo tan bien como el. Sin animo de entrometerme, ?a quien busca?

– A un viejo amigo comun. No creo que lo conozca. ?Se llama Gerhart Peuckert!

El viejo lo miro por un momento, como queriendo examinarlo. Entonces apreto los labios y, pensativo, entrecerro los ojos.

– Pues si -respondio finalmente frunciendo el ceno-. Creo que recuerdo a ese hombre. Estaba enfermo, ?no es asi?

Bryan no se esperaba aquel giro en la conversacion. Miro al viejo y se quedo sin habla un instante.

– Si, supongo que si -consiguio balbucear.

– Creo que lo recuerdo. Incluso me parece que hace muy poco que oi hablar de el a Hans. ?Puede ser?

– ?No lo se!

– ?Sabe que le digo? Puedo averiguarlo. Mi mujer tiene una memoria extraordinaria. Sin duda podra ayudarnos. ?Tiene mucha prisa? ?Vive en la ciudad?

– ?Si!

– Pues siendo asi, ?a lo mejor le apetece cenar con nosotros? ?Que le parece a las ocho y media? ?Le iria bien? Hasta entonces, intentaremos averiguar donde puede estar este tal Gerhart Peuckert. ?Que me dice?

– ?Me parece fantastico!

La cabeza le daba vueltas al ver la ocasion que de pronto le brindaba el destino. La mirada del anciano era dulce.

– ?Desde luego no puedo negarme ante tal invitacion! Es muy amable por su parte.

– Bueno, pues quedamos asi. En casa. -El anciano sacudio la cabeza-. Como podra entender, sera una cena sencilla. Somos gente muy mayor, mi esposa y yo, Pero no se preocupe, usted venga a casa hacia las ocho y media y ya nos apanaremos. Vivimos en Langenhardstrasse, 14. No le resultara dificil encontrar la calle. Le recomiendo que atraviese el parque de la ciudad. ?Conoce el parque, Herr Scott?

Bryan tenia la boca pastosa y tuvo que tragar saliva. Sabia que el viejo vivia en Luisenstrasse; acababa de darle otra direccion. Bryan intento sonreir evitando mirar al viejo a los ojos. Le resultaba desagradable enfrentarse a una mentira, precisamente cuando la esperanza empezaba a abrirse camino, y noto una picazon en los ojos. Su estomago se encogio. De pronto le sobrevino una necesidad irreprimible de ir al bano.

– ?Si, de acuerdo! Quedamos asi.

– Asi, es imposible que se equivoque. Tome Leopoldring y cruce el parque de la ciudad por detras del lago, asi saldra a Mozartstrasse. Siga por esa calle hasta cruzar dos calles y doble entonces a la derecha, y estara en Langenhardstrasse. Recuerde, el numero 14. Pone Wunderlich en la puerta.

El anciano sonrio y volvio a tenderle la mano. Antes de que hubiera doblado la esquina y desapareciera, tuvo tiempo de darse la vuelta y de decirle adios con la mano varias veces.

CAPITULO 50

«Una mision delicada», penso Kroner. La posibilidad de quitar de en medio a Petra habia estado presente durante muchisimos anos y ahora resultaba incluso doloroso pensar en ello.

Era un engorro. En ese momento, ni siquiera sabia donde es-taba.

El problema principal era que era sabado. Eso queria decir que no habia nadie en las oficinas con quien consultarlo. Las veces que habia llamado a los telefonos privados de los encargado! se habia encontrado con que todos estaban fuera haciendo recados. En pocas palabras, no conseguiria ninguna respuesta • sus preguntas.

?Donde estaba Petra Wagner?

Y aunque hubiera sido un dia laboral normal, ?en quien podria haber confiado? Llegaria un momento en que alguien se sorprenderia por su curiosidad, sobre todo teniendo en cuenta que, despues de sus pesquisas, la mujer habria desaparecido de la faz de la tierra.

Lo que mas le apetecia era dar media vuelta y dirigirse al Titisee, donde su mujer y su nino seguramente ya

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